Las elecciones al Barcelona se presentan entretenidísimas, en parte por la situación financiera, que amenaza bancarrota, y en parte por los que se presentan. Todo lo que pasa en Cataluña, desde hace tiempo, parece un gag de Polonia, el programa aquel de TV3. El Barcelona es un elemento capital del proceso de nation building catalanista y controlarlo no es baladí, es controlar la principal institución política de Cataluña, un ministerio de la propaganda en sí mismo de alcance incomparable, sobre todo en el extranjero. En estas elecciones además parece que va a dirimirse algo más que la próxima junta que lo dirija, puede que «el soci» esté eligiendo, sin saberlo, a la última, a la que conduzca al club a la conversión en sociedad anónima para evitar la quiebra. El caso es que uno de los que se presentan es Joan Laporta, el tipo que siempre se me viene a la mente cuando recuerdo el tifo aquel de los ultras sur en un derby contra el Atlético de hace casi una década: se busca rival decente, etcétera.
Yo reconozco que Laporta me cae muy bien. Como madridista, verlo de presidente del Barcelona me da mala espina. Pero luego pienso que sólo un tipo así, osado, caradura, deslenguado y con la mirada alta, puede sacar a Florentino de una gobernanza acomodaticia. Prefiero un Laporta a mil Bartoméus, del mismo modo que prefiero un Barcelona fuerte a uno arruinado y a un tris de la quiebra: al Madrid no le conviene vivir sin enemigos, sino enemigos fuertes y atrevidos.
prefiero un Barcelona fuerte a uno arruinado y a un tris de la quiebra: al Madrid no le conviene vivir sin enemigos, sino enemigos fuertes y atrevidos
Laporta fue el primer presidente del Barcelona que no parecía un envarado y mustio comercial de aspiradoras del Corte Inglés. En él se da una curiosa mezcla de chulería muy castiza y muy madrileña y de charlatanería muy fenicia y muy catalana. Como último representante de una estirpe de directivos del fútbol español prácticamente extinta, tiene una vena pop muy pronunciada. Se le conoce como Jan, que suena guay, «cool», algo así como un nuevo «Don Manué» en versión catalana y por lo tanto, vanguardista, porque ya se sabe que en ese inmenso plató de televisión que es Cataluña, habita «lo más avanzado de España», que suele ser un remedo casposo de lo francés. No obstante, Laporta ha logrado incrustar en el imaginario colectivo de los aficionados chascarrillos felices como aquello de «¡al loro, que no estamos tan mal!» o la imagen, sonriente, bronceado, a la vuelta del mejor verano de la historia de su club, diciendo que estaba «tricontento» a pesar de que su propia Junta Directiva le estaba preparando unos idus de marzo. En 2004 le ganó nada menos que a Bassat, el Bertram Cooper español, y lo hizo con esa misma fusión de chusquería cañí y modernidad de publicista. Ahora, regresa por todo lo alto con una acción marca de la casa: un cartelón gigantesco con su cara frente por frente del Bernabéu. Cuando lo vi, he de confesarlo, se me cayeron dos lagrimones. Ah, el sabor olvidado del viejo mundo.
Laporta se declara independentista, pero uno tiene siempre la sospecha, con gente así, de que eso, la adscripción pública a la idea dominante, no es otra cosa que camuflaje. En todo caso, «Jan» es un Puigdemont, en contraste con los Junqueras. Desconoce la vergüenza, es un divo, un clown, pero entrañable. Y muy divertido. Ahora que todos los presidentes del fútbol profesional son iguales, es decir, mortalmente aburridos, Laporta evoca el mundo aquel en el que Núñez decía que tenía dinero para comprar el Madrid, Jesús Gil lo llamaba «el enano de Las Ramblas»; Mendoza se hacía fotorreportajes en el Caribe con las seis Ligas consecutivas antes de palmar la primera en Tenerife, y los presidentes de Betis y Sevilla se llamaban maricón y borracho el uno al otro en la comida de directivas, teniendo que acudir una delegada del Gobierno a calmarlos. Era otro mundo y Laporta es un eco de todo aquello, un mundo quizá más viril y más cutre, pero seguro que también más verdadero, menos «cordial» y almibarado. Laporta es como una última copa de estranjis cuando están cerrando el garito. Sobre todo, es un cínico, y con los cínicos uno puede entenderse. No en vano, Laporta es heredero directo de todo aquel magma de constructores inmobiliarios, pelotazos urbanísticos, fullerías con Hacienda, presidentes-estrella, peleas a puñetazo limpio en la sede de la Federación, destituciones en antena e insultos en prime time, como cabeza visible durante años de la oposición al nuñismo. Los cínicos hacen la vida más sencilla, nada más que con su displicencia, tan diferente de la sequedad fanática de los Gaspares.
Laporta se declara independentista, pero uno tiene siempre la sospecha, con gente así, de que eso, la adscripción pública a la idea dominante, no es otra cosa que camuflaje
Su biografía es la de un Julien Sorel, advenedizo de oro que se cuela en la alta sociedad barcelonesa con un braguetazo y que luego sigue escalando a base de un derroche permanente de sonrisas, confianza en sí mismo, cara dura, promesas y audacia. Ha sido diputado en el parlamento catalán y concejal en el ayuntamiento de Barcelona, abogado del cónsul japonés, novio de pornstars, cierrabares ilustre y vividor a tiempo completo. Sus juergas en el Mediterráneo crearon escuela y siendo presidente del Barcelona se comentaba en la prensa que le tenía puesto un apartamento en el centro de la ciudad a sus amantes y un reservado en los restaurantes de moda: un auténtico gran duque ruso de los tiempos de los zares. Es uno de esos tipos claramente españoles que da la literatura a lo largo de los siglos. Se dio a conocer al mundo emulando a Florentino, erigiéndose en su némesis al quitarle un galáctico al don del momento: Ronaldinho, que estaba apalabrado para 2004, acabó en Barcelona en el verano del 2003, como respuesta audaz al fichaje de Beckham por el Madrid, baluarte de la propaganda laportista de cara a esas elecciones. Eso, el guiño del azar, la baraka, también lo tiene, y en la vida, y qué decir en el fútbol, no es poca cosa, precisamente. Sus dos grandes aciertos deportivos fueron accidentes de la fortuna. Su galáctico era Beckham y su entrenador top, Mourinho. Sin embargo, se quedó con Ronaldinho y con Guardiola. Cambió la historia sin quererlo, como suelen pasar estas cosas.
Laporta cae muy mal a eso que se conoce por oficinismo madrileño porque presume con su misma chulería castiza. Tiene lo del primer florentinismo, el ir a por el crack que esté de moda con la seguridad de traérselo, y tiene eso como digo del presidencialismo ochentero y noventero: es el último Gil, el último Lopera, el último Mendoza que queda en el fútbol español. También cae mal porque es el único presidente del Barcelona del que se tiene constancia de que puede hacerle daño al Madrid. Esto no es baladí. Pero, ¿es malo?
Es el último Gil, el último Lopera, el último Mendoza que queda en el fútbol español
En clave madridista, no tengo dudas: es muy bueno. La historia reciente ha demostrado que un gran Barcelona conlleva un gran Madrid: la estructura deportivo-económica del club se despereza, como un gran felino, y se quita de encima el óxido y el moho, cuando en frente hay una amenaza muy real y muy directa. El mejor Florentino siempre ha respondido a amenazas monstruosas, como el riesgo evidente de acabar siendo una SAD en el año 2000 y como la enormidad deportiva y cultural que supusieron Guardiola y Messi. Fruto de la gestión laportista, naturalmente. Además, Laporta se ha creado su personaje siguiendo la tradición más genuina del antimadridismo ambiental, o sea, contra el Madrid. Todas sus acciones, todos sus gestos, el cartelón en La Castellana, aquello de que el 2-6 era el cuarto título del año del triplete, reproducen el sentimiento original de inferioridad que está en la base de la animadversión barcelonista al Madrid. De la envidia, uno de los grandes motores del hombre, junto con el odio y, por supuesto, el amor. Qué duda cabe que la fijación laportista por el Madrid tiene mucho de amor freudiano. También en la fijación con Florentino, o con el florentinismo. Además, en la distancia corta, como todos los dandis, los pantagrueles y los populacheros, parece un buen tipo. Rafael Verdú me confesó, cuando lo entrevisté, que era el presidente, después de Florentino, de quien guardaba un mejor recuerdo, por echao palante y por atento: le prometió la camiseta de Messi firmada, y se la envió. Si el Madrid afronta en este año 2021 un proceso electoral opuesto por completo al del Barcelona, qué mejor que la balsa de aceite de la «pax florentina» la remueva un ogro que recuerda las peores humillaciones deportivas infligidas por el máximo rival, pero también la necesidad continua de renovarse para seguir siendo los mejores.
He disfrutado tanto leyendo este artículo que no sé si estoy o no de acuerdo. Pero sí, a mi también me apetece rock and roll.
Laporta por lo menos va de cara, sabes lo que hay, pero en estos momentos para el Barça, un presidente así es lo peor que le puede pasar. Ojalá saliera elegido.
Laporta debería presentarse a la presidencia del Real Madrid, así en unos años acabaremos como está ahora La Farsa, pero sin nadie que nos rescate. Entrevista en La Galerna YA.
No comparto en absoluto semejante dislate.
Laporta necesita al Real Madrid para presentarse a los socios como el gran enemigo y crear una necesidad en el imaginario colectivo blaugrana (a ese que le llevan diciendo que las malas cuentas del Barça las padecen todos y que tal o cual crack podría venir) de que con él, no caerá ninguna Champions más para los madridistas. Ya lo ha soltado en alguna entrevista. Toda una ofensa a la inteligencia media o el sentido común. Si el Real Madrid conquistó tantas Champions en tan poco tiempo era porque él no estaba. Y todo son sonrisas. Y la prensa nacional, donde anida el verdadero enemigo, ríe sus gracias.
El verdadero enemigo, ése que abusa del altavoz mediático, que tanto cala en la ciudadanía y moldea opiniones, aplaude el cinismo de Laporta y sonríe cómplice porque imagina que volverán los titulares y enfrentamientos que ellos desean para el relleno de su negocio. Volverán a exigir, en su habitual tono vehemente y drástico, la presencia de Florentino públicamente para dar respuesta a las supuestas ofensas laportistas/laportianas y azuzar un debate público que de espectáculo a sus pobres programas.
Laporta no es enemigo decente, si acaso un interesado enemigo. Laporta se aupó a la presidencia rogando a Florentino que no anunciara el fichaje de Beckham, que él previamente había vendido que lo tenía atado a sus socios. Y este engaño a los socios se trató como algo divertido y anecdótico. Se le aupó a los altares por traer a Ronaldiño cuando fue la impaciencia del brasileño que no quería seguir un año más en París, tal y como quería el RM, el que dio ese paso. Luego nos enteramos cómo la prensa tapó la falta de disciplina del brasileiro y no hubo ensañamiento hasta que se fue. Traicionó al conjunto de los clubes que iban a apoyar a un candidato contra Villar, a los que se había sumado, logrando así los favores arbitrales que su directivo Godalls (creo que se llamaba) confesó públicamente; el famoso Villarato de Relaño que en cuanto llegó Mou al RM, decidió enterrar y no esgrimir de nuevo para no dar excusas y argumentos al RM. Laporta puso al Barça en la mira política para poder ser usado como lanza del independentismo. Y aún así, seguía teniendo el respaldo de la prensa deportiva nacional. Arruinó económicamente al club de tal manera que cuando llegó Rosell se tuvo que prohibir las fotocopias en color para empezar a ahorrar gastos. Salieron de esa, tal y como se explica en algunos fenomenales artículos hablando de la ruina económica dle Barça, gracias al margen que tenían para aumentar los ingresos de forma exponencial.
Dudo mucho que este tipo, cínico, como le llama el artículo, saque pronto de la ruina económica al Barcelona y lo haga grande, otra vez, conquistando lo que hizo con Guardiola con el que se encontró porque no había dinero para pagar a Mou.
Laporta es otra evidencia más del doble rasero que se gasta la prensa deportiva nacional, es decir, ser, cope, ondacero, radiomarca, gol, etc., no la propaganda protoculé, ante el distinto trato que dan por un lado a Florentino y por extensión a los madridistas, y por otro lado a cualquier presidente, candidato a tal o personaje culé.
Florentino y el Real Madrid es la gran obsesión de la prensa deportiva. Quieren rellenar y hacer ruido con eso, no les interesa nada más. En este creciente camino que han tomado de sensacionalismo exagerado, polémica es sinónimo de interesante y ¿cómo crear polémica? Cuestionando cualquier cosa del Real Madrid. Laporta que conoce bien a los medios y cómo actúan lo sabe. Y lo usa. Esta obsesión es una herramienta para Laporta.
Jalear a este personaje que parece de antaño, como señala el artículo, que sabe a rancio sin rastro de abolengo, porque así, con la complicidad entusiasta de la prensa deportiva, puede activar, agitar, remover o sacudir a Florentino para presentar batalla mediática, ahí donde anida el enemigo al que no le importa la verdad sino atizar para imponer sus filias y fobias, me parece un disparate.
Pues ni pongo no quito una sola coma de lo que ha dicho.
Leyendo el artículo estaba pensando en la misma línea de lo que comenta usted con gran acierto, tanto en el fondo como en la forma.
Yo es que nunca he sido de alabar a los sinvergüenzas como Laporta, por muy "gracioso" que parezca. Y de que este tipo es un sinvergüenza, además de un mentiroso y un traidor, no creo que quepa duda alguna.
Yo no sé si que este tipo sea presidente del farsa es bueno o malo para el Real Madrid. Pero qué tipos como éste triunfen en una determinada sociedad no creo que diga nada bueno de la misma.
Extraordinario comentario.Laporta es un segundón,mediocre y amargado antimadridista.Es el típico trepa que se aprovecha de cualquier situación para obtener beneficios para el.Chusma como esta sobra en el mundo del fútbol en particular y en el deporte en general.
plas, plas, plas, plas.... Ovación de gala en pie...
Las prioridades de Laporta son, por este orden:
1. Pegarse la vida padre. Ser un vividor.
2. El 8arça
3. El independentismo.
Y las dos últimas están al servicio de la primera...
No había leído el artículo, porque me lo veía venir, pero nunca pensé que llegase a ser tan descarado.
Como usted dice, Laporta le interesa a la prensa, pero no sólo a la antimadridista. También en este blog seguro que muchos están deseando que salga Jan, y es lícito que así lo crean, es bueno para sus intereses. Es como dice Fantantonio "el enemigo perfecto" la cantidad de artículos que van a poder escribir sobre este personaje si sale es infinita, y eso a toooda la prensa le viene de perlas.
Concuerdo al cien por cien con vagawain, y muy poco con el artículo, muy bien escrito, por otra parte.
Creo que Laporta va a ganar y, como decía Rhett Butler, sinceramente, me importa un bledo.
El artículo es muy divertido y está muy bien escrito.
Pero no se si es un elogio o más bien una diatriba contra el personaje.
Si resulta que es un cínico, un chulo, un personaje de otra época, si los éxitos de su gestión (Ronaldinho y Guardiola) se debieron a la casualidad, no me parece que se trate de un elogio al amigo Jan.
La impresión que da es que es un personaje desfasado, heredero del fútbol de los ochenta, que quiere volver pero se va a encontrar con una realidad completamente distinta.
Esa foto con las "mamachicho", antes de entrar en el jacuzzy, le define a la perfección. Un simpático truhán.
Como dice Cibeles, si gana las elecciones o no, me importa un bledo.
Saludos.
La última experiencia de gestión deportiva de Laporta es el Reus. Ahí lo dejo.
Y preguntó Jan" Si a florentino le quitas su estilo, su bonhomía, su saber estar, su educación, su decencia y su ética ¿que queda?
Tú, le respondieron
Otro más. Lo suelta y se queda tan cómodo.Decir que el Barcelona le gusta con un presidente independentista para que así el Real Madrid tenga un enemigo fuerte , en la situación de fractura que vivimos en España , es como un ciego atado a una vía de ferrocarril que desea que le pille un buen tren.
Con españoles así , cómo no se van a burlar de nosotros los independentistas. Estoy seguro que piensan que los españoles somos del género tonto. No se puede ser menos considerado con el concepto de inteligencia.
Ya tenemos suficiente con la prensa deportiva habitual.
Exacto. Es como la derechita cobarde que traga con el socialcomunismo dominando los medios de manipulación masiva pensando que el péndulo por si sólo dará la vuelta sin darse cuenta que eso los va a matar para siempre.
Yo lo que deseo es que me pille un buen tren con el pelo color canela y los ojos de tres colores, amigo. Un saludo.
Laporta basó su éxito y lo sabe en la traición al resto de equipos para elegir a Villar y tener aquel majestuoso saldo arbitral que dijo su segundo. Es más con la superliga se va claramente su idea es la misma, que Florentino lidere , el diciendo por lo bajini que ok ..y al final paso atrás con la idea de generar una venganza arbitral de RFEF y UEFA contra el Madrid. Ese es su plan, se ve a la legua. Así que de enemigo decente nada de nada, es una rata pelona