Cuántas veces habrás escuchado o leído aquello de que no tiene mérito ser del Real Madrid. Cientos. Miles. Desde todos los rincones. Hasta de periodistas que viven gracias al propio Real Madrid. Es una frase hecha que pegó en su momento y ya se utiliza sin pensar, como cuando ibas a un examen con la lección aprendida de memoria sin ni siquiera saber qué quería decir cada párrafo que escribías.
¿Desde cuándo es fácil ser del único equipo del mundo capaz de volar y ahogarse al mismo tiempo? Ser del Real Madrid implica vivir al día, sabiendo que, en cualquier momento, Cibeles tendrá una bandera colgada o el club estallará por los aires. En el Siglo XXI hemos gozado con varias Champions y algunas Ligas, pero también nos hemos tambaleado con Ramón Calderón, un carrusel de entrenadores a cada cual más esperpéntico y una época en la que Fernando Gago era el eje en el centro del campo. Las tinieblas siempre asoman al Santiago Bernabéu.
Y qué decir de estos últimos tiempos de guerras civiles y leyendas que alargan su agonía con el cómplice aliento de sus palmeros. Uno entra en Twitter y ve a unos atacando a otros y a los otros sacando historias turbias de unos. Mira la prensa y en los fracasos siempre tienen la culpa los mismos mientras que la victoria se reparte entre unos pocos. O que James Rodríguez vino para hacer autopistas en Colombia. O que Gareth Bale no sabe jugar al fútbol. ¡Si hasta se ha dicho que Cristiano Ronaldo no aparece en los partidos importantes!
No es nada fácil convivir con esta rutina. Tú con un altavoz tan pequeño reducido a 140 caracteres y otros generando opinión y lavando cerebros a esos que luego ovacionan de pie a Pirlo pese a que se retira perdiendo tiempo. Es una batalla que has perdido antes de comenzarla, pero te mantienes en ella porque el Real Madrid es más tuyo que de los que cobran por hablar o escribir sobre él. Porque entiendes, al fin y al cabo, que tu sentimiento es más sincero que las letras recogidas en un periódico cuyo único interés es vender muchos ejemplares para que sus trabajadores sigan comiendo.
Yo, que soy de Valladolid y socio del Real Valladolid, sé que es difícil animar a un equipo que lucha por sobrevivir, pero no considero fácil amar a un club cuya exigencia es la gloria y no se conforma con llegar al penúltimo escalón camino del cielo. En el Real Madrid no existe el conformismo y ser segundo es la derrota más dolorosa.
Fíjense si es difícil ser madridista que ha pasado un año de la Décima y ya estamos enfadados con el mundo porque 2015 ha sido un desastre. El que quiere hacer historia no vive de ella, por eso el Real Madrid camina triste estos meses pese a haber firmado un 2014 memorable. La trayectoria del equipo más importante del mundo no permite sentarse a contemplar lo conquistado. El siguiente paso tras ganar un título no es celebrarlo, sino pensar en levantar otro más. Y otro. Y otro. El conformismo queda para los dueños de “con lo que nos han dado”, no para una entidad que cree que diez Copas de Europa son pocas.
En resumen, no es fácil ser del Real Madrid, pero sí muy bonito. Bonito porque tu finalidad es mirar al resto por encima del hombro. ¿Prepotencia? ¿Soberbia? ¿Falta de humildad? ¿Aires de grandeza? Lo que quieran. Que nos pongan los adjetivos que necesiten. Nosotros, mientras tanto, a mirar a 2016 pensando que habrá primavera y que lo de 2015 fue una larga siesta. Despertaremos a tiempo para que James Rodríguez nos lleve hasta el cielo por una de sus autopistas.
Buena apreciación de lo que es ser aficionado de este Club. Es lo que nos hace grandes y también es nuestra maldición. La inagotable ambición. Pero el fin de todo ser humano debe de ser la mejoría constante. Sin ambición no habría progreso.
De todas formas, esta es una batalla perdida. Estamos en un mundillo que es reflejo de nuestra sociedad actual. Una sociedad irreflexiva e infantilizada. La gente consume noticias a la misma velocidad que salen. Y, hoy en día, en la llamada era de la información, es mucha velocidad. Nos hemos vuelto cómodos. No nos tomamos dos segundos para pensar en si lo que nos están contando es verdad o si, tan sólo, es importante. Estamos bajo la esclavitud de lo "políticamente correcto". De tener una buena imagen más que un buen fondo. De la búsqueda de responsables como si todo pudiere controlarse. Hay veces que las cosas malas suceden porque forman parte de vivir. El fútbol, en esencia, es un juego y como en todos los juegos el azar es una parte importante de él. No todo se puede controlar o anticipar. Y este año, más que muchos otros, ha quedado patente. Decir que nuestro rival ha tenido una gran dirección deportiva desafía la realidad. Como prueba la destitución de su director deportivo a mitad de temporada, Zubizarreta. Esto sí que es un gran chiste. Zubi sería el verdadero responsable de los triunfos de este año, al menos, en su área de competencia. ¿Alguien se acordará de él?. Sic transit