En la actualidad, los clubes de fútbol dan una gran importancia al merchandising y a las equipaciones oficiales que anuncian a bombo y platillo al inicio de cada curso. Hoy en día en la búsqueda de fuertes ingresos suele haber tres uniformes diferentes y también se venden las camisetas o sudaderas de entrenamiento que son distintas a las elásticas con las que se salta a jugar al césped en cada partido.
En los estatutos fundacionales del Real Madrid ya figuraba que el equipo vestiría totalmente de blanco, y en 1913, cuando esos estatutos fueron aprobados, se ratificó la medida. Pero el cambio más dramático se produjo en la temporada 1925-1926.
En verano el cuadro madrileño realizó una gira por Europa que incluyó Inglaterra, donde se enfrentó al Newcastle, el Birmingham o el Tottenham Hotspur. En el vestuario, los dos auténticos capos eran los defensas Félix Quesada y Perico Escobal, que tenían mucha voz y mando, llegando a ser conocidos como los fakires por parte de la directiva y algunos de sus compañeros. Ambos quedaron prendados por el uniforme de camiseta de seda blanca y pantalón y medias negras que vestía el Corinthians londinense, un cuadro amateur que desplegaba un juego preciosista y rechazaba el profesionalismo.
En una de sus tardes libres los dos zagueros compraron una serie de equipaciones del club inglés y se las llevaron de vuelta a Madrid. Esa campaña, sin consultarlo con nadie de la entidad, impusieron un cambio de uniforme en la plantilla para enorme disgusto del presidente Pedro Parages, que no pudo impedir la decisión.
El inicio de la temporada fue bien y en el Campeonato Regional el equipo cumplió liderando la tabla por delante de su gran rival, el Athletic de Madrid, pese a un último partido muy polémico con la Gimnástica y los dos defensas siendo acusados de tongo por los espectadores presentes en el terreno de juego. Con ese triunfo accedieron a la Copa de S.M. el Rey Alfonso XIII, en la que debutaron en la liguilla de octavos de final. En esa ronda se midieron al Real Murcia y al Sevilla, a los que vencieron en La Condomina y el campo de Reina Victoria, mientras que en Chamartín cayeron con los hispalenses y golearon a los pimentoneros.
En cuartos el sorteo les emparejó como contrincante con el potente F.C. Barcelona de la época, que contaba en sus filas con el arquero Platko, el defensa Walter, Pepe Samitier, futuro jugador merengue en los 30, o el cañonero Alcántara.
El Barcelona de la época contaba con Platko, Walter, Samitier y Alcántara
La ida se disputó en Chamartín el día 18 de abril. El Real Madrid salió con camiseta blanca, pantalón y medias negras y con Escobal y Quesada al frente. El dúo decidió esa tarde probar algo que también descubrieron en Inglaterra, la táctica del one back para dejar en fuera de juego a los delanteros contrarios. Fue un desastre. Sin coordinación y con poco entrenamiento, Samitier les ganó la partida y marcó un hat-trick en la primera parte. En el descanso cuentan las crónicas que los gritos y las voces entre los jugadores blancos tuvieron altos decibelios. En la segunda mitad Monjardín recortó distancias al poco de iniciarse el juego, pero otros dos goles culés a continuación destrozaron a los blancos. La vuelta en Les Corts tampoco tuvo color y los locales se impusieron por 3-0.
Al concluir el choque en Barcelona el mandatario merengue Pedro Parages bajó a la caseta y echó la culpa y el mal fario de la cruel derrota de la eliminatoria al uniforme. Posteriormente se dirigió sin miramientos al utillero del equipo y le ordenó que se deshiciera de esa equipación para siempre.
Desde aquella temporada el Real Madrid retomó sus orígenes y siempre ha vestido con pantalón blanco en su uniforme principal.
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En resumen, que no es de ahora eso de que los gallos del vestuario impongan sus caprichos. Me lo temía.