Yo me imagino la inauguración del nuevo Bernabéu con Lady Gaga por los tejados a punto de descender. Veo luces deslumbrantes en todas direcciones y una principal que se dirige a las alturas donde espera ella vestida de mocita. Camiseta ceñida vintage por encima del ombligo y shorts blancos, blanquísimos, por encima de las medias hasta las rodillas.
La veo de pronto gravitando como en aquella Superbowl, suspendida en el aire mientras resuena su voz fastuosa en el madridismo que contempla de nuevo otra galaxia. Una suerte de Campanilla galáctica solitaria hasta que aterriza en el escenario central e irrumpe toda la parafernalia.
Pero yo siento algo. Hay más en todo ese espectáculo. Bajo esa tesitura de dos octavas, la melena, el blanco atavío y los bailarines que saltan como si corrieran por las bandas, se oculta algo. Es como el césped retráctil, tan a gusto en sus dependencias. Miro al palco y observo a Florentino sonreír como nunca lo había visto.
En ese gesto hay una impaciencia sometida. Casi se pueden ver a su alrededor, como diálogos de viñeta, todos aquellos audios a punto de salir en tropel, disparándose al aire como fuegos artificiales y como preámbulo de algo desconocido e inminente que amenaza con hacerlo explotar todo. La comisura derecha florentiniana elevándose vertiginosamente como la ceja de Carletto me mantiene en vilo.
Lady Gaga está destruyendo, mientras tanto, a todos los clubes de Europa, al fútbol mundial. Es una goleada universal. Casi se puede ver a todos los dirigentes del balompié derritiéndose como aquel alemán tras contemplar el contenido del Arca perdida. Es una ventolera terrorífica que hace las delicias madridistas. Lady Gaga triunfando en el Bernabéu. Lady Gaga gritando: “¡Hala Madrid!”.
Es una ventolera terrorífica que hace las delicias madridistas. Lady Gaga triunfando en el Bernabéu. Lady Gaga gritando: “¡Hala Madrid!”
Observo a Florentino y presiento que un éxtasis imposible se avecina. El suelo tiembla bajo mis pies. Lady Gaga comienza a ascender sobre un monolito que recuerda al de la Odisea de 2001, ¡2021!, que crece desde el suelo. A ambos lados también empiezan a crecer otros dos monolitos solitarios, como un pódium. Se elevan y se elevan y al fin se detienen.
La música se para de golpe con un sonido de tambor eléctrico. Lady Gaga está de pie con las piernas abiertas, la cabeza baja y la melena colgante. Se escucha un latido cada vez más rápido. El Bernabéu enmudecido y brillante. Lady Gaga levanta lentamente el rostro. Parece hallarse en trance.
Separa los labios y abre los brazos señalando con los dedos los monolitos de cuya parte superior parece salir algo. No se ve bien por el humo. Es como una niebla discotequera de los ochenta, pero en uno de ellos se aprecia una cabellera rubia que emerge del interior del monolito. Al mismo tiempo otra figura misteriosa surge de la cúspide del otro monolito.
La diva eleva su la mirada a los cielos. Las dos figuras siguen emergiendo lentamente envueltas en la niebla. Ella ensaya a capella: “Florentinoo, Florentinoo... Floren, Florentinoo, Floren, Florentinoo...”, cuando todo se oscurece. Poco a poco los monolitos comienzan de nuevo a iluminarse de abajo a arriba como monumentos en la noche.
En medio del silencio, alguien entre el público grita: “¡Es Erling Haaland, es Haaland!” y, casi al mismo tiempo, en el otro fondo, se escucha: “¡Mbappé, es Mbappé!”. Lady Gaga ríe como una Morgana que acaba de dar a luz a sus dos Mordreds que bailan a su ritmo como Apollo Creed mientras los monolitos se acercan, y Florentino ríe con la barbilla alta como un mago artúrico cuya carcajada triunfal se pierde entre la algarabía madridista del fin de fiesta apoteósico del nuevo Bernabéu.
Fotografías Imago.
Anteriores capítulos de la serie:
-Julio Iglesias en el nuevo Bernabéu
-Queen en el Bernabéu (One vision)
-The Rolling Stones en el nuevo Bernabéu
Mi voto para Lady Gaga, me encanta.
Don Mario! No nos haga seguir esperando a los heavies!
Me lo pidooo!!!
Lady Gaga en el Bernabéu, Tiene todo para inaugurar lo
voto por lady gaga