En las portadas no hay camareros

Suele decirse que en el país de los ciegos el tuerto es el rey pero en algunos lares, ciertas  actitudes son absolutamente ciclópeas, como un Polifemo dando tumbos, ebrio de vino heleno mientras intenta aplastar a Ulises con el dedo gordo del pie.  El asunto resultaría tal que así, etílico, sino fuera porque amenaza resaca interminable en el país del Barça, cuyo monarca in pectore no es otro que Gerard Piqué, elevado por los mass media a la categoría de gurú, analista político, sociólogo, pensador, intelectual, político, emprendedor, hipster, catalán, libanés, colombiano y español.

Nobita como Rajoy prefiere adoptar la noble táctica de la avestruz

Nos parece cuanto menos curioso el afán de la prensa deportiva por trasladar el grave conflicto catalán a sus primeras planas a través de un futbolista de la selección que se caracteriza por una locuacidad digna del Capitán Cousteau, aquel francés submarino que no callaba ni bajo el agua. Desde La Galerna entendemos que la situación política actual –sin entrar a valorar cuestiones de otra índole que deberán realizar aquellos a los que le corresponde tamaña tarea- es lo suficientemente chunga como para tratar de resolver tan delicado asunto a través de Piqué. Y es que mientras Gerard interpretaba ayer el papel de niño bueno que considera España un “país de la hostia” (sutil poesía) por aquí barruntábamos que ocurrirá con el Real Madrid cuando tenga a final de mes que jugar en Girona o qué puede pasar cuando el Barcelona juegue sus partidos en la estepa castellana, en las llanuras andaluzas o en la capital del Reino. España es un país de la hostia, sí, pero no queremos otro tipo de hostias –políticas- dentro del mundo del deporte.

Tendremos que escuchar que no es bueno mezclar fútbol y política, y lo que es aún más asombroso, tendremos que escucharlo desde un mundo culé desnortado que ya no distingue a Neymar de Serrat o que juzga al aficionado culé extremeño como un alienígena aterrizado en la Barcelona de Eduardo Mendoza. Si Gurb aterrizara hoy en el Camp Nou se daba la vuelta.

“Diálogo” proclama Mundo Deportivo. “Se queda” bromea Sport en fácil chanza. Y el Barcelona –sí el Barcelona- se ofrece como mediador en la crisis catalana. Vendría a ser algo así como meter a Los Pepes en un proceso de paz en Colombia.

¿Quién sería el mediador culé? Se preguntó anoche la cúpula galernaria. Y el Boss Bengoechea llegó a la conclusión de que Suárez, amén de su refulgente dentadura y amable sonrisa, sería el candidato perfecto para tan alto honor. “Tiene el talante apropiado y Suárez en la historia contemporánea de España tiene un apellido de consenso”, Bengochea dixit.

Mientras tanto en la meseta los diarios deportivos capitalinos contribuyen a rebajar la tensión en torno a la Selección Española provocada ni por Arbeloa, ni por Xabi Alonso, ni por Florentino Pérez, ni, por supuesto ni a pesar de Relaño, por José Mourinho.

El letrado de Gerard, Licenciado Relaño, se afana hoy pluma en mano en reducir la polémica en torno a un señor que considera que un independentista puede jugar en la selección del mismo modo que Groucho Marx tenía otros principios si los primeros no te gustaban.

Leyendo su escrito de defensa numantina en torno al central del Barcelona descubrimos entre líneas algún mensaje oculto. Por ejemplo que el director del diario As se informa a través de la Wikipedia y que ayer patinó con cierta referencia guerracivilista – el Ebro- que no corresponde. Corramos un tupido velo Alfredo (otro más) y haz tuya la frase final de tu editorial de hoy. “Hay muchos a los que Piqué interesa más como elemento de bronca que como conciliador” dice Relaño y añadimos: aplícate el cuento con Mourinho… que ya huele.

Al final, en todo este dislate catalán que todo lo tapa, que todo lo arrasa, que todo cubre, sepultada queda la exigua información de Marca acerca del escandaloso Caso Soulé, la trama corrupta que infecto durante décadas a la Real Federación Española de Fútbol.

Sobre esto debería informar la prensa deportiva en lugar de convertir a Piqué en estadista.

Dice Piqué que si un camarero puede opinar de política, él también.

Faltaría más. Por supuesto.

Pero el camarero no copa las portadas de la prensa deportiva.