Parecía imposible, pero lo han conseguido. Ahora que la canícula comienza a apretar y empezamos a estar sudados como mangos de futbolín, dos eran las ilusiones a las que nos agarrábamos: la llegada del (tan merecido como siempre insuficiente) descanso vacacional de los cotidianos quehaceres laborales y el retorno del Real Madrid, primero a los entrenamientos, luego a amistosos descafeinados y, finalmente, a la competición, ahora más que nunca así, en singular.
El actual estado futbolístico-institucional de esta nuestra piel de toro me ha robado las ganas de ver al Madrid involucrado en la disputa de cualquier trofeo que tenga relación, aunque sea tangencial, con Rubi, el socio de Geri, Tebas, el mismo que moldea la reglamentación de manera que un club arruinado —y sobre el que recaen más que razonables sospechas de sobornar al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros— podrá seguir haciendo lo que le dé la gana sin sombra de consecuencia.
Llámeme exagerado, pero el hecho de encarar una jornada de competición doméstica se empieza a hacer cuesta arriba, provocando una sensación de hastío que comienza a recordar al mismo tedio que provocan los bajones, perdón, parones de selecciones. Por mucho que nos disguste un tipo con el fondo y las formas de Ceferin, sólo nos queda la Copa de Europa como memento de qué es una competición de verdad despojada de Negreiras, palancas, Raíllos, Maffeos, Mestallas y demás.
Canta Lana del Rey sobre la Summertime Sadness, la tristeza del verano, y hay un mucho de ello aplicable al Real Madrid. Parece que poco importa que el equipo haya incorporado a una verdadera bestia como Bellingham y a unos jugadores de complemento que pueden aportar bastante si es que juegan. Aún removidos por el hecho de que, tras innúmeras victorias, Benzema ha sido licenciado, como otrora Ptolomeo, a una satrapía que le aportará pingües riquezas, esperamos ese algo más de esta Summeriana, y me refiero al eterno culebrón del galápago de Bondy.
Por mucho que nos disguste un tipo con el fondo y las formas de Ceferin, sólo nos queda la Copa de Europa como memento de qué es una competición de verdad despojada de Negreiras, palancas, Raíllos, Maffeos, Mestallas y demás
Manifestamos hastío ante el serial, pero no nos perdemos un capítulo. Llamémoslo placer culpable, pero sólo le falta estar protagonizado por Carlos Mata y Jeannette Rodríguez, tener música de Rudy La Scala y ser comentado en sus prolegómenos por doña Adelaida para replicar con exactitud las telenovelas de chorrocientos capítulos de nuestra juventud. Ya sabéis, malos muy malos, buenos muy buenos, situaciones rocambolescas, gestos teatrales y exagerados y un verdadero temazo como cierre.
Quien dice Kylian, dice un jugador que ocupe el vacío que deja Benzema en cuanto a posición, calidad y funciones. No esperamos encontrar a nadie que pueda replicar el entendimiento y genialidad del lionés, porque es imposible, pero sí a un tipo que finalice las jugadas y logre entenderse con Rodrygo, Vini. Jr. y compañía. ¿Existirá? De existir, ¿vendrá? No lo sé, y quiero aparentar que soy Clark Gable y que me importa un comino, pero de reojo pienso seguir sin perder ripio de las maniobras de Florentino para culminar un equipazo y, aunque sea engañándome, ilusionarme con todas las competiciones que el Real Madrid afrontará una vez más.
Getty Images.
Me quedo con el Summertime de Ella Fitzgerald, una auténtica delicia. Y ya si lo canta a dueto con Louis Armstrong, para qué quieres más.
Tampoco es que la UEFA me inspire una gran confianza....
Pues ahí está, la UEFA no ve nada raro en pagarle al vicepresidente de los árbitros durante 17 años...
Mañana el Barça renuncia a la Superliga y así el amaño es completo: Liga y Champions
Tristeza, que no exactamente. es algo parecido a lo que puede sentir el madridista auténtico, inteligente e informado al constatar que tienen cogido por los huevos al madridismo. Si sigues y participas de la comedia, malo. Si te desconectas de tu Real Madrid, malo -si no, peor- todavía.
No al piperismo.. No al "madridista" de falsa bandera. El añorado Mou lo definía como "madridista disfrazado".