Me aburre mucho Mbappé. Muchísimo. Me recuerda a una charla que el filósofo John Cook Wilson impartió en Oxford en 1889. Llevaba por título “Sobre una teoría evolucionista de los axiomas”, que suena a juerga loquísima. Wilson se explayó a gusto durante más de dos horas seguidas de disertación, al final de las cuales carraspeó un poco y, sin levantar los ojos de sus notas, dijo: “Después de estas observaciones preliminares…” y comenzó a dar la conferencia.
Al lado del entorno de Mbappé, Wilson es un principiante. El “Mbappeverso” lleva cerca de un lustro torturándonos con observaciones preliminares y ahora acaba de empezar la conferencia, que vaya usted a saber lo que durará. Supongo que, como comprometido colaborador La Galerna, debería manifestar una opinión al respecto si no quiero perder mis privilegios secretos de galernauta, como el politono de Sergio Ramos felicitando la Nochevieja en cantonés o mi carnet personalizado del Club Carrefour con la foto de Prosinecki. Pero si les soy sincero, sobre el tema Mbappé no tengo una opinión mucho más formada que la tengo sobre la teoría evolucionista de los axiomas.
Billy Wilder trabajó con Marilyn Monroe en Con faldas a lo loco y la actriz convirtió el rodaje en un suplicio. A pesar de las quejas de Wilder, Arthur Miller, que estaba casado con la actriz, no perdía la oportunidad de defender la profesionalidad de su esposa: “Marilyn es un tesoro, un privilegio; es la sal de la tierra”, escribió en un telegrama para Wilder. “Ayer la sal de la tierra mandó a todo el equipo de rodaje a tomar por el culo”, respondió el cineasta. Me pregunto si meter a Mbappé en el Madrid no será como fichar a Marilyn Monroe con Faiza Lamari en modo Arthur Miller. Yo qué sé. También es verdad que cuando Billy Wilder veía las pruebas de cámara de Marilyn se olvidaba por completo de sus berrinches y salidas de tono, porque Marilyn era pura magia en la pantalla, igual que Mbappé es pura magia en el césped.
El tiempo dirá si al Madrid le merece la pena el esfuerzo. En este momento a mí la saga Mbappé me atrae poco. Por más que me esfuerzo, no encuentro interés en analizar si su juego es conveniente para el Madrid, en su valor estratégico de mercado o en si cuando fiche, si es que ficha, será un problemón gordísimo para Ancelotti; porque todo el mundo sabe que lo que más odian y temen los entrenadores de fútbol es tener a demasiados jugadores buenos en su plantilla.
Enorme bostezo. Nada de eso me importa.
Me interesa mucho más Andriy Lunin, por ejemplo, quien se está convirtiendo en un portero de élite justo delante de nuestras narices. Frente al Leipzig, el ucraniano igualó el récord de paradas en una eliminatoria de Champions que ostentaba Courtois, así que vamos a dejarnos de tonterías y vamos a empezar a hablar en serio de una vez de Andriy Oleksiyovych Lunin.
Yo creo que hay que estar un poco mal de la cabeza para ser un buen portero. Las pocas veces en mi vida que he jugado al fútbol siempre lo he hecho de guardameta, así que sé de lo que hablo. No hay soledad en el mundo que pueda compararse a la que existe en el espacio conformado por tres palos y una red. Todos los buenos porteros tienen algo de personaje lovecraftiano, que de tanto contemplar el vacío acaban perdiendo la cabeza. "Miro el abismo/ El abismo me mira/ Somos lo mismo", escribió José Bergamín. El abismo es lo que está bajo los palos.
Ser portero exige la fortaleza mental de un bloque de feldespato. Quizá por eso a lo largo de la Historia las porterías siempre han parido genios. Karol Wojtyla jugaba de arquero en las categorías inferiores del MKS Cracovia antes de recibir la llamada divina y ser coronado Papa como Juan Pablo II. Y estoy seguro de que la inmensidad de los misterios de la fe le parecía una maceta al lado de la distancia que tenía que cubrir entre poste y poste cuando se le acercaba un delantero rival. También fue portero, y muy bueno según dicen, Arthur Conan Doyle; concretamente en el Portsmouth Association FC, y acabó en su vejez creyendo en hadas y en fantasmas. También como portero solía jugar Salvador Dalí, lo que demuestra que cada vez que uno se enfunda los guantes de arquero da un paso más en el camino hacia el surrealismo. Que se lo digan si no al Mono Burgos.
No sé cuál es el destino que le depara a Andriy Lunin cuando deje los terrenos de juego, si se dedicará a pintar relojes derretidos, a escribir novelas de detectives o a ser romano pontífice. De todo parece capaz el ucraniano salvo de una cosa: sonreír.
Lunin es un tipo que apenas sonríe, mide casi dos metros y sus ojos son heridas de cuchillo que manan sangre azul eléctrico. Lunin no es un portero, es una esfinge; por eso es tan bueno. En la mitología griega, la Esfinge plantea a Edipo un acertijo con la amenaza de devorarlo si no lo resuelve. Cuando un delantero rival se planta con el balón ante la mirada de Andriy Lunin entonces escucha su voz en su cabeza plantando un acertijo: “Tú, insignificante mortal, ¿cómo pretendes meterme un gol?”; y ese infeliz delantero de pronto siente (de pronto sabe) que si no lo resuelve en una décima de segundo, Lunin se lo comerá vivo. Se pone nervioso y falla, claro. Lunin es un portero apotropaico: mantiene el mal lejos de sus dominios infundiendo pavor.
Guardando la portería, con esos ojos entornados y esa total, completa, profunda y absoluta incapacidad para esbozar una sonrisa en condiciones, se me asemeja Lunin al soldado veterano de una guerra perdida, parapetado en la trinchera y sujetando con los dientes el hilo de bramante con el que se está suturando él mismo la herida de bala en el estómago. Lunin es, probablemente, en lo que se reencarna alguien que en la otra vida la palmó arrojándose sobre una granada a punto de estallar para salvar a los niños de un orfanato.
Hay algo misterioso en la forma que tienen los ojos de Lunin de mirar el mundo, en esa expresión que no se altera nunca, como si además de porterías custodiase un secreto que solo él conoce y que los demás ignoramos por nuestro bien. Una verdad espantosa que a cualquier otro mortal le volaría la cabeza en pedazos, pero no a Lunin, cuya mente está hecha de roca fundida. Es como el poema que William Blake le dedicó a un tigre:
¿Qué martillo, qué cadena,
en qué horno fue tu mente?
¿En qué yunque? ¿Qué medrada opresión
osa estrechar el terror más implacable?
¿Qué mano inmortal, qué ojo
osó forjar tu terrible simetría?
El misterio que oculta la “terrible simetría” del rostro de Andriy Lunin me recuerda cierto artista igualmente enigmático. Es probable que muchos de ustedes que, a diferencia del que aquí suscribe, han empleado su tiempo en cosas más productivas que estudiar Historia del Arte no hayan oído nunca hablar de Carlo Crivelli. Crivelli fue un pintor veneciano del siglo XV de gran talento, pero que tuvo la mala suerte de vivir en la misma época que otros grandes genios más populares como Leonardo da Vinci, Rafael o Tiziano; de igual modo que Lunin pasó mucho tiempo oculto por la sombra de Courtois.
Crivelli, que era un grandísimo pintor, tenía la costumbre de incluir un elemento en todas sus obras, como una especie de firma: un pepino. Siempre el mismo pepino. Daba igual lo que representara el lienzo: ya fuera una Madonna, una Anunciación, un retablo lleno de santos, una Crucifixión… En todos ellos, y en un lugar bien visible, Crivelli pintaba un pepino. Incluso en la Última Cena que hizo para el monasterio de Santo Domingo de Camerino, Crivelli representó a Cristo y a los apóstoles comiendo (¿adivinan qué?) pepinos.
A día de hoy ningún experto tiene ni la más remota idea de por qué Crivelli firmaba todas sus obras con esa hortaliza. Nadie sabe qué significado tiene o qué demonios quería decirnos Crivelli con sus pepinos. Es uno de los misterios más extraños y peculiares de la Historia del Arte.
“Solo el misterio nos hace vivir. Solo el misterio”, dijo García Lorca. El Real Madrid tiene sus propios enigmas irresolubles. Uno de ellos es el secreto que oculta su portero que nunca sonríe. El pepino de Andriy Lunin. Un personaje sin duda mucho más interesante que la turra interminable sobre Kylian Mbappé.
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Me ha encantado el artículo. A mí también me aburre el tema de Mbape. Yo creo que con ese dinero se puede reforzar mucho el Real Madrid femenino (si es que interesa la sección)y renovar a Tavares, Hezonja y Poirier.
Totalmente de acuerdo, pero Florentino considera que, además de goles, Mbappé traerá mucho dinero. Ya sabes, no da puntada sin hilo. Pero sí estoy en que al "femenino" le hace falta NIVEL, y sobretodo, que sería una negligencia imperdonable perder a Tavares, Pourier, y Herzonja
Siento discrepar con usted ,señor periodista pero a mí Mbappe si me interesa mucho y gracias al talento de Don Florentino lo vamos a tener en el.remozado Santiago Bernabéu.
Muchas gracias Don Florentino de parte del socio número 1057 del.Real Madrid
Si bien es cierto que Crivelli es muy dado a colocar frutas en sus composiciones (todas de carácter religioso), ni mucho menos utiliza el pepino en todas ellas.
En cualquier caso, da gusto leeros.
No en todas, desde luego. Llamémosle a eso "hipérbole estilística" para suscitar más interés en el lector. No obstante, no hay duda de que el pepino es el gran protagonista de su obra. Por eso en la muestra que dedicaron a Crivelli en el museo Isabella Stewart Gardner de Boston en 2015 el catálogo lo denominaba "El maestro del pepino."
¡Gracias por el comentario!
Siendo así, aunque perdiendo un poco de gracia, el artículo continúa siendo una virguería literaria.
Uno de los mejores textos que he leído jamás en relación al deporte. Con el motivo del deporte hay un desarrollo maravillososo. Tremendo documento. Seguro que no se paga lo que vale. Ni muchísimo menos...
*Ojalá venga Mbappé. Es la coyuntura adecuada. El "momentum".
Perdón, glups. Quise escribir *maravilloso.
Acabo de leer que el Sevilla C de F,ha " denunciado ",a RMTV,por dice los comentarios sobre el árbitro Díaz de Mera que va a pitar en el Santiago Bernabéu el.proximo domingo.
Hay que recordar a este club de los más antimadridistas de España,que se lean la Constitucion de 1978 ,que consagra el.principio de la Libertad de Expresión.
A ese club regid.por mafiosos ,Del Nido,padre e hijo.
A ver,estimado Luis, que te aburra el "Mbappeverso" puedes estar seguro que no eres el único.
Lo que también es seguro, y ahí no has querido meter el bisturí,es que al,"Mbappeverso" le alimentan personas como Ramón Álvarez de Món, José Félix Díaz y también Jesús Bengoechea.A todos ellos les conoces e incluso con algunos tienes relación estrecha. Ellos han contribuido con sus opiniones más que informaciones a que haya hartazgo y escepticismo con el jugador,y desde luego que a ellos les ha beneficiado con horas de televisión, redes sociales y artículos.
Mbappe puede ser muchas cosas sobretodo porque tiene la virtud o defecto de hablar poco sobre si mismo, pero mucho de lo que se ha escrito ha sido alpiste que han echado gente con la que tienes relación para alimentar a incautos.
Este artículo sí que es un pepino!!
Es curioso este asunto de gente culta dedicando su tiempo y su saber a hablar de fútbol
Hay tambien directores ilustres de cine que hacen campañas publicitarias para que creamos que comprando eso que venden nuestro espíritu mejorará.
No sé lo que pretenden los que escriben de futbol
A mí me resulta curioso, empero, que una persona que no sabe escribir su propio nombre sea capaz de encontrar este refugio.
Precioso artículo. Ojalá que Mbappé consiga en el terreno de juego dispersar las dudas que muchos tenemos sobre él. Que sea profesional y efectivo, aunque no nos caiga simpático. Y que trabaje por el equipo y no sólo para sí mismo. Y, en cuanto a Lunin, que ahora transmite seguridad y confianza, ojalá renueve por el Real Madrid, a pesar de que Courtois esté por delante, porque oportunidades ya no le van a faltar.
El pepino está presente en el arte, y también en el deporte. En concreto en la fórmula uno.
Un pepino se coló en el discurso de una veterana presentadora del canal 24 horas de RTVE.
Al dar la noticia de una carrera de fórmula uno, nos informó de que el coche de Kubika "iba como un pepino".
¿En qué estaría pensando? ¿Sería en uno de esos magníficos pepinos de Almería que los bárbaros agricultores de la (nada) dulce Francia desparraman por las carreteras?
Pasado el tiempo afirmó que se trataba de una "apuesta" con sus compañeros de redacción.
Se perdió el encanto del momento para siempre.
Saludos.