No sé si se acuerdan de los jerseys Privata. Eran unos jerseys lanudos y pesados que se llevaban grandes y de todos los colores. Yo siempre asocié los Privata con la Quinta del Buitre y con las películas de Hombres G, que fueron los Buitres del pop. Por entonces, la Quinta ya eran los jugadores más famosos de España, Pardeza se había marchado a Zaragoza para siempre, y yo sólo tenía ojos para Butragueño.
Cinco o seis años antes yo me sentaba en el Bernabéu al lado de mi padre, con el objetivo principal de ver a Juanito. Recuerdo el tejado y la lluvia fina. El frío, el cielo gris y el olor a puro. De pronto en los marcadores apareció el nombre de Butragueño. El Buitre había marcado con el Castilla en algún lugar ignoto y lo anunciaban en el Bernabéu como un acontecimiento maravilloso, tal era el estado semi depresivo del Madrid.
El Buitre había marcado con el Castilla en algún lugar ignoto y lo anunciaban en el Bernabéu como un acontecimiento maravilloso
Me acuerdo de que apareció escrito en letra roja ochentera y punteada de marcador: B U T R A G U E Ñ O; y recuerdo sentir un escalofrío de emoción. Y recuerdo comprobar con estupor que no era el único, pues un murmullo como de agua hirviendo recorrió de forma sorpresiva las gradas de Chamartín.
Butragueño estaba dentro de nosotros sin que lo supiéramos, aunque lo sabíamos. Aquella reacción popular fue un hito para mí. Oí por primera vez latir mi corazón madridista y butragueñista como si me lo hubiera sacado y lo mostrara orgulloso y sanguinolento como trofeo. Butragueño era la gran esperanza blanca. Y yo era blanco y bullía y apretaba los dientes enfervorecido por dentro.
El Madrid venía como de años de posguerra y aquel niño (uno como yo, pero mayor) estaba llamado a cambiarlo todo desde ahí mismo, precisamente desde ese corazón mío y desde el de todos los demás. Y además no estaba solo. Resultó que eran una suerte de pandilla de todos los colores, como los jerseys Privata.
Butragueño era un niño como nosotros del colegio Calasancio. Un chico de Madrid que iba a ser la estrella del Real Madrid. Yo creo que todos los chicos de Madrid y del Madrid lo llevamos en fervorosas y metafóricas volandas hasta esas alturas. Butragueño nos representaba. Butragueño éramos nosotros y Butragueño era el hijo de nuestros padres orgullosos y el nieto de nuestros abuelos orgullosos que habían visto seis Copas de Europa y reconocían a una generación con hechuras para una séptima. Butragueño era un consenso madridista, la transición gloriosa y única y brillante. Y lo empujamos con ese corazón para que nos salvara y nos salvó.
Vaya si nos salvó. Cuántos domingos melancólicos por la noche pasé yo antes de irme a la cama viendo el verdadero Estudio Estadio para escrutar con deleite lo que había hecho Butragueño, mi ídolo. Y cuántas veces pasé por la perfumería Butragueño de la calle Narváez, al lado de mi colegio, con la infantil esperanza de verlo. Yo miraba los ojos azules de su padre tras el mostrador, que estaban siempre húmedos, y pensaba que era por la emoción que no podía dejar de sentir. Una emoción incluso más grande que la mía.
A mí antes de él me gustaban, y entonces me seguían gustando, Juanito y Santillana. Yo recuerdo jugar a ser Juanito y Santillana hasta que apareció el Buitre. Yo me puse a jugar a fútbol (entonces jugaba a fútbol todos los días con una fantasía inolvidable: jugaba con la mente, pero mucho más arriba que mis pies) como él. Todos jugábamos como él: haciendo la paradita con las piernas abiertas y dejando los brazos muertos de orangután, antes de arrancar de pronto y sentirnos por instantes Butragueños y felices para siempre.
Todos jugábamos como él: haciendo la paradita con las piernas abiertas y dejando los brazos muertos de orangután, antes de arrancar de pronto y sentirnos por instantes Butragueños y felices para siempre.
No parecía que Butragueño pudiera acabarse nunca y así pasaron los años triunfales, ¡qué época!, preciosos, y yo aprendí a mirar a los lados de Butragueño y descubrí a los otros. Sobre todo, a Míchel, pero sin apartarme nunca de Butragueño. Butragueño fue el futbolista español más famoso de Europa después de mucho tiempo. Butragueño fue un renacer, una apertura, como una entrada en la OTAN futbolística.
Emilio Butragueño se hizo universal tras su exhibición con España en Méjico ante Bélgica. Parecía asombrosamente posible que aquel chico llevara por fin al Madrid a levantar otra Copa de Europa. Esos trofeos de la UEFA... el Anderlecht... En fin. Pudo ser y al final no fue, pero para mí no significó una decepción porque Butragueño era un triunfo íntimo y total e inacabable. Butragueño no venía de una favela, venía de dónde yo.
Gracias a él todos habíamos sido jugadores del Madrid. Habíamos sido las estrellas del Madrid. Millonarios con el Madrid, internacionales. Butragueño éramos nosotros escuchando a los Simple Minds o una casete que me grabó mi prima mayor. Mi prima que llevaba el pelo de punta y se vestía con monos y llevaba hombreras. En esa casete me grabó el Joshua Tree y, como sobraba cinta, también grabó Take On Me, de A-ha, Voyage, Voyage, y Why Can’t I Be You? y Just Like Heaven, de The Cure.
Gracias a él todos habíamos sido jugadores del Madrid. Habíamos sido las estrellas del Madrid. Millonarios con el Madrid, internacionales. Butragueño éramos nosotros escuchando a los Simple Minds
Es así como recuerdo yo aquella época de la Quinta: Just like Heaven. No recuerdo, y no me importan, los resultados. Recuerdo las sensaciones. Cómo era yo entonces, un Butragueño moreno lleno de ilusión y de miedo, cómo abría los ojos y me corría la sangre al verlo a él al final, siempre culminando la travesura colectiva de la pandilla mítica.
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creo que el partido histórico del Buitre con España fue ante Dinamarca.
Efectivamente,fue ante los daneses.
Que decir de Butragueño,el jugador español más carismático de los 80,en sus mejores años era de nivel balón de oro,que su generación no ganara la ansiada séptima (aunque Sanchís la resarciera al menos de forma honorifica ) supuso una decepción pero no dejaron de ser unos años gloriosos para el club.
Soy madridísta gracias a él.Con eso creo que ya lo digo todo.
Muchas gracias Emilio.
Cuánto costaría hoy un jugador como Butragueño?. Le recuerdo delgado, afiladísimo, deteniendo el tiempo en el área grande, mientras los defensas contrarios se movían a una velocidad distinta, incapaces de entender que algo había cambiado, que nunca volvería a ser lo mismo. Entonces, uno o dos segundos después, Butragueño arrancaba y devolvía al presente a todos los que nos habíamos quedado mirándole, contrarios incluidos. Atravesaba las líneas enemigas como si nada, deslizándose sobre el césped antiguo del Bernabéu, casi un fulgor, una sombra que se adelantaba a los pensamientos de todos y afrontaba decidido la portería contraria. Gol. Un regate seco, en un palmo de terreno. Una asistencia mirando al tendido, años antes de que Laudrup decidiera imitarle. Y después nosotros. Los aficionados que no podíamos creerlo. Otra vez. Y otra. Una sucesión de domingos en los que el mayor placer era verlo imaginar. "¿Qué vais a hacer hoy?". "Vamos al Bernabéu a ver a Butragueño."
¡ Qué bueno !.
Me he sentido muy identificado con el autor .
El Buitre siempre ha sido mi gran ídolo, fue el que me emocionó, el que me hizo aún más madridista. Recuerdo la eliminación de la Copa de Europa ante el PSV como uno de los momentos futboleros más tristes que he tenido. Pero por lo demás, me hizo muy muy feliz esta Quinta y, sobre todo, Butragueño.