Luka vs. Cris

Buenas tardes. Hoy os traemos un portanálisis vespertino para ambientaros en el Portugal-Croacia eurocopero que está a la vuelta de los minutos. Dice As que es un Modric-Cristiano y por primera vez, sin que sirva de precedente, tenemos que dar la razón, a nuestros efectos, al ínclito diario del no menos conspicuo Relaño.
Es un Modric-Cristiano y lo del corazón dividido, lo de papá o mamá, o ( en la jerga culé) lo de penalti o expulsión, cobra dolorosa carta de naturaleza en el alma vikinga. No sabemos con quién ir porque no sabemos a quién amamos más. En el consejo de redacción de La Galerna, esta mañana, hemos estado a punto de llegar a las manos. Quillo Barrios llegó a coger de las solapas a Mr. Sambo por un quítame allá ese pase con el exterior, mientras Sambo respondía con un tomahawk marca de la casa al que nuestro cinéfilo de guardia llama por error (la canta tira inevitablemente al monte) "Howard Hawks". José María Faerna los separó cuando ya la sangre llegaba al río y Mario de las Heras tomaba asépticas notas para la crónica.

Hay que amarlos a ambos y desear que ganen los dos. Si este año (repetimos: este año) hemos ganado la Undécima, no vemos por qué semejante cosa no va a ser posible.

La decisión que no hay que tomar, pero a la que el natural tránsito por los vericuetos que traiga el partido nos va a conducir de manera orgánica y quizá cambiante, vendrá dada por matices inasibles. Hay todavía (que sí) madridistas que tienen poco cariño a Cristiano por causas de piperismo extremo o tumor cerebral benigno, y es de prever que deseen una victoria croata. Habrá también quien la desee, y lo preferimos, por simple adoración a Lukita.

Asimismo, no faltará quien se incline por una victoria lusa por sufrir de uno de los males más comunes de la humanidad: la veneración al ídolo de multitudes. No pensamos, sin embargo, que haya un solo madridista sobre la faz de la tierra que desee un triunfo portugués por falta de estima a Lukita. No hay tumor que obre semejante mal en el entendimiento.

Desear que gane Croacia (o sea, Luka) tiene en comparación con la otra posibilidad un punto indie. Tiene algo más de opción de culto, por así decirlo.

Ir con Portugal, en cambio, podría pensarse que es mainstream, si bien la cosa admite gran debate. Ser eminentemente de Cristiano equivale a formar parte de una legión de millones, pero al mismo tiempo acarrea el matiz subversivo de desear el bien a quien la práctica totalidad de la prensa de este planeta ha demonizado más de una vez. Querer que gane Portugal (o sea, Cristiano) supone coincidir con la masa, diluirse en la corriente, pero también defecar tranquilamente sobre la opinión de los creadores de opinión del bienpensismo.

Es dramático que el Destino nos obligue a decidir.

Lo dicho: que ganen ambos.