Que levante la mano quién, en enero de 2007, cuando el Real Madrid anunció de forma oficial de una tacada los fichajes de Fernando Gago, Gonzalo Higuaín y Marcelo Vieira, intuyó que entre esos tres futbolistas imberbes y casi en edad adolescente acababa de aterrizar en el Santiago Bernabéu una futura leyenda del club. Dos argentinos y un brasileño con cara de pillo, pelo corto y muy, muy parecido físicamente a Robinho. Llegaba para opositar a la banda izquierda del Real Madrid que, en pocos meses iba a quedar huérfana de quien había sido su dueño durante más de diez años. Roberto Carlos iba a abandonar el club y su legado iba a ser inabarcable. O eso parecía. Marcelo, por aquel entonces, atacaba con mucha más magia y contundencia de lo que defendía. Esa característica le ha acompañado durante toda su carrera. Y no es ninguna desconsideración ni a su trayectoria ni al tipo de fútbol que pregonaba y representaba.
Roberto Carlos era todo potencia, da igual la zona del campo en la que actuara. Igual para cortar el avance de un rival que para reventar el balón en un libre directo. Marcelo, en cambio, era otra cosa. Mucho más técnico, menos veloz, más blando en el choque y despistado en los marcajes, pero su imaginación en ataque para encontrar huecos en defensas cerradas fue plenamente comprobable desde el primer día. Pero esas aptitudes no compensaban su relajación defensiva, o al menos no lo hacían para quienes lo tenían que hacer, que eran los entrenadores. Capello, Schuster y Juan de Ramos optaron primero por Heinze o incluso por cambiar de banda a Miguel Torres (mucho más limitado por izquierda que por derecha) en lugar de darle varias oportunidades consecutivas al joven carioca. Drenthe también le comió la tostada en ciertas ocasiones.
Pero lejos de mostrar una personalidad débil y blanda acorde con su edad, Marcelo se sobrepuso, esperó su momento y demostró de lo que era capaz cuando llegó la oportunidad. Con Pellegrini, el brasileño disfrutó de la ansiada regularidad. Mostró su talento, conformó una banda izquierda de ensueño junto a Cristiano Ronaldo y se empezó a forjar el futbolista que conocemos.
Sin embargo, Mourinho era mucho más expeditivo y con él llegó Coentrao, y la titularidad, sobre todo en partidos muy trascendentes, fue para el portugués. Pero Marcelo fue un compañero ejemplar, trabajó y nunca mostró enfado por jugar menos de lo que seguro hubiese querido. Su primer gran momento deportivo, en el que comenzó a ser una figura inolvidable dentro del madridismo, fue en la final de Lisboa. Autor del tercer gol, su tanto llevó la tranquilidad a la afición madridista en la prórroga y también al propio Ancelotti, que recurrió a él e Isco avanzada la segunda mitad para intentar atravesar la muralla rojiblanca.
Lo que vino después ya es historia. Tres Copas de Europa consecutivas en las que Marcelo fue parte esencial. Protagonista indiscutible en la de 2018, marcó en los octavos de final frente al PSG, en cuartos ante la Juventus (uno de los goles más bonitos que recuerdo) y en semifinales contra el Bayern de Múnich en tierras alemanas. Fue clave en la consecución de esas Champions.
Marcelo se marcha a sus 34 años y siendo el jugador que más títulos ha ganado en el mejor equipo del mundo. Se va con 25 trofeos —entre ellos cinco Copas de Europa— con lágrimas en los ojos, siendo un capitán ejemplar y tras haber levantado la decimocuarta
Ruletas, caños, paredes, pases medidos, centros que parecían teledirigidos y un gran sentido del humor. Marcelo siempre se ha mostrado feliz jugando al fútbol y ese carácter se ha reflejado también en el césped. Nos ha regalado las mejores filigranas, por lo que muchos pagaban una entrada, propias del lateral izquierdo técnicamente más talentoso que se le recuerda a este club en sus 120 años de historia.
Ahora se marcha a sus 34 años y siendo el jugador que más títulos ha ganado en el mejor equipo del mundo. Se va con 25 trofeos —entre ellos cinco Copas de Europa— con lágrimas en los ojos, siendo un capitán ejemplar y tras haber levantado la decimocuarta. El final soñado. El Bernabéu venera su leyenda, representa un trocito del escudo porque tan importante es ser humilde en el aterrizaje, cuando apenas eres mayor de edad, como en la salida, siendo toda una institución en el mundo del fútbol.
Marcelo siempre puso al equipo por delante de sus intereses personales y profesionales. No se le recuerda un movimiento desestabilizador a la hora de renovar sus contratos. Siempre simpático, bromista pero a la par didáctico con los más jóvenes. Se ha encargado de que los nuevos conocieran los valores y el significado del Real Madrid, la grandeza de ese escudo y de esa camiseta blanca impoluta. Una semblanza de su trayectoria en el Real Madrid son los tres últimos gestos (a falta del homenaje por parte del club) que ha tenido de blanco: levantar la Copa de Europa al cielo de París, besar a la Cibeles y arrodillarse en el Bernabéu ante el público. Su público. Ese que le ha aplaudido en cada gesto técnico, que se ha quedado boquiabierto con cada taconazo, con cada control. El mismo que va a echar de menos esa melena alborotada, icónica, justo encima del número ‘12’ el que, para siempre, será su dorsal. Gracias por tu fútbol, por tu ejemplo y por tus lágrimas, leyenda.
Getty Images.
Bonito homenaje escrito, y muy justo. Yo, que me gusta jugar a fútbol en la posición de Marcelo, siempre he sentido, cuando ya había madurado el brasileño, que, cuando tocaba la pelota cerca del área o dentro de ella, podía aparecer la magia en cada momento. Ver sus goles en YouTube demuestra que hacía magia. Un jugador de creatividad única para derribar murallas con sus trompetas de Jericó de controles, pases, centros, caños...
Muy bonito y bien explicado
Una leyenda del Madrid, y un verdadero ejemplo de cómo un veterano debe dar un paso al lado. Estos años de menos minutos nos han mostrado a un tipo sensato, que se ha convertido en el padrino de los niños brasileños, dando consejos y ánimos partes iguales.
Gracias por todo, Marcelo.
Lo siento, pero creo que hay que mencionar más cosas.Parece que se nos ha olvidado que cada vez que volvía de vacaciones venía con 7 kilos de más (alguna vez llegó a 11). No se podía contar con él porque estaba como un tonel y a causa de eso se lesionaba constantemente y no se ponía contar con él hasta mediados de temporada.. ¿Que os ponéis bizcochones ahora que se va? Pues bueno, lo entiendo, pero siempre fue un jugador inconsciente, que hacía lo que le apetecía, y que (leído aquí) no defendía porque le daba la risa. Curiosamente, se le perdona todo, incluso que en los últimos años, al volver de vacaciones, se negara a subirse a la báscula (y se lo permitieran). ¿Es que nadie se acuerda ahora de ese barrilete que año tras año venía a la pretemporada dando vergüenza ajena? Lo que hace ganar una Champions... Si ase hubiera perdido estoy seguro de que las loas a Marcelo no habrían sido así ni de lejos. ¡Ojo! Me encanta su fútbol, pero no creo que sea ningún ejemplo para nadie.
Otro lector de As descubre La Galerna.
Tu que eras el encargado de la bascula en Valdebebas? ... Te falta algo de precisión,no redondees y danos los gramos también,que queremos saber
Marcelo, lo que me has hecho disfrutar...
Marcelo es una leyenda que se lo merece todo, pero por favor, paremos ya con la medio verdad de los titulos, que parecemos el farsa. Don Francisco Gento gano 12 ligas y 6 copas de Europa, osea, 18 titulos "de verdad". Y eso sin contar que antes no habia tantos torneos de la galleta como ahora, supercopa de aqui, de alli...etc. Y con esto no quiero menospreciar a Marcelo que, como he dicho, es una leyenda del Madrid. Simplemente no entiendo como se puede comparar una copa de Europa con una copa del Rey o una supercopa.
No sé cual es la política actual en cuanto a homenajes. Si quieren, ya encontrarán fecha. En breve, dentro de 2-3 años... Cuando sea. No se me ocurre un futbolista , en la actualidad todavía perteneciente a la disciplina blanca, que lo merezca más que Marcelo . Un detalle de despedida:
https://www.youtube.com/watch?v=qjzJYa7tHLs