Yo, el lunes, amé por unos instantes el fútbol. Dijo mi querido amigo Fredo Gwynne que Luka Modric tiene el mismo tono de voz que el mayordomo que abre la puerta del castillo de Drácula:
-El señorrr coonde les atenderrra en brrreves momentoos.
Y es cierto. Luka Modric podría incluso haber sido durante alguno de sus treinta y tres años el mayordomo de Drácula. Pero al final ha sido el diez del Real Madrid. Más incluso que una gala de horteras, la gala The Best fue la gala de Luka Modric, que cuando subió a recibir su premio fue como si absorbiera toda esa fanfarria (incluidas las alas plateadas de la pechera de Alves) y la devolviera templada como un vaso de leche. Era el mayordomo de Drácula que llevaba a Leonard Cohen en el alma mientras se iba a dormir.
Era un poeta con piel de futbolista. Él se puso a hablar con la mirada fija, la leve sonrisa delatora y Casemiro que debía de estar por dentro de sus ojos conteniéndole las lágrimas. No hay otra explicación para esa gallardía. Yo hubiera deseado tener aunque fuera a Chigrinsky para parecer sólo un niño y no una Magdalena. Todo lo que hizo y dijo Luka Modric fue tan perfecto que quise vestirme de novia y decirle sí quiero. Y se lo dije antes de que terminara, y lo que sucedió es que lo que continuó diciendo fue más emocionante según hablaba.
Cuando dijo que quería hacer una mención especial a su ídolo allí presente, Zvonimir Boban, su inspiración, yo ya me debatía naufragando en las aguas de los ojos de su mujer, que también luchaba contra la tormenta. Habló en español para darle las gracias a su club, y habló en croata para darle las gracias a su país. Fue cuando todos pudimos ver al ídolo, a Boban, incapaz de contener la emoción, las lágrimas. Fue cuando yo amé el fútbol por primera vez.
Vi a Marcelo (qué grande es Marcelo) alborozado. A Zidane feliz. A Sergio sonriendo de amor tan sinceramente como pocas veces a buen seguro sonreirá. Pero sobre todo yo pensaba en ese niño de Zadar que acababa de ser elegido el mejor futbolista del mundo, que tenía la oportunidad de dedicarle su gloria al ídolo de la infancia. Esto es para que Sorrentino haga una película. O un libro. Ese momento cinematográfico y literario que pone los pelos de punta. Y yo lo vi. Fue real. Si Luka Modric hubiera dicho que su ídolo era Luis Enrique yo hubiera amado a Luis Enrique, pero es que el ídolo de Modric era Boban, Zvonimir Boban.
¿Alguien de mi generación no adoró, aunque fuera secretamente, a Boban? Luka tenía que tener un ídolo como Zvonimir, y Zvonimir tenía que tener un discípulo (que superó al maestro) como Luka, quien, en uno de los días más importantes de su vida, si no el más importante, se subió al pupitre y exclamó: ¡Oh, capitán, mi capitán!, con el timbre de voz del mayordomo de Drácula, mientras ese Lincoln milanista se deshacía delante de nosotros. Yo nunca había visto, en el fútbol, una belleza igual.
Coincido totalmente contigo, Mario.
Se me saltaron las lágrimas escuchando el discurso perfectamnte estructurado de Luka.
Así se entiende el cariño que le tienen todos en el equipo.
Luka Skywalker!
Mario, tú también me has emocionado con tu precioso artículo....vaya días de lágrimas de emoción, todas por o gracias a nuestro adorado Lukita...
Saludos
Aquella Croacia era incluso mejor que esta para mi gusto, aunque no tenían un Modric. Cuánto talento para tan pequeño país.
Como decimos por acá: "... estás escapaó, broder". Es un placer leerlo Sr. Mario. Un abrazo del tamaño del mar !!! Hala Madrid y Nada Más !!!
Ps: y esta noche... a por el Sevilla.