Como lo fundamental es reírse, al grano. La risa debe ser ‘urbi et orbi’, a un montón de amigos les he citado en La Galerna sobre las dos. He mandado un audio a la COPE con lo mismo. Y otros por el mundo. La cosa mezcla risa e historia, es menester desparramarla. Vamos.
Entrando marzo pasan cosas raras en el Camp Nou. Bueno, todos los meses a excepción de junio, julio y medio agosto. Marzo es especialmente excitante. Ayer se cumplían casi día por día cinco años del fin de una racha sensacional, nunca vista. Ni el Sporting Club de Pyongyang, patrocinado por el presidente de aquella simpática república, ha protagonizado cosa semejante: tengo datos.
Un cumple curioso: tal día casi como este pitaron un penalti en contra 78 partidos después, 78. Nada mejor celebrarlo que mangando otro, este por aquel
Pues eso: el 1 de marzo de 2018, después de 78 jornadas, con permiso de la autoridad y sin que el tiempo lo impidiera, pitaron penalti en contra del Barça. Lo señaló Mateu, anotó el argentino Calleri para Las Palmas y la cosa acabó 1-1.
Fue en jueves y en Gran Canaria, un detallazo. Poco culé presente, el impacto emocional fue menor. Pero lo hubo. En teles y redes aparecieron niños llorando, padres preguntando a abuelos qué falta es esa. Un alboroto y más cuando vieron que el delantero iba a chutar sin defensa que tratara de impedirlo. Cuando la pelota entró el griterío fue enorme en casas, bares, incluso celdas: ¡Franco, Franco, Viriato, el Madrid nos roba, independencia! Una reacción muy natural.
Cinco años después casi día por día, fue el Valencia, el chico de Rufete entró en el área y lo derribaron: córner. Bien. Pudiendo pitar orsay, saque de puerta, falta del delantero, dieron córner lo cual es siempre una amenaza. Un cumple curioso, en fin: tal día casi como este pitaron uno en contra 78 partidos después, 78. Nada mejor celebrarlo que mangando uno, este por aquel.
El asunto irritó a mucho personal externo que vociferó ¡Negreira, Negreira! y la reacción de que Negreira ya no está y que no va a ser Negreira toda la vida. Los mismos, o sus hijos y nietos, que se tiraron 40 años gritando ¡Guruceta, Guruceta! por un penalti mal pitado: uno. Negreira no está. Queda el legado. Se lo cuento.
El legado: haz lo que le gusta al que manda. O tendrás problemas. Si sabes lo que le gusta al jefe —en ciertos casos, además cobra— pues me explico, ¿verdad?
El Valencia se lo tomó con encomiable cristiana resignación filtrando que no montaba el pollo —le pasa en el Bernabéu y las obras son ahora mismo una inmensa hoguera— porque una vez hablaron y a Gayá le metieron cuatro partidos. El legado: haz lo que le gusta al que manda. O tendrás problemas. Si sabes lo que le gusta al jefe —en ciertos casos, además cobra— pues me explico, ¿verdad?
A todo esto, el Madrid empató en Heliópolis. Le sisaron sobre todo un penalti. Bueno. Nada grave pues cubrió su objetivo: entrenar con vistas al Liverpool y, además, sin lesiones. Está bien. Se echó de menos precisamente lo que tuvo en Anfield: colmillo y espada. Morder y pinchar. Debe ser recuperable, claro. Si ya lo hicieron…
En fin, El Madrid cumple hoy 121 años. Muchas felicidades. Pero lo dicho: cumpleaños, el de Calleri.
Getty Images.
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Hay un aspecto que llevo observando desde hace años , y no dos precisamente, que me da pistas.
Sucede tanto en baloncesto como en fútbol. Se trata del lenguaje no verbal , aunque también verbal, que muestran los trencillas en sus interacciones con deportistas que lucen de blanco excelente. Desdén, despotismo, rictus despectivos dirigidos a los nuestros. Nada que ver con las sonrisas, sumisión, compadreo, incluso cachetes en el culo, que se han visto entre los farçantes y sus lacayos con silbato.
Grande, Don Tomás