Los ángeles juegan así

Con dos ramalazos y medio, uno al comienzo de cada tiempo, y otro al final, el Madrid despachó una de sus más duras papeletas de la temporada ante un equipo recién ascendido que bien merece jugar en Europa el año próximo. De la extremosa y tristona Soria viene su dinámico entrenador, de los más variados parajes sus jóvenes peloteros, y de la historia reciente que no se llame Gerona; pero no recuerdo tanta potencia y precisión en el balón parado desde los mejores tiempos del propio Real, y ojalá aprovechen los del Bernabéu la astucia de amagar el lanzamiento, para sacar un segundo después con las marcas aflojadas.

De hecho, quizá pudieron marcar por alto algún gol más, ayudados por demasiadas faltas de Carvajal e incluso del habitualmente comedido Nacho, porque Navas sigue demostrando que o no sabe jugar con los pies, o le ha puesto nervioso ver cómo incurre en algún disparate cuando no la pasa en corto. Por lo demás, sus cualidades felinas compensan ese defecto, y la noche justifica ante todo celebrar virtudes como las que sigue exhibiendo Varane, la consolidación de Kovacic, y el bullir de un Lucas Vázquez que debió anotarse dos goles en vez de uno, pues no estaba en fuera de juego.

El partido de Kroos me pareció extraordinario, a la altura de quien fue decisivo para ganar dos orejonas de cuatro y no ha alcanzado aún su techo, porque alguna tarde añadirá un hat trick a su manantial de pases, regates, pausas y controles, dejándonos realmente atónitos. Si salvamos alguna intermitencia, lo mismo vale para un Asensio del que ya sabíamos que chuta, conduce y sostiene carreras en solitario como casi nadie, aunque hoy se sacó de la chistera una capacidad para atraer a cuatro defensores y descargar la pelota allí donde solo puede llegar un compañero. Messi y Neymar tienen ese don, pero ahora comprobamos que el mallorquín también.

En cuanto a Cristiano, un nuevo póker es poca cosa comparado con el entusiasmo y la autoexigencia que le llevan a ser quien es. Su condición de fashion victim –por guapo, rico y presumido- no altera facultades pulidas con paciencia y humildad, desde los principios hasta hoy mismo, cuando estar más o menos acertado no altera una devoción por el oficio que es lo propiamente excepcional de su persona. Tomen nota de ello quienes aspiren a imitarle, y no omitan que se ha ido haciendo a la vez menos chupón y menos icónico, porque el paso del tiempo solo deja en ridículo a quien prescinda de merecer sus logros.