¿A cuál de ellos debería fichar el Real Madrid?
Antes de contestar a esta pregunta, y teniendo en cuenta que a estos jugadores se les suele llamar (sin pecar de originalidad, tampoco nos vamos a engañar) killers o asesinos del área, permítanme que les hable de Colombo, la mejor serie de televisión de la historia. Colombo, para todos aquellos que afortunadamente todavía no lo conozcan, es un detective inteligente, familiar, que conduce un destartalado Peugeot 403 tan viejo y sucio como su sempiterna gabardina, desaliñado, con el pelo revuelto, voz rasposa y un eterno puro en los dedos, que interpretó, consiguiendo una de las mejores composiciones de un personaje de la historia de la televisión, Peter Falk.
La serie tiene una particularidad que la hace diferente al resto de series de detectives: el asesino (y la forma de cometer el asesinato) se muestra al principio de cada capítulo. El espectador sabe, y disfruta viendo cómo Colombo lo acorrala con su torpeza impostada, quién es el malhechor, las razones para cometer el asesinato y su coartada.
Ahora sí, retomemos la primera pregunta y descubramos al asesino. Exacto, es él, nuestro asesino, el fichaje que tiene que acometer el Real Madrid es Endrick.
Mostremos las pistas, los supuestos culpables, las implicaciones, deseos y coartadas.
Mbappé
23 años, le faltan diez días para cumplir 24. Hizo todo lo posible para ser descubierto. Nadie, excepto Colombo, se dio cuenta del engaño. Su coartada, perfectamente engrasada por el dinero catarí, era carecer de ella. Dejó multitud de pistas para ser desenmascarado, desde mostrar su habitación llena de fotos de Cristiano y Zidane, hasta presumir de un cómic en el que se jactaba de ser madridista de cuna.
Sus armas eran (y siguen siendo) letales:
Es Jack el destripador. La temporada pasada jugó 46 partidos, metió 39 goles y dio 25 asistencias. son números de otra galaxia, exactamente de la misma en la que han habitado Cristiano y Messi durante más de una década. Este año lleva 20 partidos, 19 goles y 5 asistencias. Sus registros te llevan al infinito. En el enfrentamiento de Champions con el Real Madrid casi nos manda a la lona, metió gol en la ida, en la vuelta y le anularon otros dos. Él solo se bastó para llevarnos al límite. Aunque tiene contrato hasta el 2025, no descarto que haya pactado una salida bajo ciertas condiciones.
¿Merece el perdón de sus pecados? ¿Debe el Real Madrid fichar a un jugador que le ha dado calabazas dos veces, que ha jugado con el sentimiento de millones de aficionados?
Yo, entre la razón, que me indica que este jugador puede iniciar un nuevo ciclo de gloria en el Real Madrid, y el orgullo, que me susurra al oído que es un niño malcriado que no merece vestir la camiseta blanca, DUDO. Sé que aquí no hay término medio. Su desplante está tan cercano como la consecución de la Decimocuarta y eso frena la necesidad, o el deseo, de su fichaje. En otra situación, otro gallo, y nunca mejor dicho, cantaría.
Colombo entra al palacio qatarí de Mbappé, al saludar a su madre tropieza con una alfombra persa, rompe un jarrón de la dinastía Ming y se disculpa torpemente.
Mientras admira la grifería de oro del baño se hace varias preguntas: ¿Va a querer Mbappé, una persona con un ego desaforado, acostumbrado a hacer y deshacer, a que le bailen el agua y rieguen su paso con cientos (o miles) de millones, fichar por el Real Madrid? ¿Va a querer unirse al equipo de sus (supuestos) amores después de la humillación mundial que supuso su eliminación de la Champions?
Su cara, sus gestos, esa dolorosa eliminación, los insultos que ha recibido después de su negativa, el menosprecio de la afición madridista… ¿No va a pesar todo eso en su decisión?
El teniente Colombo saca una libreta del bolsillo de la gabardina y esboza un par de dibujos. Vuelve a dejar la libreta en el bolsillo. Sigue caminando por el palacio y en la cocina, debajo de un inmenso fregadero, encuentra en uno de los cubos de basura el cómic y las fotos de Zidane y Cristiano entre restos de verdura y posos de té. Colombo se guarda un trocito del escudo del Real Madrid en la cartera.
Haaland
22 años. Aquí no hay dudas, es Leatherface, el asesino de “La Matanza de Texas” y de todos los campos que holla. Esta temporada, en el City, en la Premier, ha jugado 18 partidos, ha marcado 23 GOLES y ha repartido 3 asistencias. En sus tres temporadas en el Dortmund jugó 89 partidos, marcó 86 goles y dio 19 asistencias. “El horror… el horror…” es Él. No sé si habrá muchos jugadores en la historia del fútbol que tengan a su edad unos registros parecidos.
Colombo entra en la lujosa villa de Haaland en Marbella, ladea la cabeza, recoge, al no encontrar ningún cenicero, torpemente la ceniza de su puro en la palma de la mano y se rasca la patilla izquierda. Busca la libreta en el bolsillo derecho de la gabardina, no la encuentra, en el izquierdo tampoco, en los bolsillos del pantalón y en los de la camisa. Al final, después de esparcir la ceniza por toda su vestimenta, encuentra un ajado papel, un pequeño lápiz y anota unas enigmáticas palabras.
“Comprar chili con carne”.
Entra a la habitación de Haaland, se acerca a la cama y se mira en el espejo del techo, el que está justo encima, abre los cajones de la mesita y encuentra un contrato. Lo hojea y descubre que hay un anexo, una cláusula de 200 millones de euros para poder cambiar de equipo en el año 2024. Se arrodilla, levanta los faldones del edredón y ve un bulto debajo. Sí, allí está, es enorme, una motosierra escandinava de casi dos metros.
Cuando termina sus pesquisas sale de la villa, se monta en su Peugeot, mete la llave en el contacto, arranca, da un pequeño acelerón y empieza a rodar. Diez metros más adelante, después de unos ruidosos petardeos del tubo de escape que activan todas las alarmas del chalet, el coche se para en seco.
Endrick
16 años. Todavía en el reformatorio, solo ha protagonizado las escaramuzas propias de su edad. En cinco años marcó 165 goles en 169 partidos en las categorías inferiores del Palmeiras. Es una de las irrupciones más brillantes de las últimas décadas en el ya de por sí luminoso fútbol brasileño. Su potencia de arrancada, compitiendo con futbolistas mucho mayores, recuerda (AY) a Ronaldo, su compatriota.
Y ya, en su Wikipedia, la Biblia del jugador de fútbol, sus estadísticas son estas. No hay más. Haaland va con motosierra y Endrick, de momento, solo tiene un cortaúñas.
A Colombo el puro se le ha vuelto a apagar. Lo enciende una vez más. Reflexiona.
Mbappé es un jugador completo, posiblemente el que más aportaría al equipo, el año pasado entre goles y asistencias intervino en 64 goles. Nadie sabe si tiene alguna cláusula que le libere ni si estaría dispuesto a fichar por el Real Madrid. Tampoco veo a los aficionados muy ilusionados con su contratación. Es posible que Florentino, mucho más pragmático, no opine, afortunadamente, lo mismo.
Haaland es una bestia. Encajaría perfectamente en el Real Madrid. Podría, si la cláusula está vigente, llegar a los 24 años, la edad perfecta para dar lo mejor de una carrera que se presupone estará llena de éxitos. Es posible que a Florentino, y a varios presidentes más, ya les haya llegado, gracias a su representante, el precio de su salida.
Colombo dio otra calada a su puro. El caso se había complicado, pero la solución la tenía delante. El asesino, el fichaje, tiene que ser Endrick, su potencial es enorme. Y tiene una ventaja sobre los otros dos, una pista que marca la diferencia e indica el camino a seguir: no está bajo el enorme yugo de un club estado, no hay, de momento, ningún jeque con el que negociar ni ninguna jaula de oro. ES EL FICHAJE. El Real Madrid necesita un goleador que sustituya a Benzema, no puede permitirse que esta puerta se le cierre como las otras dos. No puede esperar más. Vinicius más Endrick es la apuesta.
Colombo sale de la habitación y cierra la puerta. Pasan unos segundos y vuelve a entrar…
Una preguntita más…
¿Han pensado en fichar a Endrick y Haaland?
Getty Images.
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