Hace una semana y media el universo de la NBA se vio sacudido por uno de los traspasos más sonados de su historia y, por qué no decirlo, también de los más inexplicables. El grueso de la operación consistía en el cambio de cromos entre Dallas y Los Angeles de Luka Doncic y Anthony Davis. Enseguida se escucharon los tambores de guerra en público y prensa con titulares del estilo: “Absurdo intercambio entre un jugador de 32 años propenso a lesiones y la mayor estrella actual en su prime”, o “Los Mavericks se disparan un tiro en el pie y perpetran una cagada de dimensiones bíblicas”, o acaso “El general manager de Dallas acabó con las existencias de bourbon en el estado de Texas”. Se necesitaba, desde luego, una explicación para todo aquello.
El culpable, o la cara que han colocado los verdaderos culpables para llevarse las bofetadas públicas, responde al nombre de Nico Harrison, el mentado GM de los Mavericks. Cuando acabe la carrera de Luka en la NBA, espero que dentro de bastante tiempo, surgen dos posibilidades con respecto a este movimiento. La primera es que no cumpla en los Lakers con las expectativas, y la segunda es que consiga algún anillo de campeón y triunfe junto a su admirado LeBron James en la franquicia con más pompa y boato de la NBA. En el primer caso, Harrison saldrá como un héroe, un visionario, alguien que vislumbró el futuro y supo maniobrar. En el segundo, se le recordará como un Stu Inman con sombrero tejano, un imbécil con ínfulas de genio. (Stu Inman fue el ejecutivo de los Blazers de Portland que eligió a Sam Bowie por delante de Michael Jordan en el famoso draft de 1984).
Poco han tardado los dueños de los Mavericks en dejar caer que Luka Doncic es poco menos que un vago y gordo bebedor de cerveza, con escasa ética de trabajo y menos aun dedicación por la defensa. El caso es que se seguirá discutiendo sobre este traspaso durante mucho tiempo, en especial si Lakers y Mavericks coinciden en play-offs. Lo único que no es debatible es que la NBA volvió a recuperar un protagonismo que en los últimos tiempos va perdiendo poco a poco.
Dejando aparte el tema puramente deportivo y mercantil, y centrándonos más en el sentimental, como aficionado del Real Madrid deseo de todo corazón que a Luka Doncic le vaya a las mil maravillas en aquel mundo descarnado y salvaje llamado NBA. Talentos como ese nacen uno por cada generación, y ya con solo 25 años puede mirar a la cara a cualquier estrella europea que se haya calzado unas botas de baloncesto, desde Drazen Petrovic a Arvydas Sabonis, o desde Dirk Nowitzki a Pau Gasol o Nikola Jokic. Luka merece terminar su andadura como profesional con lo que le falta, un anillo de campeón, ya que a nivel de clubs europeos lo consiguió todo en el Real Madrid.
Sin embargo, como se diría en una película de juicios: “Protesto, señoría”. Resulta que el que subscribe es un fan de los Boston Celtics, el eterno y ancestral enemigo de los amarillos de Los Angeles. ¿Cómo debería sentirme en una hipotética final entre las dos franquicias más laureadas de la historia de la NBA? ¿Qué pesaría más, mi amor deportivo por Luka o mi predilección por la leyenda y la historia de la mística del trébol? En una disyuntiva tremenda me hallo. En 2024 confieso que disfruté de la victoria de Boston en las finales contra los Mavericks de Doncic, y habiendo ahora unido sus fuerzas con los rivales de Hollywood, supongo que en 2025 disfrutaría con mayor motivo de otra victoria. Hace poco escuché a un fan de los Celtics afirmar que Luka se había unido al F.C. Barcelona de la NBA, el equipo de las palancas infinitas y el apoyo de las instituciones. No creo que la comparación sea demasiado acertada, aunque por otra parte siempre intuí las semejanzas entre Real Madrid y los Boston Celtics. Pese a todo, le deseo toda la suerte del mundo a nuestro Luka. Sea donde sea, siempre llevará consigo un pedazo de nuestro club en su corazón.
Antes de despedirme, quisiera presentarles mi último libro, “Crónicas del trébol”, un recorrido por la leyenda de los Celtics a través de pequeñas historias y anécdotas. Se adquiere aquí.
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Con todos los respetos por el autor, debo decirle que en mi opinión no ha habido baloncesto más excelso y divertido que el de los Lakers de Magic, Kareem, Worthy, Scott, y A.C.Green con la colaboración de Cooper, Thompson y Rambis. Hijo de madre norteamericana viví en primera fila aquellos Lakers del Forum de Inglewood, una experiencia que jamás olvidaré. Saludos cordiales
Que gane un par de anillos con los míticos Lakers, y después que se vuelva a Madrid a rematar su carrera. Le esperamos.
Abrazos madridistas
Da la impresión de que hay que salvar al soldado Lakers, igual que, efectivamente, se salva al soldado Barça cada poco en la liga española. Lakers es la marca de basket más popular del mundo, y hay que hacerle favores, e insuflarle vitaminas de vez en cuando. Esto es una operación muy probablemente ideada por la misma liga. El alto comisionado de la NBA, Adam Silver, sabrá de qué va la vaina. Y los Mavericks, pues algo más se llevarán bajo cuerda, evidentemente. La franquicia, o los dueños. Resumiendo : un chanchullo en toda regla. Que se hacen en todas partes, a un lado del atlántico y al otro.