Apenas habían transcurrido unas horas del anuncio del fichaje del canterano bético Toni Segura por el Real Madrid cuando comenzaron a filtrarse antiguos tuits de su cuenta personal en los que hacía gala no solo de sus simpatías por el Barça y el Atleti, sino también de una indisimulada antipatía por su nuevo club. La polémica estaba servida. Multitud de aficionados blancos repudiaron el antimadridismo del joven jugador canario al tiempo que mostraron su disconformidad con un fichaje que consideraban había carecido del cuidado debido.
Pero más allá de la reacción visceral de quien se siente estafado por haber adquirido un producto defectuoso, sería necesario plantear un par de reflexiones en torno a lo sucedido.
La primera tiene que ver con, efectivamente, la poca diligencia del club a la hora de gestionar el traspaso. Las redes sociales forman parte hoy de nuestra vida cotidiana y no es ni el primer ni el segundo escándalo sucedido por idénticas razones. En el último mercado invernal, el F.C. Barcelona rescindió el contrato firmado con el jugador del Alcorcón Sergi Guardiola como nuevo jugador del Barça B tras descubrir tuits ofensivos del mismo contra el club azulgrana y Cataluña. Unos meses antes, el futbolista Julio Rey había visto frustrado su pase al Deportivo de la Coruña por proferir, tiempo atrás, insultos contra el club gallego a través de la misma red social.
Con antecedentes tan recientes sorprende que un club de la dimensión y los medios del Real Madrid no haya rastreado o cuando menos cuestionado previamente al propio interesado sobre la existencia de algún dato comprometedor que pudiera situar al propio jugador y al club en una tesitura complicada. De haberlo hecho se podrían haber anticipado al problema tomando las pertinentes medidas de discreción. Pero si la objeción con el proceder del club es manifiesta, también lo es con los aficionados que han sentenciado al protagonista del incidente sin margen para la enmienda. Aunque la primera reacción de rechazo en caliente es comprensible, pretender imponer una medida depurativa o más bien punitiva como si el Madrid fuese una mera opción, entre muchas otras, es cuando menos cuestionable.
Porque no, el Real Madrid no es una opción, sino la opción. Encontrar a un aficionado del fútbol ajeno al club blanco es sumamente complicado. Todo el mundo alberga a un madridista en su interior, es decir, el conocimiento del Real Madrid despierta una reacción, en positivo o en negativo pero nunca de indiferencia, del mismo modo que hay personas que se niegan a admitir su propia realidad y la rechazan o bien terminan por reconciliarse definitivamente con ella. Si uno proyecta la imagen de un antimadridista, pronto percibe que el Madrid es una parte fundamental de su existencia. En términos futbolísticos ser madridista es una simple cuestión de aceptación. Por tanto el que niega al Madrid se niega a sí mismo, no agrede sino se agrede. Discriminar al que no siente al club blanco es como hacerlo con quien no ve. Y por ello existen pocas circunstancias tan madridistas como la redención.
No son pocos los casos de jugadores del Real Madrid, algunos incluso leyendas del club, que en etapas previas expresaron su afición por otros equipos. Míchel o el mismísimo Arbeloa eran confesos seguidores del Atlético de Madrid. Se puede alegar, en disonancia con lo expuesto anteriormente, que no es lo mismo apoyar a un club que oponerse a otro. Pero en un mundo dividido entre aficionados madridistas y antimadridistas resulta demasiado ingenuo suponer que alguien iba a ejercer activamente de colchonero sin mostrar su reticencia por el club rival. Que esa circunstancia no se publicitase es harina de otro costal.
Guti relataba, entre risas, como en una concentración de las categorías inferiores en el año 1993, mientras los chavales veían un encuentro de Champions League entre PSG y Real Madrid en la Ciudad Deportiva, un compañero recién llegado, proveniente del Atlético de Madrid, no pudo reprimir un grito de celebración en el instante en que los franceses marcaron un gol que eliminaba al equipo español. Con el paso de los años aquel rebelde se convertiría en un mito de Concha Espina tras ganar seis ligas, tres Champions y dos intercontinentales. Nadie, en la actualidad, osaría dudar de su compromiso.
Hace pocos días, Isco colgaba una foto en la que posaba con su hijo en las redes sociales. El niño dormía en la cama enfundado en una camiseta del Real Madrid ante la expresión acaramelada de su padre. El malagueño, que no tardó en convertirse en unos de los favoritos del Bernabéu, también ha hecho su particular camino de vuelta. Barcelonista en el pasado, hasta el punto de llamar Messi a su perro, en una entrevista en 2009 a Superdeporte se confesaba “antimadridista” y detallaba que "el Madrid es un equipo que a mí nunca me gustó. Me da la impresión que es un club prepotente por cómo son los jugadores. Sin humildad no puedes llegar a ningún lado".
Privar del Real Madrid a una persona es como negarle el pan y el agua. Personalmente me produce una gran satisfacción recibir con los brazos abiertos precisamente a aquellos que más se han significado contra la institución. Arrepentidos los quiere Dios. Ayudarles a regenerarse cual Proyecto Hombre. Disfrutar de Toni Segura en 2025 silenciando los pitos del Camp Nou tras haber marcado en un Clásico. Frente a otros clubs que propugnan la segregación como modus vivendi, el Real es sinónimo de reconciliación. Contemplar a una persona, que en el pasado desbordó bilis contra el Madrid, presumiendo y gozando de su renacido madridismo es un testimonio de esperanza. No privemos a nadie de esa oportunidad.
Os estamos esperando. Esta es vuestra casa. La de todos.
A mí me parece muy bien que fichemos a jugadores que son antimadridistas.
Con la costumbre tan madridista de dar cera/pulir cera a nuestros jugadores (¡qué no habremos dicho de Ramos, Marcelo o Cristiano, por poner 3 ejemplos!), esa misma crueldad que tánto criticamos a la prensa qpero que tánto nos gusta sacar a paseo, si no triunfan, al menos que se vayan calentitos, que merecido lo tendrán.
Ya lo decía Don Vito: "Me gusta tener a mis amigos cerca, y mís enemigos, más cerca aún".
Lágrimas en lo ojos por lo acertado del artículo. Y es que los hay que no se enteran. Madridistas somos los aficionados y, nuestros jugadores, antes que cualquier cosa, profesionales de jugar al fútbol y de ganar. Y si no lo son, que se vayan al Atleti o al Barça, porque aquí se viene a eso, a competir por un puesto, a jugar y a ganar.
Otra cosa es que acaben desarrollando afecto por el club y la camiseta que llevan. Es imposible para una persona medianamente sana no hacerlo. Pero eso no es más que la consecuencia natural del primer punto del contrato: ser buenos profesionales y responder con su rendimiento al club que te paga y que ha confiado en ti a veces pagando enormes cantidades de dinero. Y ganar, claro.
Saludos.
"Arrepentidos los quiere Dios".
Pues yo lo único que quiero son profesionales honestos y amantes de su profesión que se dejen todo en el campo y en los entrenamientos, que defiendan al club o al menos que no metan la pata en los medios y que acepten las decisiones del entrenador sin quejarse, sobre todo en público.
Buenas tardes Kollins, estupendo artículo que apela al sentimiento y que trata de explicar y vender
otro error del club en un tema tan delicado, dice usted en una parte de su artículo
(Guti relataba, entre risas, como en una concentración de las categorías inferiores en el año 1993, mientras los chavales veían un encuentro de Champions League entre PSG y Real Madrid en la Ciudad Deportiva, un compañero recién llegado, proveniente del Atlético de Madrid, no pudo reprimir un grito de celebración en el instante en que los franceses marcaron un gol que eliminaba al equipo español. Con el paso de los años aquel rebelde se convertiría en un mito de Concha Espina tras ganar seis ligas, tres Champions y dos intercontinentales. Nadie, en la actualidad, osaría dudar de su compromiso)
Efectivamente Comunero no es nadie, pero dudar no es que dude, es que estoy seguro, léanse sus
últimas declaraciones a un medio de comunicación ( es un decir) y que son un torpedo en la línea de
flotación del club. Este chaval Toni, debería estar ya en la puta calle.
Saludos blancos, castellanos y comuneros
Para terminar hay una gran diferencia entre simpatizar por otro club y desearnos a nosotros que la mamemos
que el impresentable este, es a lo que se dedicaba por Internet,
Pecados de juventud.
Estupenda reflexión y compartida totalmente