Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos.
Confieso no haber entendido los versos de César Vallejo hasta el pasado jueves cuando me enteré de la dimisión de Zidane. Me pilló de viaje, a cientos de kilómetros de Madrid, precisamente en la ciudad del eterno rival. Estaba a punto de subirme a un taxi con tres amigos, uno culé, otro atlético y un tercero al que no le interesa demasiado el fútbol. Qué huérfano y desamparado me hallé. Lo lejos arremetió tan cerca que sentí temblar el suelo bajo mis pies. Ni una semana había durado la felicidad de la Decimotercera, de la tercera consecutiva, de la séptima en color. Creía, ¡cuánta ingenuidad!, que la inoportuna pataleta de Cristiano y la tristura galesa de Bale era lo peor que nos podía pasar. Les había reprochado a los dos con razón que empañaran el brillo de la Orejona. Pues ojalá se le hubiera resbalado a Ramos de las manos desde lo alto del autobús en el desfile triunfal del domingo. Cualquier posible calamidad me parece ahora, sólo unos días más tarde, un pequeño contratiempo sin importancia. Qué afortunados éramos sin saberlo. Tanto dolor nos produjo el cariño, y tan profundo, que ahora mismo pienso que lo perdido es irrecuperable, que no volveré a sonreír, que nada merecerá ya la pena.
¿Por qué, Zidane?
Por nuestro bien, por el del Madrid, respondió en rueda de prensa. Perdón, pero no lo entiendo, como no entendía al poeta peruano; no me cabe en la cabeza, literalmente. Es un dolor tan inesperado el de su cariño, tan imperfecto el lejano futuro que ya está aquí, conjugando en presente lo que pensábamos que no iba a ocurrir hasta dentro de muchos años, que a mi madridismo otrora happy le traiciona la sintaxis y me abandona la razón. Si esto es por nuestro bien, renuncio a toda alegría venidera. Prefiero que nada cambie, aunque la contrapartida suponga resignarse a perder las próximas tres copas de Europa; aun así habremos ganado una cada dos años de media. ¿Dónde hay que firmar? Sé que al final de cada temporada estaría orgulloso de mi equipo y de su entrenador. Eso lo sé seguro y en cambio no concibo beneficio alguno en este vacío que se abre delante de nosotros, en la incertidumbre de las quinielas de sustitutos con las que especulan los que incomprensiblemente, en tiempo récord, han asumido como inevitable lo lejos, el dolor, los que parecen no ver fatal esta fatalidad.
"Mal, muy mal, muy mal, muy mal, malamente", que canta Rosalía en un hipnótico videoclip que vio la luz el mismo día de la mala nueva de Zidane y que ha levantado también mucha polvareda. La joven cantaora barcelonesa mezcla flamenco y trap, capotes y capirotes batiendo ¿palmas? con el dorso de la mano en una Cataluña de camiones tuneados y patinetes penitentes; o sea, el mundo patas arriba. Todo en la misma semana en que triunfa una moción de censura al gobierno por la que casi nadie daba un duro. ¿Qué más puede pasar de aquí al domingo?
El taxista que nos llevó a mis amigos y a mí a comer un arroz a una playa en Badalona muy cerca de la fábrica del Anís del Mono, para que ningún detalle surrealista escapara a esa jornada funesta, resultó ser del Madrid. ¿Qué probabilidades hay de subirse a un taxi en Barcelona y de que te encuentres al volante a un madridista confeso? Se diría que el destino quiso hacerme más llevadero el trayecto proporcionándome un aliado que igualara las fuerzas frente a la previsible guasa del culé y del colchonero a propósito de la noticia del día. Efectivamente, juntos celebraron cruelmente lo poco que había durado la alegría en la casa blanca, menos que en la del pobre.
Cualquier posible calamidad me parece ahora, sólo unos días más tarde, un pequeño contratiempo sin importancia. Qué afortunados éramos sin saberlo.
¿Por qué, Florentino?
Ninguna respuesta serviría de nada, así que no tiene sentido formular más preguntas. Me quedo solo con mi pena negra. “Se ha puesto la noche rara”, canta Rosalía. Se ha hecho de noche en pleno día, diría yo. El director de ese videoclip del que habla media España es mi tercer acompañante, al que la espantada de Zidane no le espanta porque a él, el fútbol, ni fu ni fa. A él le sorprenden otras cosas que están diciendo de las imágenes de su vídeo los que demuestran tan poco entendimiento como el que a mí me impedía descifrar las palabras del poeta.
Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.
En ese taxi todos viajamos disfrazando nuestras dudas de certezas. El colchonero me dice que está seguro de que cuando su equipo gane la Champions, Simeone también se irá. Me sirve en bandeja la oportunidad de darle un poco de su propia medicina y me burlo de que contemple siquiera tal eventualidad (no la de la marcha del Cholo, sino la de su hipotética causa). El culé, mientras tanto, hace chistes sobre el abrazo de Ramos a Salah. Y el taxista nos asegura que sus fuentes son fiables y que Pochettino está cerrado.
“Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento”. Es lo que está escrito en el pergamino que sujeta el mono del anís en la famosa etiqueta que la fábrica reproduce en su fachada. Si es una señal, yo estoy demasiado aturdido para interpretarla.
Zidane, ¿por qué me has abandonado?
Mal, muy mal, muy mal, muy mal, malamente.
Número Tres
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Reconozco que también me ha dejado aturdido el comentario sobre el pergamino del mono del anís y no soy capaz de interpretarlo, ni tan siquiera "malamente". Posiblemente se deba a mi debilidad mental o "mala mente", que me lleva a decantarme por eslóganes mucho más simples, como el del suministrador de la ropa deportiva del Madrid, cuya frase coincide al 100% con el espíritu del madridismo y con el añorado Zidane que nos deja: "Impossible is nothing".
Le tenías que haber recordado a tu amigo colchonero que si Simeone no se ha ido del Atlético todavía no es porque no haya ganado la Champions sino porque le salía muy cara la indemnización que tenía que pagar al Atlético. Se quiso ir y lo dijo tras la final de Milán pero le avisaron de que no se iba a ir gratis, que tenía unas obligaciones contractuales, así es que recogió vela, se puso otra vez el uniforme de trabajo y los atléticos volvieron a creer que este hombre tiene un compromiso más allá del dinero..
Me han dicho algunas personas que la marcha de Zidane tiene que ver con que Floren quiere traer a Neymar y a un portero y dar salida a Cristiano y a Benzema y que Zidane no estaba de acuerdo y por eso se ha ido. Puede ser un bulo. Desde luego quienes me lo han dicho no son unos indocumentados, pero pueden beber de malas fuentes o fuentes con intereses bastardos y contrarios a Florentino. Todo puede ser. Desde luego si es así es una mala gestión de Florentino. Dejar marchar a tu entrenador más exitoso por imponer tu criterio ante el entrenador es volver a las andadas.
Sigo en estado de shock, pero eso no ha empañado la décimotercera, una cosa es independiente de la otra, y son los antimadridistas los que sueñan con que la Champions no nos sepa igual de dulce.
Saludos
Paz,lo de traer a Neymar y dejar salir a Cristiano y Bencema,no te lo creas,ni en broma.Lo de Neymar viene de hace mucho tiempo y entonces,si es cierto el rumor,Zidane dice que no y le diria que se marcharia.Ya entonces,Florentino lo sabria y hubiera actuado,en cuestion,de buscar sustituto y no ha sido el caso,pues los cogio a todos por sorpresa.
Yo seguiria con los mismos ayudantes que estan con Zidane y tres hombres de la casa,formando equipo,que serian,Guti,Michel y Raul.
Saludos desde mi GRAN CANARIA Y HALA MADRID.-
No digo que sea cierto, pero es que también me cuesta creer que Zidane se vaya de un día para otro sin que haya pasado nada....pero qué sé yo....
Dicho esto a mí me parece que ese trío que propones no es viable....no me imagino a esos tres trabajando juntos y compartiendo galones....sencillamente no me pegan...
Saludos