De los casi 116 años que tiene el Real Madrid como entidad, únicamente en menos de veinte ha terminado su curso deportivo sin ganar ningún título, lo que viene a querer decir que, de cada diez temporadas que el equipo más laureado de la historia del fútbol mundial juega, sólo en menos de dos se queda sin levantar un copa al cielo. Pocas estadísticas pueden demostrar más la grandeza de un club que ésta y pocas cosas deben enorgullecernos más a nosotros, los madridistas, que saber que antes de cada campaña partimos con un alto porcentaje de probabilidad de ganar algo, mucho o todo a lo que aspiramos.
Todo madridismo, el de cualquier generación, ha crecido en la victoria. Todos, absolutamente todos los aficionados de este club, han vivido en sus propias carnes la sensación de levantar una Liga, una Copa o una Copa de Europa, y eso es otra de las cosas de las que pocas hinchadas pueden presumir. La historia del Real Madrid está repleta de éxitos, de gloria y de noches de cava y confeti y, quizá por eso, las temporadas en que el equipo no consigue ganar nada se hacen tan sumamente dolorosas que estalla en su seno un guerracivilismo como ninguna otra entidad deportiva en el planeta puede entender. Ni los Lakers, ni la escudería Ferrari, los Yankees o los Patriots de Nueva Inglaterra sufren tanto en la derrota como lo hace el Real Madrid y eso es, sencillamente, porque ninguno de ellos es tan increíblemente grande como nosotros.
todo madridismo, el de cualquier generación, ha crecido en la victoria
El madridista no asume la derrota con facilidad, no está acostumbrado a ella y se siente perdido e incómodo cuando llega. Perder tres partidos seguidos es sumirse en una crisis, encajar gol durante seis es defenestrar a una defensa y no marcar en ciento ochenta minutos significa destronar de lo más alto al tipo que ha batido todos los registros goleadores habidos y por haber. El madridista es impaciente, desagradecido, olvidadizo y muchas veces injusto con los mismos que, no hace ni dos días, encumbraba en lo más alto. No tiene memoria, no es considerado ni, en muchas ocasiones, sabe realmente qué quiere además de ganar… probablemente porque no quiere otra cosa. La hinchada del Madrid, representada en la que puebla el Bernabéu cada domingo, consigue pasar de la euforia a la hecatombe en un abrir y cerrar de ojos, es tan volátil que puede silbar o enaltecer a sus ídolos indiferentemente y, en menos de seis meses, pasar de la beatificación a querer que se les excomulgue y destierre a lugares lejanos y deshabitados. Es la afición más voraz de cuantas existen y muchas veces esa hambre de triunfo que muchos tienden a realzar puede ser su peor enemiga.
El madridismo no debe conformarse con una temporada en blanco, no puede calificarla de decente aunque se venga de ganar cinco títulos. Todavía queda una competición importantísima que puede salvarlo todo pero, si no llegase o no se consiguiese, habría que levantarse y mirar al futuro aunque se tenga claro que este año, claramente, ha sido desastroso. Sin embargo, aunque todo salga mal en este 2018 que acabamos de comenzar, es necesario educar paulatinamente a una grada que se deja exasperar demasiado por los filósofos del micro y la pluma, que no buscan otra cosa que la destrucción absoluta de la empresa deportiva más potente y rentable del globo. La crítica, como tantas veces se ha dicho antes, es necesaria y hasta esencial en una institución de la categoría del Real Madrid, pero no debemos confundirla con el afán de autodestrucción constante de un afición que ha sido malacostumbrada a algo tan difícil como es ganar siempre y en todo lugar sin tener en cuenta la valía del rival o el potencial estratosférica de jugadores enemigos. No cabe más camino que vencer para este club, pero debemos valorar lo que cuesta subyugar a media Europa como lo venimos haciendo durante más de un siglo. Y es tan difícil hacer eso, dominar un continente entero durante cien años, que nadie, absolutamente nadie más lo ha podido conseguir.
La exigencia - que no excelencia - es una seña de identidad de este club. Los madridistas no se conforman con la mediocridad y quizá eso sea una de las causas de su grandeza.
Dicho esto, es imposible ganar siempre, esto no deja de ser un deporte. Y de hecho si se ganara siempre solo significaría que estariamos jugando sin rivales cualificados. Tener malos años como este puede servir para replantear el camino tomado y volver con más fuerza.
Por supuesto que no se puede ganar siempre, pero si luchar por todo hasta el final con posibilidades, y no tirar ligas en noviembre
Cuéntale eso al pipero/a que esta convencido que existe la obligación de ganarlo todo, y cuando se gana todo, o casi, que hay que jugar divinamente todos los partidos y cuando esto sucede, en fases de la temporada , que hay que golear y cuando se golea que hay que encajar pocos goles y cuando se encajan pocos que no hay que encajar ninguno, etc, etc.
Uffffffffffff!!! Para enmarcar este artículo, he sudado madridismo leyéndolo y lo mejor: me he identificado en él. Se resume en esta corta frase que acompaña la firma de Antonino: "como renunciar voluntariamente a la felicidad".
Entiendo que no debemos caer en la autodestrucción, pero siempre tengo la sensación de que somos muy de extremos los madridistas, o calvos o con tres pelucas. Hay gente que lo defiende todo y otros que lo critican todo, pero la realidad de la mayoría no es ni una ni otra.
La mayoría del madridismo seguirá apoyando al equipo, porque somos madridistas, por más que la decepción no nos la quite ni dios, porque es desesperante ver como se han tirado dos competiciones a las primeras de cambio. Compro que de la liga nos empujaron los arbitrajes y luego nosotros nos dejamos caer, pero lo de la copa no se puede culpar más que al Madrid. Es indefendible que un equipo como el nuestro que ya estaba fuera de la liga se borrara también de la copa.
Así es que entiendo a los madridistas enfadados, porque yo soy una de ella, y lo estoy y mucho. Eso no significa que vaya a prender fuego al Bernabéu. Ni pida la autodestrucción, pero al menos dejad que la gente tenga el desahogo del enfado y el pataleo, porque no tenemos otra cosa. Así es que yo seré pipera, caprichosa o pecaré de inmadura o de senectud, pero lo que ha hecho este grupo es indefendible.
Espero que pasemos ante el PSG porque si no la temporada se nos va a hacer muy larga y aburrida. Aunque caer en champions sí que lo podría entender porque es un rival de enjundia, aunque me doliera.
Saludos
No insistas, no hay más ciego que quién no quiere ver, está liga, como la de benitez, como la última de Mou, la han tirado en noviembre, no se qué pasará con PSG, pero recuerdo que son octavos, ojalá me equivoque, pero a partir del 6 de marzo podemos estar pensando ya en la próxima temporada, VERGONZOSO,
No se una luego usted en los triunfos, donde desde luego es muy fácil ser madridista..
Gran artículo
Dicen que los madridistas no sabemos perder y estoy de acuerdo en lo que a mi persona se refiere. Ni se perder ni tengo ninguna gana de aprender.