Aquellos dos camareros eran lo menos parecido a dos triunfadores. Esos dos chicos negros hacían suyos los uniformes de una franquicia de comida rápida como un desafío. Con sus redecillas en la cabeza oteaban desde ese bar de comidas frías y bebidas calientes su lugar en la escalera social de un país que, como EEUU, premia y castiga como pocos el éxito económico y el prestigio social. Tras diez días en el país, esperando la salida de mi vuelo, me afanaba ocioso en ese aeropuerto por distraer mis pensamientos engañando mis ansias por volver a casa, controlando a duras penas mis ganas de ver a la familia y de retomar una rutina que, curiosamente, cobra valor cuando no se practica. En aquel asiento duro como un adiós, en medio de la nada, sentado frente a ese local de neones irritantes y olores pesados, con poco más que hacer, no podía evitar observarlos.
Esa noche eran pocos los pasajeros que arrastraban los pies y las maletas por unos pasillos tan largos como las horas de espera, casi todos hombres de negocios americanos y europeos, en retirada como yo de aquella feria, refugiados ocasionales en las pocas tiendas de souvenirs abiertas de ese hospital de tullidos a medianoche que era la terminal. Como en un cuadro de Hopper, el local de esos chicos era un inventario de clientes indolentes, de banquetas giratorias color plata y vitrinas con comida que resaltaba como una luz al final del túnel. No aparentaban más de veinte años, pero tras aquella barra esos chicos estaban dispuestos a mantener el aplomo digno de saber que ese trabajo podía ser su primer y último tren. Hijos del extrarradio, aferrados a la expectativa de un salario semanal, intercambiaban motivados consignas entre sí al tiempo que se ofrecían amables a cualquiera que se les acercara.
No pude evitar recordarlos cuando hace unos días, y por abrumadora petición popular, Carlo señaló a un Jesús Vallejo tan sorprendido como agradecido para que saltara al campo. Correcto y amable a pesar de su lugar en la historia, simpaticé con él como lo hice con aquellos chicos. No discuto la evidencia, es posible que no tenga "nivel Real Madrid" pero sin duda alguna luce la dignidad propia y esperada de un jugador que defiende los valores del club. Pensaba, al observarlo en aquel partido errar, dubitativo e inseguro, en la necesaria solidaridad y empatía con el fracaso, al margen de las conclusiones deportivas que se deriven del rendimiento exigido a un deportista de élite al final de cada temporada. Vallejo destila una dignidad que no se ensaya. La debida condescendencia hacia tipos como él solo puede humanizarnos a la vez que nos define como afición y sociedad.
Ese día me recordó, como una lección sabida, cómo la vida nos pone siempre a todos sin excepción, uno a uno, frente al espejo alguna vez, atemperados y humillados, mostrándonos la peor versión de nuestra verdadera medida. Porque cualquiera de nosotros ha sido en algún momento poco para otros. Y porque hubo en cualquier expediente intachable un tiempo en el que alguien mordió el polvo por un amor o un trabajo, por la expectativa incumplida con un error inexcusable o por una muestra grosera de escasa pericia.
Es el sabor amargo del segundo premio. Lo he vivido en carne propia. Todo lo que alguna vez quise decir ya está en las letras de Bob Dylan, en algunas canciones de Sabina y en todos los textos de Manuel Vicent. Desde abajo, me conformo con soñar que me acerco a sus descartes, esos que duermen en cestas en forma de arrugadas bolas de papel. Por eso miro con especial afección, incluso ternura, la lucha estéril, el esfuerzo sin premio y el quiero y no puedo. En comparación con esta constelación de estrellas, tal vez Jesús Vallejo sea aquel tipo corriente que describe Sloan Wilson en "El hombre del traje gris" y no puedo evitar verme en él.
Aquellos chicos parecieron crecerse cuando los viajantes, como reactivados por la promesa de embarque, se agolparon impacientes todos a una. Cuando despacharon las comandas con eficiente celeridad y una sonrisa, confirmaron la importancia de su lugar en el sistema. Como ellos, Jesús Vallejo también disfrutó de sus días azules porque hubo un minuto 115 en la recta final de un partido ante el Manchester City en el que lo creímos capaz de todo. Por eso la empatía y la nobleza obligan. Dentro de unos años, tal vez enfundado en un traje gris, puede que un Jesús Vallejo otoñal gestione un negocio particular desde una oficina sin dirección. Entonces será poco menos que el asiento de un libro ajado en nuestra propia historia colectiva. Pero siempre tendrá el poder oculto de recordar a quien se olvidó de él, de conservar una mueca de satisfacción cuando piense en aquel minuto 115 como aquellos chicos negros de redecilla en el pelo recordarán satisfechos que, por un instante cada noche, con la llamada de embarque, fueron efímeramente importantes cuando alguien camino a casa los necesitó.
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Un artículo completamente injusto con Vallejo que con 18 años era el capitán del Real Zaragoza y campeón de Europa sub-21 cuando fueron a buscarle, él no se ofreció le buscaron y hasta ahora le han cedido y le han repescadoy nunca a puesto una mala cara ni una mala declaración, muy al contrario
Me temo, Pedro, que no ha entendido la intención del artículo (seguro que por mi culpa) porque es laudatorio. Vallejo ha demostrado una ética profesional intachable,como se menciona en él. Gracias por leerme.
Tranquilo Alberto. No es tu culpa que Pedro no haya entendido tu artículo. Te felicito por él; es un gran artículo que me ha recordado mucho a los escritos de Antonio Muñoz Molina.
Sin embargo, Pedro lleva razón al recordar que con 18 años Vallejo era nada menos que capitán del Real Zaragoza.
De lo que discrepo profundamente es lo de otro que le llama "inservible para la élite". Un jugador con su disciplina y actitud no se vuelve inútil de la noche a la mañana.
Alguna responsabilidad tendrán, digo yo, y no pequeña, los entrenadores que lo infrautilizan.
¿ O es que sólo son alineadores y no auténticos enseñantes de futbolistas ?
Creo, Billy, que efectivamente Vallejo es mejor de lo que ha demostrado en el Real Madrid. Pero, aún teniendo unos antecedentes brillantes (interpreto que por eso llamó la atención del Real Madrid) no ha dado la medida esperada en el equipo. Su caso no es único, recientemente Hazard tampoco la dio, con una diferencia: Jesús Vallejo ha demostrado una profesionalidad mucho mayor.
Lo injusto es que un jugador actualmente inservible para la elite sea el tercer central de un equipo con aspiraciones
Siempre recuerdo con beneplácito la 14, cuando Ancelotti permitió que Vallejo o Jesús como me gusta decirle, saltó al terreno de juego y lo hizo como el mejor y su participación, su defensa, también resultó vital en la victoria. Tenemos la memoria de la gallo que se sube a la misma gallina varias veces a pesar de tener todo un gallinero.
Bravo por ti Jesús tú también triunfarás, ten confianza y llegará de nuevo tú dia.
Con gente como tú, das lugar a una desazón grande. Vallejo es un gran jugador q aún no tenido su oportunidad, como le pasado ha muchos jugadores.
Posiblemente, Pedro. Pero el Real Madrid no espera,desgraciadamente. No obstante, el artículo, si lo lee detenidamente, es en defensa de Vallejo, no lo ataca ni lo pretende. Su profesionalidad es innegable y así se dice pero no ha cuajado en el equipo, eso también parece cierto.
A mi ha parecido un articulo excelente, muy bien escrito y claro que laudatorio con Vallejo.
Vallejo es uno di noi
Muchas gracias, Delantera Mítica
Nunca le dieron una oportunidad,porque no preguntar a Luis de La Fuente,que opina de Jesús Vallejo.Mejor que el Madrid fiche gente de fuera ,y desaga la trayectoria profesional de un gran jugador.
Fenomenal artículo, nadie pone en duda su profesionalidad, que sea el tercer central del equipo ya es más discutible
Muchas felicidades por el artículo, no dudo de la profesionalidad de Jesús, quizá en anteriores ocasiones y con un poco más de tiempo confiando en el su rol en el equipo hubiese sido diferente, pero creo que ese tiempo pasó, se fue su tren de la terminal. Dicho esto creo que hay que empezar a dar valor a la cantera y tener mimbres para darles confianza y tiempo, no entiendo que tengan que salir siempre a otros equipos para despuntar.
Totalmente de acuerdo.
Alberti Cubero. Excelente. No se puede gustar a todos. A mí lo que no me hizo ni pizca de gracia fue la actitud guasona del público que pidió su salida al campo. Eso es hiriente. Lo de que no sirve para un club grande, sin embargo, es un hecho, a pesar de todo lo que consiguió en su etapa juvenil.