Tu adhesión a un equipo de fútbol conforma tu personalidad. Por lo general, eres del Real Madrid si te gusta ganarlo todo, eres del Atlético si te van las emociones fuertes, eres del Barcelona si te gusta llorarlo todo y eres de la Juventus si te gusta golpear mortalmente a los rivales. No hay, creo, un estudio científico sobre el asunto, y en caso de que exista, ya imaginan que no voy a ponerme a buscarlo, pero hay veces que un columnista tiene tanta confianza en lo que está diciendo que no es necesario comprobarlo. Esto no se lo cuenten a mis colegas.
Por lo general, eres del Real Madrid si te gusta ganarlo todo, eres del Atlético si te van las emociones fuertes y eres del Barcelona si te gusta llorarlo todo
Incluso en el modo de definirse, se encuentran los rasgos típicos de personalidad de los aficionados. El Barcelona dice ser “más que un club” y tal vez por eso es también menos que un equipo. Al Atlético le gusta eso de “nunca dejes de creer” y no tengo nada que objetar, salvo que parece que Simeone se lo ha robado al pesado de Paulo Coelho. Grandeza, así, sin tonterías, es en cambio lo que mejor define al madridismo. Ocurre que, disculpen mi objetividad, grandeza es palabra que a menudo se queda corta para reflejar 119 años de gloria blanca. Que somos humildes, pero no idiotas.
En la vida, por lo general, el madridista sale a ganar. Lo distingues en la discoteca porque es el primero en tratar de ligarse a la más guapa. Un atlético diría, supongo, que siendo tan guapa parece del Real Madrid y la despreciaría. Mientras que cualquier culé daría quince millones de vueltas a su alrededor, husmeando a ver si hay trampa —como cuando tocan el balón horas y horas en defensa— y finalmente la chica, aburrida, se largaría; lo siguiente sería el mar de lágrimas azulgranas. Un clásico.
En la vida, el madridista sale a ganar. Lo distingues en la discoteca porque es el primero en tratar de ligarse a la más guapa. Un atlético diría que siendo tan guapa parece del Real Madrid y la despreciaría. Mientras que cualquier culé daría quince millones de vueltas a su alrededor, husmeando a ver si hay trampa y finalmente la chica, aburrida, se largaría
Por supuesto, también hay una actitud madridista en los negocios. La cifra más alta, la carambola más ambiciosa y el éxito más abrumador son el objetivo a lograr. Cualquier otra cosa hace que el madridista se sienta incompleto. Otra característica de esta personalidad es que todos los merengues sin excepción lo rematamos todo. Ya sea una propuesta profesional, una invitación a cenar con Scarlett Johansson o la bola de papel que alguien lanza a la papelera en la oficina. No podemos evitarlo. Entramos con todo el equipo.
No obstante, somos gente elegante. Quiero decir que no discutimos sobre fútbol con idiotas ni borrachos, procuramos llegar a la oficina aseados —sabe Dios que de milagro no vestimos traje blanco— y cedemos siempre el paso a las damas, incluso aunque sean del Barcelona. Y, por lo general, incluso en la derrota, procuramos no destrozar las ciudades que visitamos, porque en el campo, como en la vida, la barbarie nos parece una cosa bastante ordinaria, y cualquier grosería es incompatible con la visión de juego de Modric, con el fino talento de Benzema o, si nos remontamos a los tiempos de mis tatarabuelos, con la elegante forma de tocar la pelota en cada centro de Michel, o con las discretas celebraciones de gol de Emilio Butragueño, que uno nunca sabía si había marcado un gol o acababan de ponerle un sobresaliente en Mates.
No obstante, somos gente elegante. Quiero decir que no discutimos sobre fútbol con idiotas ni borrachos y procuramos llegar a la oficina aseados. Y, por lo general, incluso en la derrota, procuramos no destrozar las ciudades que visitamos, porque en el campo, como en la vida, la barbarie nos parece una cosa bastante ordinaria
Quizá por todo esto, el madridismo combina un absoluto rechazo a la derrota con una serena desconfianza hacia la palabra “crisis”. En Barcelona, periodistas y jugadores gustan muchísimo de hablar de crisis, y eso también es una tara en su personalidad. Pero para que el Real Madrid entre en crisis hace falta algo más que un par de resultados adversos. Imagínate lo que habría que perder para enterrar, siquiera durante un instante, el temor y el respeto que infunde en cualquier campo la presencia del equipo que lleva a sus espaldas semejante cantidad copas y ni siquiera se tambalea un poco.
El Bernabéu no suele asumir crisis alguna ante los resultados, sean los que sean. Lo único que el madridismo no tolera es el fútbol feo y aburrido; gracias a Dios, no estamos en eso. De modo que, en el campo como en la vida, volveremos a ganar, que es lo nuestro, porque no sabemos llorar, no nos van las emociones fuertes al estilo Simeone y, a priori, no nos gusta matar a los rivales, si no es a sustos y golazos, que no es exactamente el método del gran Chiellini.
Fotografías Imago.
No está mal el artículo para intentar infundir ánimo a la tropa madridista. Un tanto alicaída. Aunque, evidentemente, hasta el propio autor sabe que tales generalizaciones sobre los partidarios de determinados equipos es inexacta a la vez que divertida.
Lo de buen juego en el campo...pues, tampoco lo acabo de ver . Y menos en el último partido de infausto recuerdo. Me ha parecido muy acertado el título que da pie al texto, eso sí.
Una curiosidad que no sé si alguien querrá-podrá satisfacer. ¿ Sabe alguien si “culé-culer”, “colchonero” o “merengue”, que sí son palabras reconocidas e incluidas en el diccionario de la RAE, pueden considerarse como gentilicios ?
Porque ,si no ha cambiado el asunto y por ejemplo, “madridista” no es aceptado por tan ilustre institución.
¡ HALA MADRID !
A mi me ha encantado el artículo.
Y por añadir algo, os puedo asegurar que sólo por sus andares y de lejos, sé distinguir a un aficionado del Malakito.
Los del Malakito se hartan de decir que no lo podemos entender ¡pero es que ellos son los que no pueden entender lo que es el Real Madrid! Se creen que el Madrid es así, pero no, el Madrid es asá. No lo entienden ni lo entenderán nunca.
Siempre he dicho que los madridistas follamos mejor que nadie…
Doy fe, ja ja ja..
El mejor comentario de la jornada .
Un saludo del tamaño del mar.
De hecho, nuestro palmarés así lo acredita.