Los amics de Negreira

Buenos días, amigos galernautas. Quién nos lo iba a decir a estas alturas de la película. Nunca lo hubiéramos imaginado. O sí. Qué sabremos nosotros, pobres mortales, sobre los inescrutables caminos del culerío. El caso es que desde el estallido del Caso Negreira —fácil de untar— asistimos atónitos a la rápida reacción estalinista de los creadores de opinión culé, que hacen, noticia a noticia y portada a portada, una purga exprés de todo aquello que pueda manchar la inmaculada imagen del líder, del escudo… ¡de la Revolución, pardiez!

Cuenta la leyenda que en la década de los 70 un fotógrafo inglés acudió pardillo al inmenso archivo fotográfico de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Buscaba unas fotitos de León Trotsky para un reportajillo sobre el que estaba trabajando. “Aquí no tenemos Trotskys, pero por qué no se lleva usted un kilo y medio de Stalins que nos han salido muy buenos”, relatan las crónicas que se llevó el paciente inglés por respuesta.

Mosqueado por el asunto, el fotógrafo se afanó en recopilar todas las imágenes que encontrara de Trotsky a lo largo y ancho de la Madre Rusia y por poco no acabó picando hielo en Siberia sin camiseta y los nísperos de punta. La purga estalinista había hecho bien su trabajo. No quedó ni rastro de imagen o fotografía del bueno de Trotsky porque hubo quien se encargó de borrar, recortar, manipular o joder cualquier imagen, no sólo de León, sino de todo opositor a Stalin que osará decir “patatov” ante una cámara de entonces.

Visto lo visto últimamente al galernauta todo esto le suena.

Cumbre por Carrasco y Pavard. Con dos collons. Y el lector pelando la pava, claro. Pep Stalin estaría orgulloso hoy de Mascarpone y sus pupilos. Qué arte. Ahí anda el bueno de Mascarpone escondido en la buhardilla de tan periodísticamente infame portada, parapetado por titulares de opinión tan burdos como las perfomances de Tebas delante de un croma. A su lado, su vecino de azotea clama porque alguien debe estar pasándoselo muy bien a costa del Barça y no podemos más que darle la razón. Yo también me lo hubiera pasado macanudo cobrando lo que cobró el señor Negreira por, según el Barça, hacer cuatro trabajos de segundo de Infantil. Pero detengámonos aquí por un instante y apreciemos en este titular el golpe de timón inminente de los Eisenstein del culerío, ya desmelenados cual carrito de bebé sin control escaleras abajo.

Alguien se ríe del Barça, cómo no. Y además resulta que no es usted, amigo galernauta.

Del sujeto indeterminado que anda despitorrado de risa con este asunto pasamos por arte de birlibirloque a la siniestra posibilidad de que el Barça haya sido víctima de un estafador. Pobres. A Stalin le pasaba mucho esto. Le pasó con Lenin y con Trotsky. Luego con Von Ribbentrop, después Churchill, luego Truman o, siguiendo la más pura tradición rusa, más recientemente Litvinenko con Putin. Tolerancia cero ante los estafadores. Tots amb Barça.

No nos queda otra que solidarizarnos con Barto. Y con Laporta. Y con Sandro. Y con Gaspart.  Y con Núñez. Probablemente también con Narcís de Carreras que fue el que dijo aquello de mes que un club allá por 1908. Los Negreira, padre e hijo, tenían esto muy presente desde luego. Todos los detalles del caso los podrán analizar pormenorizadamente en el informe MD, un batiburrillo de cosas publicadas por otros hace 72 horas.

Más o menos lo que hace el diario As, a rebufo desde tiempo inmemorial de todo lo que van sacando otros. Es que investigar es muy cansado y por el contrario volver a poner al bueno de Vini en el ojo del huracán es económico, ecológico y biodesagradable. Con lo tranquilitos que estábamos. En fin, efectivamente, el Real Madrid con su camiseta blanca que no empaña regresa a la Liga con un partido cabrón en Pamplona, donde tradicionalmente solo ha faltado atar al merengue en la esquina de la calle Estafeta vestido de Spiderman, y con la presión de estar a 8 puntos de los amics del Negreira añadida.

Está la cosa jodía, pero el Madrid es el Madrid.

A nosotros no nos borra ni Stalin.