En esta serie de artículos de La Galerna, especulamos sobre cuál es el mejor lateral derecho de la historia del Real Madrid. Para ello, hemos pedido a varios de nuestros colaboradores que se decanten por su favorito y argumenten su elección.
Pieza básica del glorioso Real Madrid en los años 50 por juego, eficiencia y personalidad. El cántabro ganó las cinco Copas de Europa y fue titular en cuatro finales: en la I y la II como central y en la IV y la V como lateral derecho.
Marquitos ejerció como comodín y multiusos en su periplo madridista que duró ocho temporadas. Llegó del Racing siendo un joven de 21 años y se marchó con 29 y con un palmarés envidiable que también contenía cinco Ligas, una Copa del Generalísimo y una Copa Intercontinental. Enrique Fernández, Villalonga, Carniglia, Fleitas Solich y Miguel Muñoz sabían a la perfección que disponían de un auténtico multiusos en la zaga. Un jugador versátil y polivalente que actuaba de central, de lateral derecho o en caso de necesidad también de lateral izquierdo. Siempre cumplía porque una de sus virtudes fue la regularidad en su juego y un rendimiento óptimo a lo largo de su vida deportiva en el club blanco.
El santanderino fue un revolucionario en el lateral diestro porque en la época todavía era frecuente el inmovilismo en ese puesto, es decir, la única misión consistía en defender y guardar la posición atrás. Sin embargo, Marquitos fue un apasionado de subir la banda, de realizar centelleantes y sorprendentes galopadas por el carril que destrozaban la táctica clásica y que causaban estragos en el plan defensivo rival. Incluso en alguna ocasión reconoció que “mis compañeros se enfadan un poquillo cuando subo”. Sus cualidades físicas tenían un nivel superior y a ello hay que sumar su velocidad, valentía, dureza, pundonor y carácter competitivo. Al igual que les ocurrió a otros jugadores de aquellos años, con el transcurrir del tiempo, entrenamientos y aprendiendo de los mejores fue puliendo y mejorando su capacidad técnica.
Pieza básica del glorioso Real Madrid en los años 50 por juego, eficiencia y personalidad
Sus primeros partidos los disfrutó como lateral pero una lesión de Oliva le obligó a moverse al centro. Su magnífica productividad le mantuvo allí hasta el fichaje de Santamaría en 1957, que le hizo retornar al costado diestro. Él tenía claro su papel y años después en una entrevista dijo: “Yo era un peón, pero que trabajaba al lado de reinas y reyes. Así era más fácil. Todos sabemos cuál era nuestra función”. Además, añadió que “lo mío era defender, luchar, hacer lo que me mandaban. Por eso triunfé, por eso estuve tantos años en el Real Madrid”. En cuanto a su fama de futbolista demasiado duro que le persiguió un buen tramo de trayectoria afirmó que “nunca me consideré un defensa leñero. Era un jugador violento debido a la fuerza que utilizaba para anticiparme en las jugadas”.
En la I Copa de Europa resultó decisivo para la victoria y para el inicio de una era inigualable en el viejo continente. El choque contra el Stade de Reims era muy parejo y mediada la segunda parte el equipo blanco caía por 2-3. ABC describe entonces que “el Real Madrid ya estaba picado en su amor propio y lo demostró Marquitos, quien comenzó una jugada de ataque con un pase a Di Stéfano, abandonó su posición atrás para incorporarse al ataque y remachó a la red el remate de Marsal que Jacquet, con muchos apuros había rechazado. Era el empate a tres goles”. En un artículo de prensa lo contaron así: “En la jugada del tercer gol madridista, Marsal, que es rubio, se convirtió en moreno al ser sobrepasado por el torbellino Marquitos”. El jugador, tiempo después en una entrevista en AS Color admitió que era su más grato recuerdo deportivo y que “la ilusión que tuve por ganar la primera Copa de Europa no la cambio por nada”.
Un año después contra la Fiorentina siguió como central y en 1959, otra vez ante el Stade de Reims y en 1960, frente el Eintracht de Frankfurt, ubicado en el lateral diestro. En estas finales no hizo falta el arrebato y la furia del cántabro para solucionar una complicada papeleta en el marcador y en las crónicas periodísticas se destacó su labor “trabajadora y eficaz” y su desempeño “sin tener ningún fallo”.
Hoy en día, aficionados y periodistas eligen a Marquitos como el dueño del lateral diestro en el XI ideal histórico del conjunto blanco
Su mejor partido en el Real Madrid, sin embargo, fue en unas semifinales. En la vuelta de la edición de 1957 los merengues debían defender contra el Manchester United un 3-1 de la ida. Al descanso los hombres de Villalonga vencían por 0-2, pero en la segunda mitad los red devils apretaron mucho e igualaron la contienda. Marquitos se creció para detener las acometidas de Bobby Charlton, Whelan y sobre todo de Tommy Taylor. El inglés que falleció en el accidente aéreo de Múnich era un espléndido delantero centro al que Charlton definió como “muy rápido, inmensamente fuerte y absolutamente sensacional en el juego aéreo”. Pero el cántabro se multiplicó para ser su sombra. Sus marcajes férreos también eran célebres y los compañeros de vestuario decían de él que era “uno de los grandes defensas de su época. Era expeditivo, contundente, rápido y siempre salía victorioso de su duelos”.
La importancia de Marquitos se sigue valorando de forma mayúscula hoy en día, y aficionados y periodistas lo eligen como el dueño del lateral diestro en el XI ideal histórico del conjunto blanco.
Índice:
Capítulo 1: Chendo
Capítulo 2: Gabriel Alonso
Capítulo 3: Míchel Salgado
Capítulo 4: Juan José
Capítulo 5: Quique Sánchez Flores
Capítulo 6: Luis Enrique
Capítulo 7: Panucci
Capítulo 8: Arbeloa
Capítulo 9: Carvajal
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