Los mejores porteros de la Historia del Madrid (... y II)

En la portería del Real Madrid en la década de los 70 se juntaron dos auténticos monstruos: Mariano García Remón y Miguel Ángel. La enorme competitividad, el nivel de ambos y una gran convivencia permitieron una rotación perfecta que se tradujo en memorables actuaciones de los dos y muchos éxitos y trofeos para las vitrinas de la institución blanca.

Miguel Ángel, originario de Las Burgas (Orense), es el primero que aterriza en la capital muy joven, con apenas 18 años. La gran competencia hace que salga cedido a Orense y Castellón y no vuelva hasta el curso 68-69 aunque sin llegar a debutar. Su estreno se produce en noviembre de 1969 frente al Valencia en el Luis Casanova después de que se lesionase Betancort. Pronto empieza a dar muestras de sus enormes reflejos, su portentosa agilidad, su valentía en los balones por alto y su ‘feeling’ en los mano a mano contra los delanteros rivales. En su etapa merengue tuvo épocas alegres con otras más aciagas. Mientras que técnicos como Molowny o Miljanic le situaron con todas las consecuencias como guardián del equipo blanco, otros entrenadores como Boskov o Miguel Muñoz (le catalogó como portero saltarín) jamás estuvieron prendados de sus virtudes. Apodado ‘El Gato’, se alternó con García Remón y en 17 años completó 346 partidos oficiales y un palmarés magnífico de siete Ligas, tres Copas, dos Copas de la UEFA y una Copa de la Liga.

García Remón, nacido en Madrid, entró en la cantera del club merengue con 16 años tras verle un ojeador en una prueba con el Rayo, pero no fue hasta 1971 cuando dio el salto con los mayores previo paso mediante cesión por el Talavera y el Real Oviedo. El capitalino había adquirido características de portero de balonmano al practicarlo en su infancia y además de veloz para ir al suelo, ágil y plástico, era un guardameta sencillo y seguro que apenas se adornaba.

En sus dos primeras temporadas fue el elegido por Muñoz, y en ese periodo conquistó su primera Liga y se ganó el apodo de ‘El Gato de Odessa’ (se lo puso Julio César Iglesias) tras un memorable choque contra el Dínamo en la Copa de Europa. La marcha del técnico castizo a principios de 1974 y el 0-5 del Barça resultó un palo para él y la titularidad que tenía en su mano se la arrebató en ese curso Junquera. Pasó las cuatro temporadas siguientes en el ostracismo hasta que vio la luz con Molowny en el banquillo en el curso 78-79 donde rotó con Miguel Ángel y alzó la Liga. Meses después, con la firma de Boskov, se erigió en guardameta titular entre 1979 y 1981 alcanzando un gran doblete en 1980. Sin embargo una de las grandes espinas de su carrera fue la lesión que le impidió saltar al Parque de los Príncipes en el once de la final de la Copa de Europa del año siguiente. Al igual que Miguel Ángel, se retiró en 1986 y en las últimas temporadas como jugador blanco fue un asiduo de la grada.

Otro gallego fue el siguiente inquilino de la portería blanca, el pontevedrés Agustín Rodríguez. Incorporado a la cantera blanca desde infantiles, fue progresando tras jugar en el cuadro juvenil, el aficionado y el Castilla hasta formar parte de la primera plantilla en 1980. Arquero de gran envergadura, era bueno en el juego aéreo y contaba con la sobriedad como más destacada virtud. En su primer curso era suplente de García Remón hasta que en abril se lesionó ‘El Gato de Odessa’ y le tocó debutar en Salamanca. Desde entonces no dejó el once y terminó la Liga que se perdió en el último partido bajo la portería actuando también en las semis de la Copa de Europa contra el Inter, y en la final de infausto recuerdo blanco frente al Liverpool. En el segundo año ya dispuso de más oportunidades y partió como titular en el único título blanco, la final de la Copa del Rey del año 1982 donde el Madrid se impuso al Sporting.

Pero fue en la temporada 1982-1983 cuando cuajó su mejor papel como guardián de la casa blanca. Clave para Di Stéfano, se hizo con los mandos del marco merengue y logró el Premio Zamora al portero menos goleado de la Liga española con 22 tantos encajados en 29 duelos. Luego vino el bajón y su papel fue disminuyendo paulatinamente. Aunque tuvo otra breve etapa a buen nivel y disputó la parte decisiva de la Copa de la UEFA del año 86, incluida la final contra el Colonia, su futuro en el club pintó negro al fichar Buyo. Condenado al banquillo abandonó la entidad en 1990 camino al CD Tenerife.

Paco Buyo continuó el idilio de los arqueros nacidos en Galicia y se convirtió en un guardameta de época en Chamartín. Con Ramón Mendoza en la presidencia, el Real Madrid hizo un desembolso de 63 millones de pesetas al Sevilla por el portero de Betanzos en 1986. Justo al mismo tiempo firmó como entrenador Beenhakker que tuvo claro que sería su cancerbero titular. En su primera temporada el Real Madrid gana la Liga y Buyo triunfa en la Copa de Europa al detener dos penaltis en la tanda de cuartos de final contra la Juventus.

Con celeridad impresiona y engancha a la grada que le tenía entre sus favoritos gracias su seguridad, su potencia, su espectacularidad, su fenomenal despeje de puños, su mando y su picardía en determinadas jugadas. Junto a la ‘Quinta del Buitre’ culmina un gran palmarés global y también personal al lograr dos ‘Zamoras’, uno en 1988 y otro en 1992. Pero el gallego siempre tendrá en su memoria el partido contra el PSV en el Bernabéu donde Linskens le hizo un gol que condenó a una gran generación en el máximo torneo continental. Continuaron pasando entrenadores como Toshack, Antic, Di Stéfano, Floro, Del Bosque, Valdano o Arsenio Iglesias y el arquero se mantenía perenne en el marco y aumentando su colección de trofeos con una Copa en 1993 y una Liga en 1995 hasta que se retiró en 1997 tras un curso en blanco.

La llegada de Fabio Capello trajo consigo una revolución en el marco madridista en 1996. Al italiano no le convencía Buyo por bajito ni tampoco Cañizares, y a pocas horas de que se cerrase el mercado estival, en una operación relámpago, el Real Madrid fichó a Bodo Illgner, campeón del mundo con Alemania en el Mundial de Italia. El teutón, cuyo agente era su mujer, destacaba por su impresionante presencia, su talla, su seguridad, su estilo impecable sin florituras y su poderío aéreo.

Llegó y se puso bajo palos en la Liga conquistada por los merengues en el curso 1996-1997 tras una dura pugna con el Barça de Ronaldo. Capello hizo las maletas pero Heynckes, compatriota de Illgner, siguió confiando en el cancerbero sobre todo en la competición europea. Inamovible desde cuartos, tuvo un buen papel en la semi ante el Borussia Dortmund y en la final de la Séptima contra la Juve. Su último curso a buen nivel fue en 1998-1999 donde tanto Hiddink como Toshack confiaron en él, y pudo levantar la Intercontinental ante el Vaso de Gama. Después, la irrupción de un joven Casillas y las continuas lesiones tras sobrepasar los 30 años le limitaron la presencia en el césped. Jugó un choque de la Champions del año 2000 ante el Oporto, en la edición que supuso la Octava ‘Orejona’ madridista, y optó por la retirada un año más tarde.

Un niño prodigio de la ‘Fábrica’ blanca se dio a conocer en todos los telediarios del país en noviembre de 1997 al ser sacado del colegio con 17 años para viajar a Noruega con la expedición del Real Madrid. Iker Casillas cumplía así su sueño de ser convocado con la primera plantilla sin saber lo que depararía el destino. En el curso 1999-2000 hace la pretemporada, pero vuelve al filial hasta que un cúmulo de circunstancias le hacen debutar en San Mamés en Liga en septiembre de 1999 de la mano de John Benjamin Toshack.

Arquero cuyas principales virtudes eran la agilidad, la valentía, las estiradas vistosas, la serenidad en su juego y un don especial en el uno contra uno, se convierte en fundamental para ganar la ‘Octava’ Copa de Europa con brillantes actuaciones ante Manchester United o Bayern de Munich. Con Del Bosque también juega en la victoria del Campeonato liguero en 2001 pero en la temporada siguiente es sustituido por César tras una bajada de sus prestaciones. Sin embargo, y en plena final de la Copa de Europa de 2002, el cacereño cae lesionado y Casillas salta al verde para salvar la ‘Novena’ en el descuento cuando más apretaban los alemanes del Bayer Leverkusen.

Desde ese momento ya nada perturba a Casillas, que acumula varias excelentes temporadas con paradas milagrosas que encienden a un Bernabéu entregado. En 2003 y 2007 logra otras dos Ligas y en 2008 repite esta vez siendo además, por primera y única vez en su trayectoria, el ‘Zamora’ de la competición doméstica. Con la llegada de Mourinho en 2010 no cambia un ápice su status durante dos años, en los que ya como capitán levanta una Copa tras derrotar al Barça y la Liga de los récords.

Pero en diciembre de 2012, por sorpresa, el portugués manda al mostoleño al banquillo y una lesión posterior en Copa en Mestalla acaba con su temporada. En la siguiente el nuevo patrón blanco Carlo Ancelotti decide que Iker juegue Copa y Champions y se consiguen los dos trofeos pese a un error grave del canterano en la Final de la competición europea. Su última campaña en la entidad es en 2014-2015 donde se despide con una Supercopa y una Intercontinental pero con la afición dividida por su titularidad y recibiendo pitos en el coliseo merengue.

El último gran portero que ha vestido la casaca blanca, y que es además el actual inquilino de la meta, procede de Costa Rica y su nombre es Keylor Navas. En el verano de 2014, nada más ganar la ‘Décima’ Copa de Europa el equipo de Carlo Ancelotti, se despidió de Diego López para dar la bienvenida al tico tras un pago de 10 millones de euros al Levante. Portero felino, muy ágil, elástico, rápido, espectacular y de gran plasticidad en sus intervenciones, apenas tuvo protagonismo su primera campaña al ser suplente de Casillas.

Todo dio un giro de 180 grados después de la marcha del mostoleño. Rafa Benítez le otorgó el puesto de titular por delante de Casilla y luego Zidane no alteró el orden. La campaña 2015-2016 que completó Keylor fue sencillamente impresionante, a un nivel altísimo en todas las competiciones. Salvó puntos en varios encuentros de Liga y logró su primera Copa de Europa con la Undécima cosechada en Milán. Sin embargo, en verano se operó de unos problemas en el talón izquierdo y en la pasada temporada le costó arrancar y coger la forma. Casilla le sustituyó con un buen rendimiento y Keylor estuvo en el punto de mira de muchos aficionados hasta el último tramo del curso. Comenzó el rumor de un posible fichaje para el marco en 2017, pero el costarricense se rehizo y (aunque no llegó al estado de forma de un año atrás) convenció a parte de sus críticos con un papel al alza en la Liga número 33 del club y en la ‘Duodécima’ alzada en Cardiff.