Mercado de ladrones

Cuando leí la noticia el otro día de que el Comité Técnico de Árbitros había, de nuevo, «retocado la redacción de la norma» relacionada con las manos dentro del área, me acordé de una gran película de Jules Dassin, Mercado de ladrones. De 1949, en plena postguerra mundial, Dassin retrata la bajeza moral y la ruindad de los intermediarios y tratantes de frutas y hortalizas del mercado de San Francisco, capaces de cualquier cosa con tal de aumentar sus beneficios a costa de agricultores, transportistas y clientes. Escuché a Velasco Carballo decir que «hemos insistido esta temporada y todos tenemos que entender que las manos es un hecho subjetivo, y solo corresponde al árbitro considerar qué es una mano natural o antinatural» y recordé a Nick Garcos, el protagonista de Mercado de ladrones. «Tenemos que aceptar y respetar su decisión», decía Velasco. «Hay acciones que son más interpretables y otras menos. Si está apoyada en el césped o está pegada al cuerpo, el VAR rectifica. Pero aquellas que sean algo puramente subjetivo, la recomendación es la de que el criterio del árbitro debe imperar, y tiene que ser respetada por todos. Pensé en Martínez Munuera y en Hernández Hernández. «El árbitro existe para las cuestiones subjetivas», terminó Velasco Carballo. Cuando Nick Garcos, en Mercado de ladrones, se entera de que están pagando a precio de saldo las manzanas tiradas en el lugar en el que su socio perdió la vida en un accidente, rumbo a la subasta. «¡Te timan hasta en la tumba! ¡50 centavos la caja!».

No ha pasado mucho tiempo desde mayo pero como en España, cada día, se suceden a velocidad de vértigo sucesos extraordinarios, ¡como para acordarse de lo que pasó una noche de domingo en mayo! Pero ahora que ha empezado de nuevo la Liga, la Liga de España, la Liga de Tebas, yo no me olvido de que la anterior no la ganó el Atlético sino que se la robaron al Madrid. Tengo para mí como un deber moral el recordar estas cosas, aun a riesgo de parecer un desquiciado: las cosas que pasan en este país lo arrinconan a uno en la pared de lo invivible y el desasosiego espiritual, de manera que es difícil no parecer un perturbado que camina por el mundo con una lista de culpables a quienes pedir cuentas a lo Arya Stark. Pero es necesario, por higiene mental y porque de alguna manera mientras haya alguien que se acuerde de las injusticias sus beneficiarios sentirán siquiera en el fondo de su ser el calor de la vergüenza, aunque de gente como la dueña del Atlético de Madrid o la dueña de la competición, eso sea quimera esperarlo.

Yo no me olvido de que la anterior liga no la ganó el Atlético sino que se la robaron al Madrid. Tengo para mí como un deber moral el recordar estas cosas, aun a riesgo de parecer un desquiciado

La mano «accidental» de Militao el día del Sevilla decidió el campeonato en favor del Atlético de Madrid. Fue el clímax de una serie de abusos descarados de la autoridad arbitral contra el Madrid de Zidane en la temporada 2020-2021. En ese mismo partido, al Madrid se le anula un gol legal que podría haber sido el 1-0 (de un partido reñidísimo, como se terminó viendo) que es pura lisergia. Lo mejor, analizando las palabras de Velasco Carballo, es contrastar la flagrante contradicción en que incurre cuando asegura que hay «manos que son algo puramente subjetivo en las que el criterio del árbitro debe imperar» para, a continuación, detallar que, por ejemplo, las «manos en posición antinatural, como las de un jugador que ocupa con su brazo o su mano un espacio mayor corriendo el riesgo de cortar un pase o un tiro, con los brazos alejados del cuerpo», serán sancionadas. Si ese fue el criterio, el año pasado, para señalar como penalty la mano de Militao contra el Sevilla (en el VAR se debió ver mucho mejor que en vivo que la pelota sale desviada en primera instancia del propio hombro del defensa del Madrid y que por eso le rebota en un brazo que extiende como consecuencia natural del giro de recuperación de la estabilidad tras el salto), Velasco Carballo está reconociendo que Hernández Hernández, en el derby del Wanda, debió ceñirse a un reglamento «que es el mismo del año pasado, en esencia», y pitar penalty por mano de Felipe, en otra acción que a la postre determinó el resultado final del campeonato. Pero, entonces, el «criterio subjetivo» de un árbitro que, en diez ocasiones anteriores, había pitado penalty tras consultar con el VAR, resolvió que allí no había pasado nada.

¿Y cuál sigue siendo la postura oficial del Madrid ante semejante prostitución institucional? Pues la de desmentir a través de su página web informaciones insidiosas del periódico Mundo Deportivo catalán. En esto, de momento, nada ha cambiado, y era una de las cosas, conviene recordar, en las que hacía hincapié Zidane en su famosa carta de despedida publicada en el AS. De aquella carta el club, oficialmente, tampoco dijo nada. Quizá hubiera sido recomendable que el Madrid, como club, dijera alguna cosa, más allá de los pellizcos de monja de Butragueño, acerca de las cosas que le suceden al Madrid, como equipo, sobre el terreno de juego, pues la sensación es que el club responde sólo si se ataca personalmente a Florentino Pérez.

La mano «accidental» de Militao el día del Sevilla decidió el campeonato en favor del Atlético de Madrid. Fue el clímax de una serie de abusos descarados de la autoridad arbitral contra el Madrid de Zidane en la temporada 2020-2021

Y estos ataques a Florentino no paran de ocurrir precisamente en un verano en el que las caretas se han caído del todo. El anuncio fallido de la Superliga, en abril, abrió un fuego que continúa bien fuerte. El presidente de la Liga, Javier Tebas, va con todo: con la ayuda inestimable de una claque mediática bien enjuagada, ha aislado, en la opinión pública, a Madrid y a Barcelona del resto de clubes españoles, y ha vinculado la lucha por la supervivencia del propio Barcelona a un turbio acuerdo financiero que habría permitido, según dice, retener a Messi en Barcelona. El divide y vencerás de Tebas en este asunto se ve desde la Luna: la idea es presentar a Laporta como un rehén de Florentino y que la masa crítica barcelonista lo crucifique, lo que de momento está por ver, así como la viabilidad del acuerdo llevado a cabo por casi todos los clubes profesionales con el fondo de inversión que se ha sacado Tebas de la manga.

Así las cosas, si lo del año pasado pareció mucho más que nunca un ejercicio continuo de prevaricación arbitral «vertical», de arriba abajo, como el de los sindicatos únicos en las tiranías, en donde pudimos ver cómo se trataba de impedir que el Madrid de Zidane revalidase la corona liguera sin que causara sonrojo alguno a sus autores, lo de este año puede ser aún peor. Como esta es una guerra a demasiadas bandas, no se puede asegurar quién está con quién: la Federación, que pone a los árbitros, era, a priori, desde 2018, aliada del Madrid, aunque fue entrar Rubiales y producirse lo de Lopetegui. Ahora también se han opuesto al tejemaneje de Tebas, pero, ¿no era el Atlético de Madrid uno de los fundadores de la Superliga, también?

Lo del año pasado pareció mucho más que nunca un ejercicio continuo de prevaricación arbitral «vertical», de arriba abajo, como el de los sindicatos únicos en las tiranías, en donde pudimos ver cómo se trataba de impedir que el Madrid de Zidane revalidase la corona liguera sin que causara sonrojo alguno a sus autores, lo de este año puede ser aún peor

En Mercado de ladrones la única forma que encuentra Nick Garcos de romper el círculo vicioso de la corrupción, la estafa y la extorsión, y de imponer algún tipo de justicia, es la violencia. Lo que en el lenguaje de la calle sería «hacerse respetar». Defiende sus intereses hasta las últimas consecuencias, aun a riesgo de perderlo todo. No digo que Florentino tenga que colarse por la sede de la LFP como Jesús Gil aquella vez, repartiendo hostias. En el siglo XXI hay formas mucho mejores de hacerlo y como siempre, el Madrid cuenta con una ventaja sustancial con respecto a todos los demás: su audiencia es universal, tiene más público que nadie, en más lugares que nadie, y su nombre, o «marca», vale más que todas las demás juntas. La necesidad de repensar la estrategia de comunicación del club es tan antigua como apremiante, sobre todo en este contexto de sabotaje obsceno a los intereses deportivos del equipo, al que ya roban Ligas con el truco del tocomocho con la norma de las manos a la vista de todo el mundo. Poner la otra mejilla es lo más cristiano del mundo pero lo más parecido al fútbol español que hay en la Biblia es el templo convertido en un aberrante zoco de mercaderes, por lo que una de las peores cosas que pueden pasar es que se le pierda el respeto al Madrid. Afecta directamente al business, que se supone era lo mollar del asunto de la Superliga. Y no sólo eso, sino que la desafección cunda entre el madridista de a pie. Si está comprobado que la Liga es un juego adulterado, y el Madrid permanece impasible, ¿qué sentido tiene no ya jugarlo, sino siquiera verlo?

Fotografías Imago.