Matrix

Anoche hubo un partido de fútbol -la ida de la Supercopa de España, con perdón para los implicados- y Piqué vio desde el banquillo cómo su equipo recibía cuatro goles sin que el contrario sufriera ninguno. Para mayor escarnio, esos cuatro goles no parecieron ser fruto de la casualidad, el error arbitral o el césped, sino de lo que podría denominarse indistintamente baño, paliza, meneo o chorreo, aunque hay algunos autores que, menos dados a las licencias, prefieren el término goleada, sin duda más académico. El caso es que no nos lo podemos creer. Entiendan que esta verbena de verano nos haya pillado por sorpresa. Tan acostumbrados estamos en esta maldita sección bendita a crearnos nuestras propias fiestas, que no sabemos muy bien cómo encajar que venga alguien de fuera a sacarnos a bailar, y menos de un modo tan animoso y febril.

"¡Paliza al Barça!", titula hoy Marca, seguro que -como nosotros- más sorprendidos que contentos (bueno, o al revés que nosotros). Pero ya decimos que, si ustedes lo piensan bien, no puede ser que esto haya pasado. Revisemos el partido una y otra vez hasta dar con el error. Seguro que el cambio climático puede arrojar luz al asunto, o tal vez la deriva continental, la astrología, Artur Mas o el padre de Neymar. Preguntemos si no a Xavi Hernández, él sabrá qué ha pasado de verdad, más allá de lo que han visto nuestros ojos en lo que, en vano, creemos clara y distinta realidad. Xavi ya nos alumbró en su momento con aquello de la impostura del resultado, y aunque ya no sea jugador del equipo vapuleado anoche, seguro que podrá reflexionar sobre lo sucedido para desentrañar su no haber ocurrido como todos hemos visto que ha ocurrido. Solo pedimos un pequeño gran Descartes que nos haga dudar de nuestros sentidos, que nos haga despertar de este sueño que falsamente creemos tan reparador, que nos revele la verdad (con B mayúscula) antes de que -ufanos y engañados- bailemos con el nuevo disco de Shakira como si no hubiera mañana.

Pero no. Hasta Relaño se nos pone poético y nos muestra los "cuatro truenos" en su portada de hoy, y así no hay quien sepa que lo ocurrido anoche no sucedió. Pero es que, para más inri, parece que el equipo de Luis Enrique ha recibido ocho goles en sus últimos dos partidos, y ahora sí que ya no sabemos qué hacer para que Matrix desvele su verdadero rostro, y por fin poder negar las siempre insanas evidencias. Será el efecto de las recientes elecciones presidenciales, que tiene al equipo algo confundido, será este calor de pretemporada, será algún sortilegio desatado por la barba de Arbeloa, será lo que sea, pero esta cosa aciaga (o su apariencia) no puede ser por razones de fútbol, eso seguro. Aunque bien pensado, si fuera el fútbol el problema, nosotros no podríamos decir nada al respecto, porque en la meseta sabemos bien poco de tal cosa. A fuerza de insistir (en el error) han caído algunos títulos como llovidos del cielo y tal, pero no porque sepamos lo que es el fútbol, claro está, sino por esas cosas del destino, la fortuna o hasta la prebenda política, todas ellas tan impostoras como el resultado.

Pero, esperen. Un momento. Esto sí que no. ¿Es una nueva falsa impresión, o la portada de Mundo Deportivo apela a nuestro no saber de fútbol como arma para que el Barcelona remonte en el partido de vuelta? ¿Dónde está el recurso al tiki-taka? ¿Dónde el balón como protagonista del mismo capítulo interminable de Oliver y Benji? Nada de eso se atisba hoy. Es la gesta lo que pide Mundo Deportivo, en franco (con perdón) desafío (y hasta expolio) a la meseta. Como diría el Padre Suances, no se puede estar en misa y repicando. Si el fútbol es solo uno y además patrimonio exclusivo, solo pedimos que no nos roben nuestras toscas herramientas cuando vengan mal dadas. ¡Si hasta Piqué -siempre Piqué- parece querer tirar de nuestro moltolonguismo! No, hombre, eso son malas artes, querido Gerard, y ya van demasiadas por tu parte.

"Si hay alquien que puede remontar este resultado es el Barça", dice Luis Enrique, también él tomando prestada una ancestral característica del Madrid, y por ahí ya ha quedado dicho que no pasamos. Sabe bien -o debería saber- el entrenador culé que si alguien puede remontar ese o cualquier resultado es justamente el Madrid, y tal vez ahí se le cuele algo de lo inculcado y vivido en Chamartín, so pena de no ser comprendido en Barcelona. Por supuesto que lo de anoche -hasta que venga Xavi y nos lo explique- fue el partido de ida, y, aun siendo muy difícil, cabe la posibilidad de que el Barcelona remonte para acabar ganando la Supercopa de España (perdón otra vez), pero nos rebelamos ante la maniobra culé de apelar a armas tan supuestamente imperfectas y sobre todo tan ajenas a ellos. Eso está muy feo. O, bien mirado, tal vez con ello reconozcan -sin por supuesto hacerlo con claridad- que de fútbol sabemos todos, y que tan solo hay diferentes modos de entenderlo y practicarlo. Pero no, olviden esto último. Es solo una nueva argucia de Matrix. Todos a dormir.