Me pide Jesús Bengoechea que escriba una lista con 20 cosas más desesperantes que un parón de selecciones. Declaro mi rotundo fracaso en el empeño porque no se me ocurre ninguna. No obstante, sí puedo listar un puñado de ellas que, a bote pronto, me resultan más apetecibles. Que ustedes las disfruten (es un decir) y, sobre todo, que se les haga leve lo poco que ya queda de este parón.
Ser tercer vocal suplente
de una mesa de elecciones,
que nadie venga a su hora
y te toque presidente
(aparte de los cojones):
eso solo lo empeora
un parón de selecciones.
Ser Bellingham en la playa
estando de vacaciones,
tumbadito en tu toalla,
embelesado en las olas,
oyendo una caracola
que el viento del mar susurra
y que te llame Guardiola,
te dé tres horas de turra
para fichar por el City
a cambio de mil millones
y un reloj de Hello Kitty
para que mires la hora:
un parón de selecciones
eso solo lo empeora.
Que no tire la impresora
porque le falta el magenta,
los cigarrillos de menta,
Paul McCartney a los ochenta,
que parece una señora.
Meterte una lijadora,
por dentro de los calzones:
eso solo lo empeora
un parón de selecciones.
Perder contra Simeone,
los discos de Locomía
más cinco vasectomías
con un cuchillo oxidado.
El vino tino Hacendado,
un libro de Concostrina,
viajar de Montjuic a China
montado en la xavineta
sin llevar en la maleta
más que un tubo de aspirinas.
La andropausia masculina,
las cuentas de Bartomeu,
ser culé y ver las vitrinas
de copas del Bernabéu.
Los huracanes del trópico,
la falta de vitaminas,
Israel y Palestina,
y el penalti psicológico.
La prensa culé que llora
castellets y barretinas
pues la caja de Pandora
se les ha “quedao” vacía.
El IVA y la Guerra Fría,
rascarse con zarzamora
un picor en los pezones:
eso solo lo empeora
un parón de selecciones.
Getty Images
Absolutamente genial. Has conseguido lo que un servidor no pudo: embellecer sobremanera lo poco peor que pueda haber que un parón de selecciones.