Estamos conmemorando estos días el primer aniversario de la muerte del expresidente del Real Madrid Lorenzo Sanz. Todo un personaje, además de ser entrañable, según coinciden quienes tuvieron la suerte de conocerlo y tratarlo personalmente. Y, en ese sentido, un hombre que merecía el homenaje de justicia que se le está brindando desde del madridismo. No hay más que leer la prensa, escudriñar la web, ver los telediarios o sentarse a disfrutar del documental que le ha dedicado Movistar, en el que aparece un gran elenco de familiares, amigos, colaboradores o, incluso, críticos, sumándose al homenaje.
Escribo este artículo porque yo también tuve la suerte de conocerlo, siquiera tangencialmente y por motivos estrictamente profesionales. Fue en tiempos lejanos, cuando el viejo siglo estaba a punto de expirar y el nuevo milenio llamaba a nuestras puertas. Y me ‘atrevo’ a poner ahora por escrito este modesto testimonio con la mera y sana intención de contribuir a esa justicia histórica.
De todo lo que he leído o visto me gusta el reconocimiento colectivo a su visión, que le permitió poner al Real Madrid de nuevo en el mapamundi futbolístico
De todo lo que he leído o visto me gusta el reconocimiento colectivo a su visión, que le permitió poner al Real Madrid de nuevo en el mapamundi futbolístico. Después de tantos años de sequía en la Champions, el Real de Lorenzo Sanz consiguió la Séptima y la Octava, consagrando a un nutrido grupo de estrellas cuyas contrataciones habían sido fruto de su agudizado instinto para captar el talento de la calle y del hambre. Porque Lorenzo sabía de fútbol; olía a un buen futbolista a las primeras de cambio y a larga distancia.
También se le está reconociendo que fue quien inició la ‘profesionalización’ de la gestión del Club, aunque realmente —y debo ser sincero— creo que a él eso le importaba menos que la parcela deportiva. Intuyo que eso era así porque a él, personalmente, le atraía más satisfacer al socio y al aficionado que hacer las cosas bien empresarialmente. Sin embargo, y ahí viene mi primer apunte justiciero, supo rodearse de un núcleo duro de colaboradores que se ocupó de esa faceta y al que apoyó de forma incuestionable.
Ese núcleo duro lo componían tres magníficos profesionales: el vicepresidente, Juan Onieva; el director general, Julio Senn; y el portavoz de la Junta Directiva, Jaime Ussía. Por cierto, no hemos visto a Juan ni a Jaime en el documental mencionado y creo que hubiera sido de justicia que aparecieran también en él. Porque ellos, junto a Julio, fueron los responsables directos de acometer aquel proyecto tan novedoso y pionero en España que llamaron ‘El Real Madrid del Siglo XXI’. El objetivo de dicho proyecto era precisamente ese: modernizar las estructuras de un Club que estaban obsoletas, a pesar de que la FIFA le hubiera designado —por sus méritos deportivos— como ‘El mejor Club del Siglo XX’. El reto consistía en dotar al Real Madrid de una estructura renovada y moderna… y en gestionar el Club de forma puramente empresarial. En España, hay que decirlo, fuimos pioneros, pero reconociendo que algo parecido ya lo había comenzado a hacer el Manchester United en Inglaterra.
También se le está reconociendo que fue quien inició la ‘profesionalización’ de la gestión del Club, supo rodearse de un núcleo duro de colaboradores que se ocupó de esa faceta y al que apoyó de forma incuestionable
Al servicio de ese reto, Lorenzo Sanz colocó a su mejor talento, pues era mucho lo que se jugaban: Juan Onieva, vicepresidente económico, con su dilatada experiencia empresarial; Julio Senn, con su sólida formación de auditor, cuidando de que esa transición estratégica no pusiera en riesgo la estabilidad económica del Club; y Jaime Ussía, con su talante abierto y mentalidad moderna, explicando desde su cargo de portavoz de la Junta —con gran y envidiable convencimiento— las bondades de dicha transición, que supuso un antes y un después en la historia moderna del Real Madrid.
Como parte de los ingentes trabajos que implicaba aquel proyecto, el Club decidió acometer también los de Comunicación e Imagen, contratando una auditoría externa —para conocer el punto de partida en estas materias— y un plan de comunicación mediante el cual poder ir contando de forma adecuada la nueva realidad del Club y los cambios, tanto corporativos como empresariales, que se iban sucediendo en la institución. En aquel proyecto es donde yo tuve la suerte y el privilegio de participar profesionalmente y gracias al cual —debo reconocerlo— empecé a ver el fenómeno del fútbol con otros ojos y a sentir mi madridismo de forma más metódica y menos forofa de lo que cabe suponerle a alguien que ha nacido cerca del Parque de Berlín (o sea, en plena ‘zona nacional’).
No puedo desvelar datos o conclusiones de aquellos trabajos de consultoría estratégica, por razones puramente profesionales… ni tendría sentido hacerlo hoy, casi 22 años después. Pero debo decir que, en aquella época, el Real Madrid aparecía cada día en unas cien portadas de periódicos de todo el mundo, lo cual venía a demostrar la grandeza de la institución; eran tiempos en los que el Club era admirado y respetado en todos los países, pero —quizá por esa razón— ya se detectaban muchos síntomas del antimadridismo imperante que sufrimos hoy.
No puedo desvelar datos de aquellos trabajos de consultoría estratégica, pero debo decir que, en aquella época, el Real Madrid aparecía cada día en unas cien portadas de periódicos de todo el mundo, lo cual venía a demostrar la grandeza de la institución; el Club era admirado y respetado en todos los países, pero —quizá por esa razón— ya se detectaban muchos síntomas del antimadridismo imperante que sufrimos hoy
Creo que se hizo un trabajo de análisis lo suficientemente profundo, como para detectar de forma solvente que muchos jugadores de la primera plantilla no tenían clara su relación profesional con el Club (sí, literal), más allá de su mero ‘orgullo de pertenencia’; o que algunos de los más pequeños de la cantera en realidad querían jugar, de mayores, en el Barcelona… Muchos pensaremos que esto es una locura y que no responde a la realidad, pero apoyados por el buen hacer de un magnífico sociólogo, pronto descubrimos que eso, en realidad, sucede en todos los clubes con sus chavales; porque los niños se hacen de un equipo de fútbol entre los ocho y los doce años y suelen hacerlo del que se enamoran por su gran juego o por lo que gana… y entonces era el caso del Barcelona de Johan Cruyff.
Y recuerdo a Lorenzo Sanz, el día que convocamos a nuestros clientes para hacerles la presentación de las conclusiones del análisis realizado y de la estrategia y el plan de acciones de comunicación que les propusimos. Después de haber escuchado algunas cosas que preferiría no haber tenido que oír… y de imaginar la cantidad de ‘deberes’ que le habíamos puesto por delante, con un espíritu bastante autocrítico y un talante de buen encajador, nos despidió diciendo: “Ya veo el gran trabajo que nos queda por hacer; pero no tenemos otro remedio que mirar hacia adelante e ir a por ello”. Así era Lorenzo Sanz.
Fotografías: Imago.
Yo, de verdad, no sé en qué realidad paralela vivió el autor durante aquellos años, desde luego en la misma que yo, no.
Buenos días, D. David, aunque estoy encendido porque me acaban de borrar un comentario sobre la retirada de D. José Ramón de la Morena del periodismo( es un decir)deportivo, donde brindaba por ello, creo que no es el momento de analizar y puntualizar trayectorias entre ellas la de D. Lorenzo sobre la cual podría estar escribiendo todo el día, seamos generosos y aceptemos que agua pasada no mueve molino.
Saludos
Pues llevas razón.