Aquí ya hemos hablado del lujo. Algo nada ostentoso, por otro lado. Algo sencillo y emocionante y sin embargo enorme, planetario. Lo digo por la conjunción, por el alineamiento. Están los mejores de los mejores, es decir: el mejor Cristiano de todos los Cristianos; el mejor Karim de todos los Karimes; el mejor Keylor de todos los Keylores; el mejor Lucas Quinto de todos los Lucas Quintos.
Terminó el partido y yo me sentí como llevando feliz del brazo a mi mujer después de asistir a la Cavalleria Rusticana del Madrid. El equipo con el que no van a hacer carrera ni negocio los huéspedes porque Zidane calla bocas, bocazas, con una humildad ejemplar.
El ruido de los voceras no ha podido interrumpir el trabajo sereno, paciente y personal del entrenador. Después de un partido como el de este sábado, más allá de los títulos y de las posiciones y de los números, el entrenador del Madrid es Zidane como si no hubiera habido otro nunca.
Hay semillas del tamaño de balones bajo la yerba del Bernabéu, y las ha plantado Zizú levantándose cada día al alba. Él es el campesino que suda y se para con el sol en lo más alto, y que se quita el sombrero para recibir el aire en la cabeza abotargada y caliente, el que mira alrededor y sonríe, se seca el sudor de la frente, se vuelve a poner el sombrero y sigue empujando el arado mientras la gente lo mira, ociosa, y murmura (incluso algunos lo gritan), desde el otro lado de la cerca.
La semilla de Lucas ha germinado en estrella y es oportuno recordar a todos esos que ayer mismo hacían mofa de él y del entrenador y el minuto setenta. Setenta abrazos sicilianos como los de Alfio y Turiddu llevan hoy todos ellos.
Zidane reparte. Y Lucas, y Cristiano (hasta los penaltis reparte el egoísta), y Gareth, que corre libre por la pradera, y Benzema, el máximo asistente del Madrid en la Liga. Un Benzema que este sábado jugó con tacones, y hasta dio vueltas al bolso desde todas las esquinas, haciendo lo que nadie hace, que es lo que siempre él hace, con mayor o menor repercusión.
benzema es el máximo asistente del real madrid en liga
Ante el Alavés la tuvo toda, como todos, la repercusión, en un partido memorable donde el joven Theo al fin supo qué hacer con el balón en los pies. Porque Theo hasta este sábado en el Madrid no había sabido qué hacer con esa cosa esférica. Seguro que Zidane se lo había explicado antes y él acabó ayer de comprenderlo, maravillado por su propio talento.
Sólo se trataba de esperar, como en todo en este Madrid sin precedentes, maravilloso e inclasificable, y no de vociferar o de ensayar teorías que rápido se vuelven ridículas. Ver este sábado al Madrid fue como escuchar el Intermezzo de la Cavalleria: todos esos violines delicados e impetuosos interpretando esa partitura valiente sin perder de vista la batuta plumífera de Zidane.
Me hubiera encantado que hubiera cerrado mi boca con 4 puntos de desventaja sobre el líder de la liga, o algo así. Y de ser posibles vivos en la Copa. Pasamos del infierno al cielo y viceversa con una velocidad pasmosa. Creo que todavía está pendiente aquel debate que aquí abrieron sobre el modelo. ¿Por qué? Porque el Madrid depende en exceso del estado de forma individual de sus jugadores. Creo que Zidane debería ser el líder de un equipo técnico donde ocurra un cambio revolucionario. Y sigo creyendo que tenemos mejor plantilla que el Barcelona de largo.
Ni de coña. La plantilla villarbitraria de la farça es, infinitamente, superior a la nuestra. De ahí, la diferencia de puntos. Única y exclusivamente.
Ya, esa es otra. Ayer hubo al menos un penalty a Bale y un gol legal anulado a Benzemâ. Este tipo de cosas en otro momento nos termina de hundir, pero la tendencia sigue ahí. Otra cosa es el homenaje que el Girona le hizo al Farsa en su propio campo, dejando jugar (con 4-1 en contra llevaban cometidas 4 faltas, igualito que el partido contra el Madrid en Montilivi, además de dejarse en el banquillo a su goleador).
Coincidiendo en la expresión de su primer deseo, Juan A., no creo que a La Galerna en general, ni mucho menos a Mario en particular, se le pueda acusar precisamente de pasar "del infierno al cielo y viceversa con una velocidad pasmosa".
Un abrazo.
Bueno, permítame el hipérbaton como licencia poética. De hecho es una frase expresada en primera persona del plural, con una referencia algo vaga al madridismo en general. Un abrazo.
Fernández Borbalán NOS QUITÓ 2 puntos contra el Valencia al ESCAMOTEARNOS 3 penaltis.
Hernández Hernández NOS QUITÓ 2 puntos contra el levante al ESCAMOTEARNOS un penalti.
Mateu Lahoz NOS QUITÓ 3 puntos contra el Betis al ESCAMOTEARNOS dos penaltis.
Hernández Hernández NOS QUITÓ 3 puntos contra el Girona al ESCAMOTEARNOS un penalti y conceder el gol de la victoria del Girona EN FUERA DE JUEGO.
Fernández Borbalán NOS QUITÓ 2 puntos contra el Pateti al ESCAMOTEARNOS 3 penaltis.
Undiano Mallenco NOS QUITÓ 3 puntos contra el Villarreal al ESCAMOTEARNOS 3 penaltis y conceder el gol de ellos en posible fuera de juego.
Si no nos hubieran QUITADO ESOS 15 PUNTOS estaríamos LOS PRIMEROS.
Han sido "los chicos" de Sánchez Arminio los que NOS HAN HECHO PASAR DEL INFIERNO AL CIELO a la velocidad de un misil Tomahawk.
Cierto.
Quería decir DEL CIELO AL INFIERNO.
Fue un lujo ver a mi equipo,
Ver a ese entrenador, mejor pedazo de entrenador ojalá sea para siempre.
Resumen, como dice mi amigo Emilio:
Hoy nos lo hemos pasado bien hoy (por ayer) en el Bernabéu.
Música de orquesta. Maestros!
Y en La Galerna también!!!
Mario de las Heras es de los que ha mantenido la fe en el entrenador, en el equipo y la plantilla desde el primer día hasta hoy, como tantos otros. Ojalá el tiempo siga dando la razón, poco a poco, al que siembra, y bastante menos a los que critican lo torcido de los surcos... Gracias por el artículo.
Tan bonita la crónica como el partido que disfrutamos el sábado, especialmente la 2ª parte. ¡¡ Ya era hora!!. Nos lo merecíamos todos, especialmente el entrenador y la afición. Porque está muy bonito eso de en las malas y en las buenas, pero también se necesita algo bueno de vez en cuando, no ya para ser madridista y apoyar al equipo, que se será y se hará siempre, en las malas también, sino para tenerle gusto al fútbol.
Saludos
Sólo quería hacerle una puntualización, don Mario: las semillas se siembran, no se plantan.