En Glasgow, Benzema empezó a cojear y tuvo que ser sustituido. Al verlo retirarse doliéndose de su rodilla derecha, el madridismo sufrió un estremecimiento Como el campesino que mira al cielo temiendo la sequía o la tormenta, el aficionado del Real Madrid se preguntó: ¿qué pasa si…? Benzema no se puede lesionar porque la apuesta de la dirección técnica (es decir, de Florentino) por no contemplar el fichaje de ningún delantero centro es prácticamente un salto al vacío que puede condicionar el resultado global de la temporada. Sin embargo se pueden extraer conclusiones interesantes de los dos partidos sin 9 puro que ha jugado el Madrid aunque el auténtico bautismo de fuego de este Madrid acéfalo será, claro, el fin de semana que viene, en el Metropolitano.
Benzema no es sólo el goleador del Madrid sino que es su capitán y, sobre todo, el mejor jugador del mundo en estos momentos. Lo cual no es una afirmación gratuita de hincha enamorado sino una descripción objetiva que sirve sobre todo para calibrar el impacto del francés en el juego de su equipo. Benzema va a ganar el Balón de Oro más merecido en años después de desplegar, en beneficio de su equipo y de un millón de maneras posibles, su inmenso caudal de talento a lo largo de una temporada memorable. “A más a más” su influencia en las victorias del Madrid es tan cuantitativa como cualitativa, tan material como moral. En 2018, cuando Cristiano se largó, sólo él fue consciente del esfuerzo extraordinario que les correspondía realizar a los demás. Aquel año de nefanda memoria Karim se puso el armiño, primero para limpiarlo del barro de la derrota y de la vergüenza y luego para remendarlo, ponerlo bonito y lucirlo más espléndidamente todavía. En su rebelión absolutamente personal y solitaria contra el naufragio del equipo en aquella temporada hubo tanta hermosura como en las noches gloriosas de la Copa de Europa de este año, pues ya entonces su juego empezó a estilizarse, a pulirse y a hacerse esencial, hasta el punto de convertirse en un ejercicio espiritual, como el baile de los derviches o el toreo de Morante. El crecimiento del Madrid post-Cristiano se articula en torno a él, hasta Modric y Kroos empiezan a resultar prescindibles en estos años pero no Benzema, clave de una bóveda tan bella en ocasiones como frágil que tanto en la versión compacta y parca en recursos de Zidane (2019-2020, 2020-2021) como en la exuberante ópera carlettiana de (2021-) se edifica sobre el sillar Benzema.
Benzema no es sólo el goleador del Madrid sino que es su capitán y, sobre todo, el mejor jugador del mundo en estos momentos. Lo cual no es una afirmación gratuita de hincha enamorado sino una descripción objetiva que sirve sobre todo para calibrar el impacto del francés en el juego de su equipo
Cuando un futbolista logra tener tan grande y evidente ascendente en el juego de su equipo, a menudo pasa que al faltar éste lo que antes fluía ahora se atasca. Eso ha pasado en algunas fases de los partidos contra el Celtic y el Mallorca, pero también han pasado otras cosas. Intentando entender la decisión de la dirigencia de no fichar un 9 de recambio me encuentro con los niños brasileños. Siempre he visto a Rodrygo como un capocannoniere clásico, un animal de área típico por más que muchas veces desde que debutó se le ponga de partida caído a una banda, con frecuencia la derecha. Rodrygo no es rápido pero tiene la velocidad del depredador, la explosividad de la cobra y su capacidad para levitar entre líneas igual que un fantasma. Su gol al Mallorca es una prueba, así como su asistencia a Vinicius en el mismo partido. Del mismo modo, el gol que le mete al Betis una semana antes es un gol de genuino matador, como los dos que le metió al City en un minuto. En ese sentido Rodrygo es raulesco, un duendecillo del área chica que con Benzema se tiene que escurrir entre los costados y la posición del falso 9 pero que sin él tiene una faja enorme de campo por cubrir. Pero la cubre, pues Hazard no existe. Rodrygo es el que más se parece a Benzema y Benzema, al principio de su carrera, también padecía de esa indefinición que lo llevaban a parecer a veces un jugador de banda, a veces un killer, a veces un mediapunta. Esa asociatividad y esa naturaleza felina con la que va danzando con la pelota pegada con velcro al empeine del pie derecho lo convierten en indetectable, por lo tanto en la pareja perfecta para Vini, al que se ve venir de lejos, como a Messi o a Cristiano Ronaldo, o como a Robben o a Mbappé, pero no por ello detener, de ahí que esa sea ya su medida, la de los más grandes.
Se podría pensar que Hazard es el más beneficiado de la ausencia de Karim y a priori es así pero yo creo que las apariencias engañan. Me refiero al buen partido que hizo en Glasgow, bueno si tenemos en cuenta que Hazard lleva tres temporadas prejubilado. A un jugador así hay que exigirle mucho más que una hora de buenos movimientos sobre la línea de flotación de una defensa floja y deshilvanada como la del Celtic, que es un Segunda B europeo. Hazard en el Madrid es un jugador castrado, el cuerpo no le responde a la velocidad con la que piensa y la superioridad física que le servía en la Premier para dominar al noventa por ciento de los equipos de aquella liga es, a estas alturas, un recuerdo. Contra el Mallorca el planteamiento Vinicius-Hazard-Rodrygo buscaba en teoría aprovechar ese dinamismo coral que tiene el Madrid y que exhibió el martes en la Copa de Europa. Si con Benzema el Madrid de Ancelotti brinda un juego orgánico, musical, de sinfonía, sin Benzema esa coralidad adquiere un matiz angustioso porque es el principal recurso del equipo para punzar las corazas de los rivales. Y sin Benzema lo orgánico del juego del Madrid se vuelve más plano, fluye con más dificultad, sobre todo cuando los rivales atenazan a Vinicius con marcajes draconianos. Es ahí donde hemos visto cómo el brasileño sigue floreciendo, agigantándose como futbolista. Si le vallan las praderas para que no pueda correr, también se mete por dentro como Rodrygo, y entre los dos, un alemán mulato con nombre brasileño y un brasileño de pura cepa, fuerza salvaje y tropical, alegría de la Naturaleza, rompen la cerradura de los equipos más broncos. ¡Cuánta sutileza benzemita hay en el 2-1 de Vinicius al Mallorca!
El juego del Madrid se ha ido llenando de la sensualidad del fútbol de Benzema, tanto que sin él sigue siendo la principal herramienta para demoler partidos. El Madrid es más generoso y asambleario, pues ya no hay un rey al que buscar en el frente de batalla, un caudillo al que arrojarle el balón bombeado al área como si fuera una espada para que aniquile al enemigo
Desde 2018 Benzema ha impregnado totalmente el juego del Madrid. Todos los equipos acaban pareciéndose a sus líderes y el Madrid ya no tiene líderes que destruyan montañas a golpe de martillo. El juego del Madrid se ha ido llenando de la sensualidad del fútbol de Benzema, tanto que sin él sigue siendo la principal herramienta para demoler partidos. El Madrid es más generoso y asambleario, pues ya no hay un rey al que buscar en el frente de batalla, un caudillo al que arrojarle el balón bombeado al área como si fuera una espada para que aniquile al enemigo. El Madrid, desde Benzema y aún más sin él, husmea todos los rincones del área. Es un espectáculo ver la jugada fluctuar de banda a banda, pasearse por todo el balcón, delante de la defensa contraria, y a los medios y a los laterales yendo y viniendo constantemente a la búsqueda de un hueco. Los delanteros suben y bajan, viven en ese limbo entre líneas de donde surge como por magia el espacio, después de mucho agitar la campanita. Esto no gusta a un tipo de madridista seco y autoritario, pero es una expresión de dominio y de superioridad, sobre todo de poderío y más en escenarios europeos. No obstante algo queda del rock and roll: ahí está Valverde, que es un tipo de centrocampista nacido como los héroes terrígenas de las epopeyas de la Antigüedad, de los propios dientes gigantes que sembró Bernabéu en el césped de Chamartín. Pero la electricidad ahora es recurso y no sistema. El sistema es desnudar al adversario aunque en ocasiones eso resulte tan placentero y fácil como hacerle el amor a un árbol. La vida sin Benzema es difícil aunque lo difícil, de verdad, es tener que irse acostumbrando, como a la vida sin Modric. La edad no perdona y los Mundiales extemporáneos, aún menos. Es probable que a partir de enero haya más vida sin Benzema que con él y esa será entonces, supongo, la vida con Vini y con Rodrygo, pero también debería ser la vida con Hazard y con Asensio. Ahora mismo estos dos últimos parecen desechos de tienta, toros viejos y resabiados a los que no hay más remedio que colocar en encierros de pueblo. Pero los dos príncipes brasileños se antojan insuficientes en un año en el que el Barcelona de Lewandowski obligará a rondar de nuevo los cien puntos para ganar la Liga.
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Me ha encantado su artículo! Qué golazos!
Me divierte mucho ver el fútbol de los brasileros del Real Madrid.
El Barcelona de Lewandowski y también de Roures, cada año es más difícil, cada año es más injusto, cada año más orgulloso.