Hay momentos durante los partidos que empiezan a las cuatro de la tarde en los que aparece Lorca recitándote al oído 'La cogida y la muerte'. Un lento morir, un morir en la tarde pesada de los párpados que van perdiendo toda su fuerza en hora tan mala: sólo falta el poeta avisándote: "a las cinco de la tarde, eran las cinco en punto de la tarde", cuando en el descanso ya tantos han caído derrotados.
Yo no he estado nunca en mi vida en Getafe a las cuatro de la tarde (en realidad creo que no he estado nunca en Getafe), pero Getafe por sí solo suena casi reverberante. Yo a veces, como hoy mismo, a esa hora he visto espejismos en mi triste caminar por el desierto, un desierto getafense.
Creí ver uno de ellos en el movimiento maravilloso de tirabuzón de Marcelo, rodeado de contrarios, para sacar el balón fuera de la encerrona de callejón oscuro donde se hizo la luz de pronto como gracias a esas lámparas maravillosas que se encienden tirando de una cadenita. Pero no era un espejismo. Era real y era Marcelo haciendo una "roulette", bonito nombre, y era mi querido Dumas tirando de la cadenita.
así jugaron los nuestros
Tuve (tuvimos y tuvieron) suerte con el sol implacable de octubre en el Coliseum. Estaba en el terreno de juego Marcos Llorente, y con él su flequillo ondeante como un toldo castaño de los del Coliseo, el de Roma. Bajo ese toldo, bajo ese flequillo, ir a jugar a Getafe a las cuatro de la tarde se hace más llevadero.
El problema es que todos, madridistas y getafistas, parecían ir buscando el refugio de su sombra. Todos menos Achraf, nuestro tuareg del desierto. Si Achraf podría ser un tuareg, Llorente podría ser Lawrence de Arabia y José Bordalás un político de Ciudadanos planteando un partido de barricadas.
Todo sombreado por el flequillo de Llorente hacía el encuentro como una siesta mejicana bajo un sombrero mejicano, tan sólo levantada por pellizcos de los habituales virtuosos, incluido Lucas. Fue un Benzema directo, un Benzema asesino y exquisito (el autopase fue como la firma por la que se devanan los sesos los detectives) quien dio el primer golpe. Uno insuficiente para la insurgencia violenta que en Getafe tenían preparada.
Nunca Getafe pareció tan hostil, y más después del gol en fuera de juego, exacerbando su lucha callejera, como si fueran a romper escaparates o a incendiar cajeros. El Madrid jugaba siguiendo la sombra del flequillo de Llorente y Arambarri, famoso pelotari, iba a por los tobillos de los camellos mientras Amath, el cantante de Snap (un grupo discotequero de los noventa, queridos niños), se medioadueñaba de la pelota.
Yo lo vi todo claro cuando Cristiano empezó a hacer ese movimiento suyo con la pierna y el pie para sacar el balón cuando le acechan. Ese movimiento es como un pez sacando el lomo brillante un instante por encima de la superficie del río. Hace el mismo sonido de naturaleza. Incluso se puede ver esa burbuja sobre el agua que se expande cuando el pez se sumerge. Es como un aviso de captura para el pescador, Isco (al que metió Zidane en el momento preciso) lanzando la caña y Cristiano clavando el anzuelo de la Liga.
La Galerna trabaja por la higiene del foro de comentarios, pero no se hace responsable de los mismos