Siempre hay por quién vivir y a quién amar, cantaba Julio Iglesias a finales de los 60; siempre hay por qué vivir, por qué luchar. La Liga se ha terminado, aunque en realidad, acabó hace mucho tiempo, por lo menos para el Real Madrid, que es lo que nos importa. El día de la emboscada en Mallorca, seguramente. Con el paripé del gol anulado a Asensio en Barcelona el campeonato entró en respiración asistida y el domingo por la noche fue finalmente desenchufado en Cornellá. Al menos la afición del Español, el club más maltratado de Cataluña precisamente por representar lo poco salvable que queda cívicamente allá, en aquel manicomio a cielo abierto donde todo es mentira, tuvo el arranque de dignidad de impedir que los jugadores del club fraudulento par excellance del deporte mundial tuvieran la poca vergüenza de celebrar un título que apesta sobre el mismo césped. Pero es un magro consuelo. Al final las obras quedan, las gentes se van. Otros que vienen las continuarán, la vida sigue igual.
Seguramente la Liga acabó el día de la emboscada en Mallorca. Con el paripé del gol anulado a Asensio en Barcelona el campeonato entró en respiración asistida y el domingo por la noche fue finalmente desenchufado en Cornellá
Qué razón tenía don Julio, por algo es quizá el madridista vivo más universal. La vida sigue igual: el Barcelona se anota sin rubor su vigésimo séptimo título nacional de Liga, de la Liga de un país al que oficialmente detesta y a cuya destrucción presta sin pudor su inmenso altavoz para labores de propaganda internacional. Sobre todo, el Fútbol Club Barcelona se anota otro título liguero que sin embargo no es uno más, uno cualquiera: es la Liga del año en que se destapó el caso de corrupción deportiva más escandaloso del deporte mundial, pues al fin y al cabo Lance Armstrong amañó solamente siete años del Tour, no más de veinte, y la Juve fue descendida y despojada de varios scudettos por la propia federación italiana. Aquí el presidente de la nuestra asegura que todo es un quítame allá esas pajas y por supuesto la semana que viene le entregará la copa a Busquets en el Camp Nou en olor de santidad, pues al fin y al cabo castigar al Barcelona supondría iniciar una refutación general de todo un sistema, un proceso que nadie va a emprender pues significaría la catarsis, la limpieza a fondo de un entramado del que dependen demasiados intereses.
Todo ha continuado como siempre, a pesar de que desde febrero el ministerio fiscal acumule pruebas, testimonios y documentos que apuntan a una corrupción general del órgano arbitral del fútbol español en favor de los intereses del segundo equipo más importante del país. Más bien al contrario, es como si, en general, los árbitros españoles, al saltar todas las alarmas sobre la honorabilidad del Comité Técnico Arbitral, juez supremo de los incentivos que mueven sus altamente retribuidas (y muy cortas, en temporadas) carreras profesionales, se hubieran empeñado en, como cantaba Julio Iglesias, continuar las obras de sus predecesores, en lugar de empeñarse en limpiar el nombre de su gremio. Todo huele muy mal pero a nadie le importa. Siguiendo con el símil musical, este campeonato ha resultado un Wicked Game que ha herido de muerte la reputación de “la mejor liga del mundo”.
Castigar al Barcelona supondría iniciar una refutación general de todo un sistema, un proceso que nadie va a emprender pues significaría la catarsis, la limpieza a fondo de un entramado del que dependen demasiados intereses
El Caso Fútbol Club Barcelona-Negreria es el elefante en la habitación. Es curioso porque los orígenes de Laporta están en aquella plataforma llamada Elefant Blau que montaron los antiñunistas para desalojar del poder al viejo cacique. El elefant blaugrana es ahora un fantasma que habita el gran castillo de los truhanes que es la industria del fútbol en España, donde los que mandan no le dicen la verdad ni al médico. Todo es de un cutrerío tan evidente, todo es tan de Serie B, que es normal que el madridismo mire hacia la Copa de Europa no ya como un horizonte de grandeza, sino de higiene moral. De liberación. El contraste entre la liga tramposa que ha ganado un equipo tan menor como es La Xavineta y el choque cósmico programado en Manchester el miércoles por la noche tiene la altura la dimensión no ya de un auténtico elefante, sino de un mamut.
En Europa, como la semana pasada, el Madrid jugará para otra cosa. Las manos grasientas de personajillos con más vanidad aún que avaricia no pueden llegar hasta ese lugar en donde aún se refugia el deseo infantil, que es el centro, todavía, del poder de la Copa de Europa en la imaginación de los hombres. Se peleará a muerte durante noventa o ciento veinte minutos por una plaza en el partido más grande e importante del año; se luchará sin cuartel y con nobleza y todo el mundo estará mirando, juzgando y evaluando lo que ocurra en el gran escenario de las cosas del fútbol. Lo que salga mal, lo que no funcione, todo lo que influya y no sea azar, será puesto en tela de juicio por voces autorizadas por la experiencia y probablemente se cambie para la siguiente ocasión; puede que no por los principios morales de los organizadores de la competición (la única diferencia entre Ceferin y Rubiales es de grado) sino por la presión colectiva de la legión de criaturas hambrientas que empujarán desde sus casas. La oscuridad y las triquiñuelas, la envidia malsana, la falsía y la estupidez provinciana que gobiernan el fútbol en España no alcanzarán en Europa, gane o pierda el Madrid frente a Guardiola.
Todo es de un cutrerío tan evidente, todo es tan de Serie B, que es normal que el madridismo mire hacia la Copa de Europa no ya como un horizonte de grandeza, sino de higiene moral
Ante el esplendor de una competición así, la vieja Liga española, a la que yo quiero tanto, palidece. La enfermedad es mortal e inducida por quienes tendrían que velar por ella. Para mí la Liga es el núcleo de la grandeza madridista, que se proyecta desde su trampolín hacia el infinito europeo. Las noches llenas de estrellas y quimeras en el cielo por esos campos de Inglaterra, Italia o Alemania no tendrían ningún sentido sin la contrapartida del barro y la lucha ordinaria en la península. Pero es imposible asirse durante más tiempo a una competición envilecida por mangantes y estafadores dispuestos a legitimar cualquier tropelía con tal de justificar la sumisión de los hombres libres a su identidad de mierda.
Siempre hay por quién vivir y a quién amar, cantaba Julio. Que llueva lejía blanca sobre Manchester
Recuerdo un anuncio del que ya he hablado alguna vez aquí, en La Galerna. Un anuncio de Mahou con la voz poderosa y antigua de Fernando Fernán Gómez, en la que recitaba casi un poema de amor a la Liga con la que yo me crie y aprendí a amar el fútbol. Por amor al Madrid sólo puedo soñar con un triunfo europeo sublime (otro más), que limpie como una tormenta bíblica el paisaje con figuras de cartón, lleno de mierda y de cieno, que han dejado los corruptores del juego del Barcelona y la Federación en España a lo largo de veinte años. Por amor al Madrid y al fútbol, que al cabo, como se empeñan en demostrar los de fuera (Gustavo Bueno decía que quien tú eres siempre te lo delimita el otro, el que está más allá, al otro lado), es lo mismo. Siempre hay por quién vivir y a quién amar, cantaba Julio. Que llueva lejía blanca sobre Manchester.
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Estaremos 1000 años hablando y leyendo sobre el tema pero "la vida seguira igual"
Hay que pasar a la acción. No es tan difícil. Hay infinidad de soluciones.
Se admiten propuestas
En mi anterior comentario sobre las propuestas me estaba refiriendo a las soluciones porb parte de los socios y aficionados de nuestro Real Madrid.
Somos más fuertes de lo que pensamos y sobre todo de lo que piensa toda esta bazofia
No puedo estar más en desacuerdo con su definición de la invasión de campo por parte de vándalos seguidores del Español como un arranque de dignidad. Muy decepcionada, la verdad.
No quisiera erigirme en abogado del diablo.
Lo que sí puedo comentar es que de la misma manera que no loo el comportamiento de algunos aficionados del Español de Barcelona , tampoco puedo condenarlo de manera tajante. Me cuesta.
Para comprenderlo mejor puede ayudar tener algo de empatía y verdadero conocimiento de la realidad del Español en Cataluña. No hace falta estar especializado en nada para saber el profundo desprecio y maltrato sufrido por el club blanquiazul en comparación a todos los privilegios y halagos que la sociedad catalana, "gobernada"desde la Generalitat, depara a los -no lo olvidemos- negreiros. No deberíamos, nunca, desentendernos del contexto para evaluar conductas. Desde mi punto de vista, lo que explicaría y, en consecuencia, atenuaria la invasión de campo es la provocación , a través de un histriónico y grotesco, además de prolongado, baile tipo "corro de la patata". Chusca danza en las narices de los propietarios de una casa en serias dificultades, con el agua al cuello y en situación harto precaria. Lo que menos necesitan es semejante "solidaridad" por parte de compañeros de profesión. Para mí, solo lo expuesto ya sería suficiente para ser relativamente comprensivo. No siendo necesario añadir y recordar a quienes , precisamente, no dejaron al Real Madrid de futbol celebrar sobre el césped una Supercopa ganada en determinado estadio...unos aspersores activados y un desquiciado Valdés sacando a Mourinho (entrenador del Inter) del mismo campo...unos jugadores del Real Madrid de baloncesto sobre los que llovieron todo tipo de objetos nada mas concluir un partido donde se proclamaron campeones de liga , con especial hincapié en la actuación de Nacho Rodríguez , al que no solo no reprocharon tamaño comportamiento, de propinar empujone al bueno de Djorjevic, sino que años más tarde contrataron en el club para ostentar un cargo de dirección en la sección de baloncesto.
¿ De verdad alguien espera que se haga foco y,posteriormente, justicia con lo mayormente escandaloso que es el hecho de haber 10 denuncias oficiales por violencia sobre Vinicius...y/o lo del pago demostrado de 8 millones de euros al jefe del CTA e hijo ...?