Messi-Cristiano: el nuevo gran duelo 

Buenos días. ¿Recordáis cuando Messi era indiscutiblemente no ya el mejor jugador del momento sino el de la Historia también, y Cristiano era poco menos que un fantoche pretencioso que infructuosamente trataba de hacerle sombra? Cosas así se deslizaban continuamente desde los medios, no solo desde los medios cataculés sino desde la prensa capitalina también, y se dejaban caer con la rotundidad de la que suelen revestirse los dogmas para reforzarse. Una idea dudosa que aspira a ser verdad revelada tiene que ponerse muy seria y poner mucha cara de eso precisamente, de ser verdad. Y con esa cara se repetía hasta la extenuación que Cristiano era un buen rematador, sí; un buen goleador, de acuerdo; pero bajo ningún concepto alguien cuya grandeza pudiera compararse ni por asomo a la del astro rosarino. 

Mozart y Salieri, ¿lo recordáis? El paralelismo se usó chuscamente y hasta la náusea. Messi era el gran genio cuya inmensidad resultaba inalcanzable para su némesis, que rumiaba por las esquinas su rabia y su inquina teñida de envidia. Así se pintaba el panorama. 

Cuando Cristiano vestía de blanco, amigos, no era generalmente considerado por los medios como un rival a la altura de Messi. Tuvo que remontar un 4-1 en Balones de Oro y llegar a igualarle para que se le considerase  globalmente como un adversario a la altura del argentino, y ni siquiera entonces hubo consenso respecto a que lo fuese. ¿Será quizás por la razón incluida al comienzo de este párrafo, es decir, precisamente porque vestía de blanco? Si nos atenemos a las primeras planas que se le dedican hoy, cuando ya no viste de blanco sino de blanquinegro, habrá que concluir algo parecido. 

Ahora sí que se les trata de igual a igual. Ahora sí que hay consenso. Cristiano está lejos del Bernabéu, y agigantar su figura contribuye incluso (o así se quiere hacer ver) a desgastar la del Real Madrid, que lo vendió. Cristiano está ya a salvo del papanatismo filoculé que le trataba con desdén para poder encumbrar a Messi, aquel mohín de nuevo rico con que las filas problaugranas negaban el pan y la sal al portugués en parte por su carácter incomprendido, pero sobre todo porque era la respuesta madridista a Messi, y como tal, por definición, tenía que fracasar. 

Todo ha cambiado. Cristiano vs. Messi, el duelo que esta noche espera al planeta Champions es, paradójicamente, porque mira que lo hemos visto veces, el nuevo gran duelo, y es nuevo porque solo ahora se reconoce realmente la legitimidad del de Madeira para mirar a la cara a su rival. 

Incluso la cuenta oficial del Barça ha elevado a Cristiano hacia las alturas de Messi con un tuit que incluye un dibujo ilustrativo del encuentro en la cumbre. Es verdad que hay detalles que dejan claro, a poca atención que el espectador ponga, que Messi es supuestamente superior (sobre todo el acrónimo GOAT en la ventana de su lado), pero Cristiano es por fin tomado como un rival capaz de hacer siquiera una mínima sombra al shequetito. Este tuit habría sido impensable con Cristiano aún en el Madrid. Los valors no les habrían dado para tanto. 

Pero hay otra reflexión más: este tuit jamás habría sido posible con Messi en la cresta de la ola. Habría sido tomado como un insulto para el argentino. El detalle revela también un principio de desafección hacia la vieja estrella, que ya enfila el camino de salida y a quien Sport, quizá intencionadamente, trae hoy a su portada en una foto que no le hace excesivo favor. 

Pasad un buen día.