Buenos días, amigos. Ayer por fin comenzó la Champions, porque hasta que no debuta el Madrid no empieza realmente, como la raíz de este adverbio indica. Se presuponía un choque no sencillo, pero propicio para ganarlo sin necesidad de recurrir a la épica, pero este Real Madrid se ha empeñado en llevar al límite la resistencia de nuestro corazón como si contase con acciones de alguna farmacéutica especializada en medicamentos para tratar la insuficiencia cardiaca.
El Union Berlin resultó una suerte de funcionario de la Agencia Tributaria que se sacudía de encima todas las alegaciones presentadas por el Madrid en forma de disparo, cabezazo o tijera, ya fuese por vía postal, electrónica, burofax o, mayormente, vía Joselu. El principal responsable de desbaratar cualquier ocasión de gol de los de Ancelotti fue, como es habitual, el portero, cuyo nombre, Rönnow, recuerda a una estantería de Ikea diseñada para apoyar cubalibres. Quien no contento con sacar manoplas como la que evitó un tanto antológico de Modric, dio orden a sus postes para que repelieran cualquier chut al cual él no llegase, como el remate ciclista de Rodrygo.
Esto fue en la segunda parte, porque la primera fue entretenida como contar el número de abultamientos pictóricos de un paramento vertical enlucido con gotelé. Plomiza es la palabra. Durante el segundo periodo, Carlo introdujo en la ecuación a Kroos y Valverde en sustitución de Tchouaméni y Camavinga y las ocasiones se sucedieron como se suceden las decepciones en una relación de amor no correspondida.
En el 93, minuto totémico, el 0-0 parecía inamovible, pero la fuerza del destino nos hizo repetir —no pretendemos que se os inserte la pegajosa canción en la cabeza—, y, en el 94 y como homenaje al portero de la Lazio, un gilicórner, como denominó Genaro Desailly en su crónica, propició el remate de Valverde que terminó con el balón botando plácido en miércoles en boca de gol, en el lugar donde por instinto se ubican los elegidos, para que Lord Bellingham empujase el esférico adentro de la meta de berlinesa.
El Madrid parece una novela romántica del Duque de Rivas. Al igual que don Álvaro no podía evitar acabar con todas aquellas personas que salían a su paso, Lord Jude no puede rehuir la fuerza del sino que le impele a marcar goles decisivos que derrotan rivales y suponen partidos, prestigio y dinero. Así lo reconocen las portadas madrileñas, hoy alegres y risueñas.
«El Madrid de siempre». Salir, remontar, el rollo de siempre, golito al final, flipar a la gente (tampoco pretendemos que se os cuele esta melodía extrema en el cerebro). Los compañeros de As no han resistido y han sucumbido a utilizar la palabra «muro» en su portada, si bien no la han empleado en el titular ni la han acompañado con «de Berlín». De paso, nos informan que el gol de Jude sucedió en el remate número 32 sobre la portería alemana. Ha habido temporadas enteras en las cuales no ha llegado a rematar 32 veces entre todas las competiciones el Atlético de Madrid.
«Se bautiza en milagros» titula Marca en alusión a Bellingham. Creemos que Jude se cayó en la marmita de los milagros al nacer y desde entonces está impregnado por la Providencia. Está dándole la razón a quienes sostienen que el Madrid contrató a Jude con la intención de que fuese el Benzema del equipo. Karim era un delantero bastante centrocampista y Bellingham es un centrocampista bastante delantero. Lo que no esperaban es que las cualidades de Raúl González también adornasen al cinco merengue.
Sea como fuere y más allá de la crítica necesaria y razonable de la cual no debe estar exento el Madrid —ni nadie—, por su propio bien, no conviene olvidar que este equipo, vilipendiado por propios y ajenos, suma seis victorias en seis partidos con las bajas del mejor portero del mundo, el mejor central del planeta y su futbolista más determinante. Pleno de partidos ganados sin Courtois, Militao ni Vinícius. Y sin nueve.
En Mundo Deportivo también catalogan lo de Jude como milagro. Lo hacen en chiquitito porque el Madrid ganó. Su portada es para los Joãos, Félix y Cancelo, de quienes dice que hablan. Entendemos que hablarán de cómo inscribir jugadores cuando no se cumplen, un año más, las normas que rigen la inscripción de futbolistas.
Sport opta por hablar del presente y del futuro sobre una fotografía de Xavi con el mismo aspecto que luce un bohemio el domingo por la mañana tras una jornada de catorce horas de fiesta. Frontispicio autárquico para consumo interno con las cuentas de la lechera hechas en base a los jóvenes de la plantilla. Ya sabéis que siempre se dice que la cantera del Barça es maravillosa, sobre todo en comparación con la del Madrid, y luego uno observa que, pasados los años, solo aguanta Sergi Roberto, el resto de canteranos sufren el efecto gaseosa, debutan por todo lo alto y pasados dos o tres años desaparecen. Mientras en el Madrid perduran más.
En la tragedia romántica del Duque de Rivas, muere hasta el apuntador de una película de Tarantino, incluida doña Leonor, amada de don Álvaro, el cual decide quitarse la vida reconociendo el destino trágico que se cierne sobre él. En el Madrid romántico de Ancelotti, sucumben los rivales, a veces como por ensalmo, ante la presencia de Jude. Esperemos que esta ansiedad no acabe con la amada afición. Pero a diferencia de don Álvaro, Lord Jude está encantado con su sino.
Pasad un buen día.
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Un comentario en: Lord Jude o la fuerza del sino
Buenos días vuelvo a puntualizar, el portero de la Lazio marca en el minuto 95 (94'20'' aprox) y el de ayer de Bellingham si fué en el minuto 94 (93'20'' aprox) igual que el de Ramos en la décima fue en el minuto 93 porque en el crono aún no se había llegado al minuto 93 de partido lo marcó cuando se llevaban 92 minutos y creo que cuarenta y pico segundos.