Los secretarios técnicos del Real Madrid (1ª parte)

La secretaría técnica de un club cuenta entre sus funciones con recopilar información, ver y analizar al detalle la posible incorporación de jugadores a la entidad. Para ello, en la actualidad, se cuenta con una extensa red de ojeadores en todo el planeta. Además, el secretario técnico debe tener una estrecha y constante relación con el entrenador para trabajar conjuntamente en las distintas parcelas que conciernen al equipo.

El primer secretario técnico de la historia del Real Madrid es una leyenda del club y del cargo en todos los aspectos: Pablo Hernández Coronado.

Su relación con la institución blanca se inicia en su época de futbolista en los años 10 cuando se desempeñaba como portero. En esa época conoció a Bernabéu con el que guardaría pronto una amistad. Se incorporó a la secretaría técnica a finales de los años 20 cuando empezó a surgir ese puesto, hasta entonces casi desconocido en España. El propio Hernández Coronado recordó en una entrevista a El País en 1982 que "Me convertí en el segundo secretario técnico que existió en España".

Entre sus funciones además de los fichajes también se encontraba la de concertar amistosos, preparar giras en el extranjero, espiar a los rivales, buscar el entrenador e incluso participar en las cuestiones tácticas o las alineaciones.

Una de sus primeras funciones fue acudir como representante blanco a la Asamblea donde se creó el Campeonato Nacional de Liga. Sin embargo empezó a ser conocido y admirado por lo que hizo en el verano de 1930.

Las tres primeras Ligas se marcharon a Barcelona y Bilbao y el club que entonces presidía Luis de Usera quiso dar un golpe de efecto con el fichaje más mediático de la época y uno de los más importantes del fútbol español. La bonanza económica permitió el traspaso del legendario guardameta Ricardo Zamora del RCD Español. Hernández Coronado llevó la operación junto al directivo periquito Cañellas que se prolongó durante varias semanas. Las peticiones de los catalanes eran muy altas llegando a solicitar 100.000 pesetas, la cesión de Gaspar Rubio y dos amistosos con beneficios para el Español a lo que Hernández Coronado respondió: “Por ahora, no. No me conviene desprenderme de ninguno de mis jugadores”. Finalmente en agosto se cerró el acuerdo por 150.000 pesetas y dos choques amistosos en Sarriá con el club blanco corriendo con los gastos.

Pablo Hernández Coronado

Así se puso la primera piedra de una gran escuadra campeona que en 1931 se vio reforzada con los fichajes de Hilario, Luis Regueiro, Olivares, Ciriaco y Quincoces gracias a Hernández Coronado. Los tres últimos futbolistas militaban en el Alavés y el secretario técnico los firmó tras acordar pagar 65.000 pesetas en una dura negociación con los vitorianos.

Durante la Guerra Civil el papel del madrileño fue fundamental para que el club blanco sobreviviese al conflicto. El secretario técnico permaneció en la capital y se encargó de guardar y proteger documentos, patrimonio o los trofeos de la entidad blanca. Además y como declaró en la prensa “El Madrid no suspendió su labor” e intentó que el equipo jugase el Campeonato de Cataluña y varios choques amistosos para mantener la forma.

En 1946 Hernández Coronado recibió una propuesta de la Federación española de fútbol para ser seleccionador en sustitución de Luis Casas Pasarín. El madrileño aceptó y Bernabéu colocó a Jacinto Quincoces, que ya no era el entrenador merengue, como nuevo secretario técnico. Con el vasco en el cargo y tras unos años difíciles en lo económico el club se movió con agilidad para lograr el fichaje de Luis Molowny con una intrahistoria muy célebre.

El Atlético Aviación llevaba varios intentos por ficharle que acabaron en fracaso y el Barcelona también se interesó por sus servicios. A finales del mes de agosto Bernabéu viajó a Barcelona en tren y en una estación compró un periódico que indicaba que un directivo blaugrana había viajado en barco a las islas Canarias para cerrar su fichaje. Bernabéu llamó a las oficinas del club y le dijo a Quincoces: “Tienes unas horas para hacer la maleta, coger el avión y plantarte en Las Palmas; allí juegue bien o mal, le veas nervioso o tranquilo, encuentres dificultades o no, te traes a Molowny, Esa es tu misión”. Dicho y hecho. Quincoces viajó y firmó a Molowny pese a que el partido que le vio no fue ni de lejos el mejor del interior. Al día siguiente negociaron con el Marino que se llevó 250.000 pesetas por el traspaso.

Jacinto Quincoces

Tras dos encuentros ante Portugal y Eire con sendas derrotas Hernández Coronado dejó el equipo nacional y regresó al Real Madrid en 1947 para una nueva etapa de cinco años.

La marcha del conjunto merengue a principios de 1948 era mala y se tomó la decisión, por parte de Hernández Coronado, de fichar al inglés Mr. Keeping que utilizaba el famoso sistema WM. El fichaje conllevaba también que el madrileño tuviese participación y decisión en las alineaciones como se demostró en los albores del curso 1948-1949 cuando ideó un equipo para formar en casa y otro para jugar fuera, algo que no acabó de cuajar bien, Además Hernández Coronado también fue pionero en la numeración de las camisetas por primera vez en España en el año 1947.

Su etapa en la institución de Chamartín como secretario técnico finalizó en mayo de 1952 cuando unas desavenencias con Santiago Bernabéu provocaron su dimisión.

Para la temporada siguiente el club firmó a Juan Antonio Ipiña, antiguo capitán y jugador, como nuevo entrenador tras firmar procedente del Valladolid. Pero fue a partir de 1953 con la contratación del charrúa Enrique Fernández para el banquillo cuando el vasco se trasladó a dirigir la secretaría técnica.

Entre sus primeras operaciones se encontró la de Francisco Gento que consistió en el pago de un millón y medio de pesetas más las cesiones de Urcelay y Espina. Tras confirmarse el fichaje, Ipiña estuvo presente en la firma del cántabro en las oficinas del club el 10 de septiembre de 1953. Unos meses más tarde buscó otro golpe de efecto que no pudo consumarse. Ipiña viajó a La Coruña para presenciar un partido entre el Deportivo y el Valladolid en Riazor y espiar a Luis Suárez, pero finalmente el gallego fue contratado por el Barcelona.

Uno de sus puntos críticos en su andadura en la parcela deportiva se produjo a finales de 1954. El Real Madrid viajó a Lisboa para un partido amistoso contra el Benfica (con motivo del 50 aniversario del club encarnado) y unas declaraciones suyas, en las que se presentaba a la prensa portuguesa como “orientador técnico”, molestaron al entrenador Enrique Fernández que cargó contra el vasco en el diario MARCA. Santiago Bernabéu no le perdonó dichos comentarios y el uruguayo dejó de ser entrenador blanco. Ipiña recomendó a Bernabéu a José Villalonga que era el encargado de la parcela física y el cordobés se puso al frente del primer equipo.

Juan Antonio Ipiña

Año y medio duró el tándem que conquistó las dos primeras Copas de Europa de la historia y una Liga. Ipiña radiante tras lograr la primera ante el Stade de Reims declaró: “El Madrid ha superado en todas sus líneas al campeón francés. El resultado no refleja la diferencia real entre los dos equipos”. Al término del curso 1957-1958 el dúo se rompió. Los dos finalizaban contrato pero sólo renovó el vasco. La directiva quería más presencia y decisiones de Ipiña en las alineaciones a lo que Villalonga se negó. Con esa crisis abierta en la entidad se buscó un técnico que estuviese bajo el control y asesoramiento de Ipiña y el seleccionado fue Luis Carniglia que era entrenador del Niza francés.

La lista de bajas fue dolorosa con nombres como Molowny o Roque Olsen, mientras que entre los fichajes realizados por el secretario técnico figuró el arquero Rogelio Domínguez y un lozano Chus Pereda.

El contrato de Ipiña finalizaba en junio de 1958, pero en el mes de febrero ya se supo que no continuaría en el puesto. Las feroces críticas de una parte de la afición a su trabajo le afectaron y presentó su dimisión, pero el club le mantuvo su confianza y le pidió que aguantara en el puesto toda la temporada. Su reemplazo fue Emil Ostreicher que llegaría con una estrella mundial bajo el brazo.

El secretario técnico húngaro había sido desempeñado ese cargo durante varios años en el mítico Honved. Tras la Revolución húngara, algunos de los miembros de la escuadra quedaron libres e inhabilitados por la FIFA y Ostreicher fue el encargado de colocarlos en España. A Kocsis y Czibor en el Barcelona y a Puskas en el Real Madrid pese a las primeras reticencias blancas. Bernabéu conocía a Ostreicher del Comité que creó la Copa de Europa unos años antes y guardaban una gran relación. El magiar les ofreció la posibilidad de firmar a ‘Cañoncito Pum’, que se encontraba en la Riviera italiana con su familia. Bernabéu y Carniglia dudaron de su estado físico, pero finalmente se le fichó y desde la presidencia se le ordenó al técnico “ponerle en forma”. Ostreicher, además, se quedaría durante cuatro años al frente de la secretaría técnica. Un año más tarde, aterrizaría para ser su mano derecha Pepe Samitier. ‘El Mago’ tenía una estrecha amistad con Bernabéu y salió mal con la directiva del Barcelona en 1959, lo que aprovechó el máximo mandatario blanco para reservarle un hueco junto a Ostreicher como secretario técnico.

José Samitier

Entre sus gestiones sobresalieron el fichaje del portero Bagur con las negociaciones llevadas a cabo por Samitier en San Sebastián, la firma de Del Sol en el mes de abril de 1960 o la “brasileñización” del equipo con Didí, Canario o el técnico paraguayo, pero con una larga estancia en el país carioca, Fleitas Solich. Además Samitier también fue el encargado de cerrar la salida de Kopa y su vuelta al Stade de Reims.

Los rumores en la prensa tras la eliminación del Real Madrid a manos del Barça en la Copa de Europa con el escándalo de Mr.Leafe y Mr.Ellis hablaban de genios como Garrincha, Pelé o Sivori, pero Samitier se encargó de desmentirlo. De Pelé en ABC comentó que “siempre se ha hablado de este magnífico jugador pero hoy por hoy no son más que rumores”, mientras que del argentino dijo: “es un buen jugador, no ha entrado en nuestros cálculos aunque se renueve el cuadro”.

Samitier y Ostreicher abandonarían el cargo prácticamente a la vez a principios de 1962 aunque por diferentes motivos. El catalán volvió a Barcelona “por razones de salud pero agradecido al Real Madrid” y el húngaro fichó por el Torino.