Lo peor del amor es tener que contarle a tu gente que lo tuviste. Recordar que un día lo encontraste, lo disfrutaste. En definitiva, hablar de él en pasado, como un recuerdo. Siempre hay un día después de algo que pensabas que iba a durar toda la vida. Esa desgarradora mañana en la que te despiertas y todo es nuevo. Esa mañana en la que empiezas de cero.
Yo imagino ese instante hace más de una década en el que Vicente Del Bosque se dio cuenta de que el amor de su vida ya no le quería. El ‘Alineador’, como le llamaban los que ahora endulzan sus palabras cada vez que hablan de él, se marchó del Real Madrid tras una etapa exitosa. Su adiós tuvo aroma extraño, con Florentino Pérez siendo el malo de la película y Jorge Valdano en segundo plano, sin hacer ruido. Mira que le gusta hablar al argentino, pero qué bien guarda silencio cuando los fracasos o los malos momentos llevan su nombre.
Estamos en 2015. Ha pasado una eternidad desde la ruptura. Sin embargo, parece que Del Bosque lleva años masticando el dolor hasta convertirlo en un peligroso resentimiento. Además tiene a su lado al típico grupo de amigos que te dice que has salido ganando con el cambio y que la otra persona no te merece. Está crecido. Se le ve crecido. Cada vez que habla del Real Madrid lo hace con una sensación notable de desapego. Como si no existiera.
Uno escucha sus declaraciones, observa sus gestos, y piensa que Del Bosque le está perdonando la vida al club más importante del mundo. Le resta importancia a la burla de Piqué igual que pasó sin hacer ruido por el pisotón de Busquets a la cabeza de Pepe. Eso sí, que hubiera tensión en los Clásicos le parecía una situación límite. Culpa del Real Madrid y de Mourinho, claro.
Es evidente que su rencor lleva nombre propio y es el de Florentino Pérez. No le puede ni ver. Como yo con Manu del Moral. El problema es que, por encima de ambos, está el Real Madrid. Florentino lo sabe, pero Del Bosque, por lo que parece, no. Madridista de portadas y tertulias, el salmantino nunca ha estado a la altura de la situación. Le importa él y su entorno. Nada más. Su cicatriz no cierra. Ni cerrará. El orgullo mata el amor y hacer fuerte el dolor.
No descarto que en el futuro quiera acercarse al Real Madrid buscando una falsa tregua y estrechando la mano con el que esté de presidente. Que quiera dibujar una escena en la que todo es mentira y cuyo único objetivo sea limpiar pasado y nombre. La prensa lo aplaudirá, nos recordará su madridismo y pondrá a Del Bosque en un altar que no le corresponde. Pero será demasiado tarde. Su resentimiento acabará alimentando una bestia llamada indiferencia que lo dejará tan en segundo plano que hasta él, bonachón de fachada y calculador por dentro, se dará cuenta del error.
Y, ¿sabéis qué? Mejor así. El Real Madrid no necesita sentirse en deuda con nadie salvo consigo mismo. Con su historia. Con su eterna grandeza. Por mucho que le duela a Del Bosque, el equipo que un día le dio de comer y por el que ahora está donde está -aquí no hay viceversa-, sigue caminando sin él y no le echa de menos.
Totalmente de acuerdo con el artículo. Del Bosque se ha reconvertido en un antimadridista de libro... Tampoco es que tenga mucha dignidad ni coherencia, puesto que tras el ridículo del Mundial lo lógico hubiese sido la dimisión. Pero al señor marqués la poltrona le gusta. Y ya el colmo ha sido escuchar sus declaraciones sobre el escándalo FIFA... no piensa nada hasta que juzguen y condenen... claro, claro...
Muy bueno Quillo, estoy de acuerdo contigo. Un abrazo.