Victoria azulgrana por 1-2 en Son Moix. Los de Setién afrontaban el partido con la presión de haber perdido el liderato, en la víspera, en favor de un Real Madrid que consiguió doblegar al Eibar con un resultado de 16-1 (más o menos), en el Bernabéu.
El partido se disputó sin presencia de público y prensa, con motivo de la crisis del Coronavirus, lo que propició que durante toda la retransmisión resonaran por todo Son Moix las invectivas de Sarabia a sus jugadores. El inicio fulgurante de los de Vicente Moreno, volcados sobre la portería del equipo catalán, sorprendió a la defensa culé que perdió numerosos balones ante la presión de los bermellones.
- ¡Esto es una p... mierda! ¡Benzema hace lo que le sale del r...! – gritaba el segundo del Barça en la banda, mientras gesticulaba los brazos con virulencia.
-Eder, eso fue la semana pasada – puntualizó Setién con parsimonia sin dejar de mirar al terreno de juego.
Durante los veinte minutos que duró el asedio, Ter Stegen sacó el balón con intervenciones milagrosas, en tres ocasiones, a disparos de Budimir, Lago y Braithwaite, todavía receloso el danés ante la sospecha de que su fichaje no hubiese sido más que una novatada, como ya hiciese en aquella ocasión el Real Madrid con Julien Faubert.
-¡Me cago en todo lo que se menea, Barry White! ¡Qué te he dicho mil veces que no era una broma, h…!
En el minuto 25, Leo Messi se desveló con el último grito de Sarabia y bajó a la medular para preguntar a Busquets contra quién estaban jugando. A partir de ese momento el Barcelona comenzó a dominar el juego, con una triangulación ininterrumpida de quinientos veintiocho pases, en horizontal, hasta el descanso. Durante ese intervalo, los locales bascularon ordenadamente, acompasándose al ritmo de la conducción azulgrana. Todos, menos Takefusa Kubo que permaneció inmóvil, a la altura de la medular, siguiendo solo con el movimiento de sus ojos la posesión de los azulgranas. Cuando Martínez Munuera decretó el final del primer periodo, con empate a cero en el marcador, y los jugadores desfilaron camino a los vestuarios, el joven futbolista japonés permaneció en el mismo punto, mirando hacia delante, como si sus rivales siguiesen frente a él pasándose parsimoniosamente la pelota de un lado a otro y sin que él perdiera de vista el esférico.
A la reanudación del segundo tiempo, prosiguió la misma tónica durante más de media hora en la que el Barcelona continuó con su toqueteo.
-Me da que el chino nos está haciendo la de la mosca con los palillos en Karate Kid… -. Le susurró Sarabia a su jefe.
-Tiene que ser muy duro entrenar a un equipo de fútbol y no ser yo, Eder – le contestó Setién, incapaz de escuchar a nadie mientras permanecía imbuido en su obra.
-¡Arturooo! ¡Revienta al japooo! – bramó el vasco desde la banda, resignado ante el ensimismamiento de su responsable y consciente de que lo que estaba a punto de pasar.
Pero ya era demasiado tarde, justo en ese momento, Kubo se abalanzó sobre la posesión azulgrana, interceptando el balón en el preciso instante en que Piqué enviaba un pase templado a Frenkie de Jong. Cuando todos se dieron cuenta de la trampa, el centrocampista mallorquín, cedido por el Real Madrid, ya se había plantado frente al guardameta germano, al que le hizo un sombrero que culminó con un preciso control, antes de alojar el balón en la red.
1-0, minuto 34.
A partir de entonces la realización proyectó 25 veces seguidas la jugada del gol de Kubo. Nadie sabe a ciencia cierta lo que sucedió durante ese espacio de tiempo. Cuando Oscar Lago devolvió las imágenes a los espectadores, el cronómetro señalaba el minuto 44 y el marcador indicaba un 1-2 favorable a los azulgranas. Las versiones de unos y otros diferen por completo.
Si nos guiamos por el acta del colegiado el empate lo logró Messi a los dos minutos (min 36), y el gol de la remontada el propio argentino siete más tarde (min 43), de penalti. El árbitro había expulsado a dos jugadores del Mallorca, uno por doble amarilla (la segunda , min 40, por desconsideración al darle la espalda cuando le sacaba la primera por perder tiempo, min 39) y el otro por “no decirle nada pero pensarlo, que es peor” (min 40). Pero lo más sorprendente de todo es que Kubo ya no estaba en el campo. Había sido sustituido en el minuto 38. Cuando la retransmisión recobró el pulso, lo único que se vio del japonés fue cómo era trasladado en una camilla de la cruz roja por el lado opuesto del terreno de juego. En la media de su pierna izquierda se distinguía un agujero que coincidía con el retal que colgaba de los tacos de Arturo Vidal…
Sublime. El partido no sería muy diferente al partido contra la Real Sociedad por el que reclaman la liga. Creo que Messi lleva pedazos de carne en los tacos de Llorente aún. Se sigue esperando la roja.