Lío Messi

Buenos días, queridos galernautas. Al circo del Barça solo faltaba que le crecieran los enanos. No es que Messi se nos haya hecho mayor -que también- sino que, mientras a Lionel se le acababan por romper las pelotas, a Bartomeu se le quedaba, ayer tarde, cara de pelotudo burofax mediante. Tras las sobradas muestras de liderazgo mostradas por Messi Cuccittini a lo largo de dos décadas de azulgrana gambeteando a Hacienda y renovando su contrato a ritmo de mileurista, no resultaba difícil de adivinar que el menudo rosarino decidiera tomar las de Villadiego tras la dura administración del jarabe bávaro en Lisboa. Sin embargo, la jugada del 10, cuyas intenciones pasan por no dejar un mísero euro en la fosilizada caja fuerte del Barça, ya nos parece cosa de lesa humanidad. Incluso para nosotros.

No sólo para Nobita, a un paso de exiliarse cual gato cósmico en alguna galaxia muy, muy lejana, sino también para todos aquellos que elevaron a Cuccittini al pedestal de los valors, la humildad, el decoro, el protocolo, las buenas costumbres y el sentiment culé, hoy reducido a vulgar papel higiénico.

¡Se quiere ir! Apunta entre signos de exclamación el ya de por sí verborreíco diario Sport, sometido hoy junto a su compadre de la prensa catalana y los más distinguidos, absurdos y surrealistas exploradores del Serengueti a un Vía Crucis que no desearíamos ni a nuestro peor enemigo. O quizás sí.

El caso es que tras la deflagración de la bomba que anuncia Sport, entre cascotes y escombros, hallamos otra daga cuidadosamente clavada en la espalda de un hincha azulgrana que, por iluso, bien podría estar ahora mismo veraneando en El Pardo. Cuccittini, aún capitán del club que le paga la mayor morterada jamás pagada a nadie en el planeta fútbol, llamó a otro perfumado tótem blaugrana, Sant Pep Guardiola de Santpedor, para preguntarle si hay petrodólares para su fichaje; no sabemos si con la mediación del arzobispo de Barcelona o por el contrario con el arbitraje de algún jeque catarí, amiguete del jardinero Hernández.

Quizás sólo los más cerriles becerros de la pradera culé no han podido anticipar este movimiento, vil sí, pero completamente previsible si uno se detiene a leer la letra pequeña de los contratos de Cuccitini. Pequeña tenía que ser.

La disputa legal ahora reside en saber en qué fecha (10 de junio según el club, right now según el futbolista) se puede ejecutar la cláusula que permite a Cuccitini poner pies en polvorosa. O en Pontevedra que diría Gomaespuma.

Sin embargo, nadie parece detenerse en el hecho de que la sola presencia de una cláusula así en un contrato multimillonario demuestra cuánto le importan al gran capitán culé los problemas del club que le paga 39 kilos al año y le cede todos sus derechos de imagen.

Las comparaciones son odiosas, reza el refrán, y busque, compare y si encuentra algo mejor cómprelo, decía un anuncio de Dixán en los 80. Sin embargo, viendo el esperpento, resulta inevitable recordar cómo se marchó CR7 del Bernabéu.

Recordemos que nuestro Adonis de Madeira anunció su marcha confiante sobre el césped de Kiev, después de alzar la cuarta copa de Europa en cinco años, con una chulería castiza propia de un chulapo de Chamberí ligando con una florista con la falda almidoná en la calle de Alcalá.

Cuccittini ni está ni se le espera. Uno se va con la Orejona en brazos y el otro, con esto y un bizcocho -bizcochen en este caso- hasta mañana a las ocho.

Uno anunció su marcha entre los fastos del torneo más prestigioso de Europa, y el otro se escurre burofax mediante dando las gracias por todo lo laburado.  Uno dejó cien kilos, amortizando, si cabe aún más, su fichaje. Y el otro pretende dejar un mondongo que sumiría al FC Barcelona en un rampante e inexorable proceso de milanización que amenaza con estallar en bunga-bunga salvaje en la Ciudad Condal.

Nadie nos había dicho que esta reedición de Las Aventuras de Tintín (Koeman) iban a resultar tan interesantes. Qué diplomacia la de Ronald, por cierto. Qué tacto. En menos de dos minutos -¡y por teléfono!- se ha fundido a Suárez y Cuccitini.

Está Tintín para ministro de Exteriores.

El vodevil azulgrana ha eclipsado la verdadera noticia deportiva del día en clave madridista. Un triunfo cuyo rastro desaparece de la conmocionada prensa culé, pero que incluso aparece reducido a vulgar breve en la primera plana de la Ouija.

Sí. Aunque parezca mentira, el Madrid consiguió un trofeo que no tenía. Y lo hizo gracias a Raúl y sus chicos que se alzaron con la victoria en la final de la Champions Youth League después de un asombroso torneo que dibuja un futuro brillante para el club, tanto desde el verde como desde el banquillo.

Con Kubo, Valverde, Rodrygo, Militao, Jovic, Vinicius, Odegaard, Miguel Gutiérrez y el Bernabéu convertido en lata de sardinas galáctica, según Freddy Relaño, creemos que hay sobrados motivos para la ilusión en el futuro madridista.

A otros les queda Vendelé.

Y el tragalá, en el caso de Cuccitini.

Pasad un buen día.