Lingua italiana, in bocca toscana, dice el proverbio al que Julio Camba añadía: "mejor aún, en boca de mujer". Confesaba el genial gallego (como Lucas Vázquez), madridista sin duda, que cuando una mujer le hablaba en italiano le parecía como si ya no tuviera nada más que pedirle. Sofía Loren florece, como el Madrid, cada primavera y uno puede ir por el Paseo de la Castellana maravillándose con el esplendor de los primeros árboles en flor igual que con la belleza de los rasgos imperfectos armoniosamente conjuntados de esta romana napolitana que lo mismo se comería un bocata de calamares en la grada del Bernabéu que pintaría en el palco igual que de visita al rodaje de Ocho y medio, de Fellini, para echarse unas risas con Mastroianni, quien por cierto no nació para ser intérprete sino mediocentro en Chamartín.
No me digan que un centrocampista con un "Mastroianni" escrito a la espalda no nos haría vivir otra dolce vita con el Bernabéu convertido, aún más, en las noches aquellas de Vía Veneto. Descapotables haciendo sonar el cláxon con hermosas magiorattas en su interior, subidas a los respaldos y hablando en italiano, y Mastroianni repartiendo juego mientras se oyen palabras como pomeriggio o tartaruga con la musicalidad de un centro de James con la zurda.
Qué belleza madridista nos trae Sofía (cómo le miraba el escote atlético, por atlético, a Jane Mansfield), dirigida en la pantalla tantas veces por Vittorio de Sica. Pocas veces un cineasta tuvo un aire tan florentiniano, o mejor, es Florentino el que tiene un aire vittoriano (Florentino de Sica, tendríamos que llamarle), sin bigote y sin gomina, pero con las mismas producciones como 'La rifa' de Boccacio 70 ("Bolas calientes" en la versión actual), 'Ayer, hoy y mañana' ("El mejor club del siglo XX" y "El campeón de Europa de 2016") o 'Matrimonio a la italiana', en la que Mastroianni, el mediocentro, le dice cosas como signorina o mezzogiorno a su señora en el graderío mientras ordena la secuencia de pases allí en el medio como el actor de Fontana-Liri esperaba cada día a Nastenka en las Noches Blancas de San Petersburgo bajo el esquema único de Dostoievski y Visconti.
Ya tenemos a Zinedine Zidane, que es un nombre (y un hombre) perfecto, pero qué decir de unos entrenadores llamados Fiodor Dostoievski y Luchino Visconti. Puestos a soñar podríamos hacerlo no sólo con la duodécima Copa de Europa o la trigésimo tercera Liga sino hasta con La montaña mágica vía Thomas Mann-Venecia-Visconti: lo que cabe todo en los ojos tirrenos de Sofía, tan llenos de agua, levantados hasta el desmayo por los volcanes de sus pómulos, tan vivos como su talento y como su personalidad, tirante como su boca igual que si Marcello y Vittorio la estiraran desde las comisuras para llenar unos labios que digan todas esas cosas bonitas aunque no sepamos lo que significan: silurante, piroscafo, carneficina..., que precisamente ahora vienen al pelo para tirárselas como armas al Bayern italiano de Carletto, igual que si no las pronunciase Sofía (ella sólo se las dice al madridismo) sino un taxista indignado, como decía Camba, donde el italiano ya no tiene nada de caricia y cada palabra parece impregnada del sutil veneno de los Borgia.
Bonito escrito.
Buenos días, que quiere que le diga D. Mario, como si La Loren es barcelonista y amiga de Aytekin
reconozco que mi comentario de no deja de ser prosaico, pero la lírica ya la ha puesto usted y muy bien
Saludos blancos, castellanos y comuneros
LEADING INNOVATION. Y Ud., también en La galerna!!!
D. Mario, hermoso artículo, como su protagonista. La Loren puede ganar los corazones igual que el Madrid de Floren en el terreno de juego, con elegancia o apabullando. Nunca deja indiferente, por eso Sofía, como nuestro club, es tan grande.
Y ya que ha entrado usted en el terreno italiano, no puedo olvidar a esa enorme mujer que sin duda pertenece al eterno rival: la estanquera de Amarcord, de Fellini. Tiene su público, un número sorprendente de seguidores y dos enormes protuberancias que marcan su figura: penalti y expulsión. Si Fellini viviera hoy en día y rodara la famosa escena de la estanquera, nos diría sin duda que el mozo que hoza y goza entre los senos de la mujer henchida y rebosante de satisfacción representa de modo alegórico a la prensa española que de modo impúdico y con ansias de saciar sus concupiscentes deseos se abalanza sobre la engordada figura de la señora, la estanquera de Amar-cor-culé.
Saludos.
"... dos enormes protuberancias que marcan su figura: penalti y expulsión...". Gracias, Barney.