Militao, man of the match

Ni el encuentro del Madrid frente al Elche fue un partido bueno, ni el empate de Militao in extremis puede considerarse una hazaña, no nos engañemos. Esa máxima no escrita que augura malos resultados cuando antes del choque se homenajea, celebra o se lleva a cabo cualquier otro acto especial también se cumplió ayer, y el mal resultado no fue catastrófico gracias a esa otra máxima, esta sí escrita, que asegura que el Madrid no se rinde nunca. Ayer, el acto previo era ineludible, es más, era deseado, se trataba del homenaje a Francisco Gento, el madridista más importante que nos quedaba. El club estuvo a la altura y recordó a D. Paco de manera elegante, sencilla y muy emotiva.

El Madrid comenzó el encuentro con la suficiencia de quien se sabe superior al rival y tiene el convencimiento de que ganará solo con desempeñar su trabajo de manera funcionarial. Pero en el fútbol, al igual que en la vida, todo es susceptible de empeorar y además no es raro que suceda. El dominio madridista culminó en un penalti que señaló en el campo, ojo, De Burgos Bengoetxea. Pocas veces se vio un derribo tan claro, si bien es cierto que la falta previa de Kroos a Pere Milla también lo fue. A este hecho poco habitual —la señalización del penalti— le siguió otro no menos singular: el fallo de Benzema. Para que se hagan una idea del tiempo que llevaba el nueve blanco sin marrar una penalti, basta decirles que el último lo falló en pesetas.

Ni el encuentro del Madrid frente al Elche no fue un partido bueno, ni el empate de Militao in extremis puede considerarse una hazaña, no nos engañemos

A partir de ese momento, ya saben, lo habitual: el Madrid se vino abajo, el Elche resucitó, marcó; Édgar Badía —guardameta ilicitano— se transformó en el mejor portero del mundo por un día; primera amarilla del encuentro para el Madrid; el Elche volvió a marcar; penalti señalado en el campo a favor del Madrid, pero anulado tras ser revisado y el portero rival perdiendo tiempo a espuertas sin que el colegiado le llamase la atención en ningún momento ni prolongase lo procedente. Hay quien dice que en las tablas que entregó Dios a Moisés, debajo de los Diez Mandamientos, había un asterisco con todo esto que les acabo de contar grabado.

Pero, ay, el Madrid es el Madrid, y esta tautología tiene un reflejo real, nunca mejor dicho. Modric acortó distancias cuando quedaban ocho minutos y Militao empató el encuentro durante el tiempo añadido, aunque nos quedamos en remontada interruptus, porque los madridistas no nos conformamos nunca y porque teníamos que haber ganado sin necesidad de épica.

Militao lo celebró gritando desde las mismísimas entrañas, pero no gritaba por el hecho de empatar un partido contra el Elche, sino porque el gol significaba que aún podían ganar, aunque apenas quedase tiempo para ello. Esa bendita locura irracional es lo que ha hecho grande a este equipo y no hay duda de que corre por las venas del bueno de Éder, a quien destacamos hoy como man of the match.

El salto y el remate de cabeza de Militao fueron de una belleza feroz, Éder giró el cuello como si fuese un león que desgarra un pedazo de carne de su presa recién cazada

El salto y el remate de cabeza de Militao fueron de una belleza feroz, Éder giró el cuello como si fuese un león que desgarra un pedazo de carne de su presa recién cazada. Toda la rabia que el central acumulaba porque sabía que no habían estado a la altura del encuentro manó de los músculos de su cuello e imprimió una fuerza animal al remate.

Nadie es infalible ni lo será nunca, y Militao no es una excepción, pero aglutina un cúmulo de virtudes y un poso de madridismo en el andar que ilusionan al aficionado de manera especial. No hace mucho que se ridiculizaba al central y a los responsables de su fichaje, se le veía como una especie de pantera rosa, un tipo desgarbado, poco coordinado. Y ahora miren. Confianza y trabajo.

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