¡Cuánto echamos de menos a Rafa Martín Vázquez cuando se fue a Turín! Rafa, nuestro Benzema de entonces, para que lo entiendan los niños. Rafa siempre fue silencioso y aerodinámico como un velero de los que vuelan sin motor. A veces lo suyo era un zumbido gutural y elegante, como de moto aplomada. El futbolista Harley Davidson, que petardeen los petardos. Aquellos Madrid forjados entorno a la Quinta eran olímpicos. El Madrid ha sido siempre territorio de héroes, en las duras y en las maduras, pero los grandes momentos pertenecen a los dioses y Martín Vázquez fue su mensajero, el que conectaba los tiempos detenidos de Butragueño en el área con los platanitos de Michel, el turbo por bulerías de Gordillo con el aguijón de Hugo, la atmósfera etérea en que todo aquello se sustanciaba. Rafa era el aire que se respiraba en el Olimpo y el aire no se ve, pero cuando falta te ahogas. Rafa mensajero de los dioses, como Mercurio. La sabiduría de los antiguos supo que alguien que vinculase a los dioses era necesario, y por eso creó a Mercurio y también lo hizo dios. Mercurio es el dios del comercio, el que tasa los balones, el que los reparte y aun se vale por sí solo para ponerlos en la red, porque Rafa, nuestro Benzema de entonces, para que lo entiendan los niños, también hacía goles a su alada manera, así sin darse importancia.
Mercurio tiene alas en el sombrero, pero cuando se trata del Madrid hay que descubrirse. Por eso la sabiduría de los clásicos previó que también tuviera alas en los pies. ¿Un recadero de lujo? Seguro que a él no le molestaría la metáfora, desprendido como es –“yo creo que he pecado un poco de eso, de ser un jugador desprendido”, nos dijo en La Galerna–, pero es que el comercio de Mercurio era trascendente. Él es también el que disipa las nubes, el que guía a las almas en el Más Allá. Allí nos llevaba Rafa sin hacer ruido, a la manera de Velázquez en tiempos anteriores. Hasta se dejó aquel bigote para que se notara más. Rafa voló hasta Turín para reverdecer por un momento los laureles secos del viejo Toro y su batir de alas hizo posible el sueño de una inédita final europea. Y ahora aquí están sus botas, esas botas aladas y mercuriales.
Mensaje de Martín Vázquez
Puja por las botas de Martín Vázquez
La Galerna trabaja por la higiene del foro de comentarios, pero no se hace responsable de los mismos