Como en el cuento de Pedro y el lobo, el río sonó otra vez con el agua de que se iba Cristiano y poca gente lo creyó. Mas esta vez era verdad. El río no lleva agua: lleva un torrente que arrambla con todo. Principalmente, con nueve años que han cambiado la Historia del Madrid. El equipo de los futbolistas-nación pierde a la superpotencia, al músculo ganador. Con Ramos y con Modric, Cristiano formaba el Big Three. A una Copa de Europa con el Madrid de igualar a Di Stéfano, Ronaldo se va recortándose la silueta oscura de su figura en el marco de la puerta del Bernabéu, haciéndose cada vez más pequeñito mientras monta a caballo enfilando Monument Valley, como John Wayne al final de Centauros del desierto.
Conviene recordar lo que era el Madrid en el verano de 2009. Una institución que estaba, como decía Lopera del Betis, en la UVI. Le estaba atropellando el camión de la Historia, conducido por Messi. Debajo de sus ruedas había acabado tras la borrachera de Ramón Calderón, que duró dos años. Por el medio se había ido dejando a jirones su prestigio y su orgullo, en el campo y en la tribuna. El edificio amenazaba con derrumbarse. Llegó Florentino. Con Florentino llegó Cristiano.
Con Cristiano, el Madrid se negó a perder. Perdió mucho, no obstante. Pero la causa de aquello, en esencia, fue la negación previa. El Madrid no se rindió. Los primeros años fueron terribles. Probablemente determinaron el carácter del equipo cuando llovieron los laureles del triunfo. La rebelión que representó el segundo florentinismo se encarnó en Cristiano porque no había nadie mejor, no era posible transubstanciación más perfecta: un tipo orgulloso, indomable, excéntrico en su grandeza, que se quiere por encima de todas las cosas y que anhela dominar confiando hasta el extremo de un demente en sus propias posibilidades.
Cristiano es el reflejo que devuelve el espejo del Real Madrid. A lo mejor por eso el madridismo del Bernabéu nunca lo integró del todo, nunca lo hizo suyo. Se parece demasiado a la camiseta blanca, es casi un calco de lo que esconde el espíritu del madridista. Una animalidad agresiva, un ansia feroz por conquistar y destruir que, a veces, no resulta agradable ver materializado en algo tan físico, tan completo, tan tangible y reconocible. Cristiano es, en carne y hueso, el desiderátum nunca del todo satisfecho de una afición que ama vencer como el caníbal el olor de la carne y de la sangre humana. Cristiano es el retrato que Velázquez hizo de Inocencio X. Troppo vero.
(...) un tipo orgulloso, indomable, excéntrico en su grandeza, que se quiere por encima de todas las cosas y que anhela dominar confiando hasta el extremo de un demente en sus propias posibilidades.
Ronaldo se marcha con una media de más de un gol por partido, y ha jugado casi quinientos de blanco. Ha despojado los récords de todo significado más allá del estadístico, ha destruido la mitología de los números porque ha conseguido algo mucho más importante en la alta literatura del fútbol mundial, que es la presencia. Esto se ha visto especialmente bien durante los últimos tres años, sobre todo esta temporada pasada. Cristiano caminaba sobre una alfombra y los rivales asentían con aprensión protegiéndose instintivamente del hachazo. Incluso cuando no jugó bien su nombre condicionó la mentalidad de los adversarios: en Lisboa y en Milán con el Cholo, en Munich y Madrid con Heycknes, en Kiev con Klopp.
Una animalidad agresiva, un ansia feroz por conquistar y destruir que, a veces, no resulta agradable ver materializado en algo tan físico, tan completo, tan tangible y reconocible.
Cuando Ronaldo abandonó al subcampeón de Europa para venir al Madrid ya era balón de oro y campeón de una competición en la que el Madrid no superaba los octavos de final desde hacía cinco temporadas. Se puede aventurar que, a medio y naturalmente largo plazo, él pierde más tomando la decisión de marcharse a la Juventus. Parece, del mismo modo, evidente que el Madrid pierde mucho en el corto plazo. Muchísimo. También es sencillo presumir que su decadencia está próxima porque tiene 33 años y cumple 34 en febrero. Era fácil decirlo en 2016. Ronaldo lleva tres años muriendo en otoño y resucitando en carnaval. Sus últimas tres temporadas han destruido todas las ideas preconcebidas que campaban a sus anchas en el mundo del fútbol sobre la vejez de un deportista profesional, su decrepitud, su fosilización, su inutilidad. Han sido un desmentido detrás de otro. Ronaldo ha ido haciéndose mejor a cada año; con cada pérdida de alguna de sus habilidades innatas adquiría otra nueva, más letal, más pulida, más efectiva. Ya no dribla, casi no centra, participa cada vez menos en el desarrollo del juego y marca, efectivamente, menos goles: pero cada vez resulta más mortífero cuando está temblando el mundo y la Historia, sentada en su diván de mármol, mira y juzga.
No se sabe por qué motivo Ronaldo dejó de estar contento en el Madrid y pidió el traspaso. Quizá con los años afloren las razones. Se puede especular. Florentino, quien tanto acude al legado de Bernabéu, consiguió su Di Stéfano y ahora, también, su cisma. Las dos grandes personalidades de la Historia moderna del Madrid, junto con Zidane y Ramos, han chocado como en su día chocaron las del Madrid viejo. El Madrid de Zidane se miró tanto en el antiguo retrato que ha terminado mimetizándose incluso en las despedidas. Dicen que Di Stéfano tomó como un agravio personal el ofrecimiento que le hizo Bernabéu de crear un cargo nuevo ad hoc para él, el por entonces inédito de general manager: al orgullo del gigante le ofendió que lo considerase inválido para la competición cuando todavía tenía dos piernas y venía de disputar otra final de la Copa de Europa. Los genios tienen un laberinto dentro del pecho y a veces la cuerda de Ariadna con la que se sujetan al mundo, simplemente, se rompe.
En el día de San Crispín los ingleses vencieron en Francia y le regalaron a Shakespeare la batalla de Agincourt. De ella salió el discurso de Enrique V. Éramos pocos, éramos felices, éramos hermanos de sangre. El día en que Cristiano Ronaldo abandona el Madrid uno se acuerda no de las cuatro finales de la Copa de Europa, la Tierra Prometida por la que cada uno de los madridistas sobre la faz de la tierra soñaba el día de su presentación (con el triplete de Messi y Guardiola aún caliente). Se acuerda, en cambio, de un miércoles santo del año 2011, apocalíptico. Una noche poco relevante en 116 años de historia de un club. Una noche sencilla, una final de Copa. ¡Cuántas finales de Copa no ha jugado el Madrid! Sin embargo, no fue una cualquiera. Fue el principio de algo hermoso, y terrible, algo que hoy se termina: una década salvaje que salvó al Madrid de la benfiquización y lo devolvió a la senda del liderazgo en el nuevo siglo, el siglo de Messi, de Abramovich y de las petromonarquías del Golfo. Aquella final de Copa en Valencia fue cuando Ronaldo vertió su sangre junto al resto del pueblo madridista en armas, haciéndose hermano suyo, para siempre.
Precioso articulo.
La verdad la verdad, Cristiano el mejor futbolista de la historia junto a Maradona y apenas medio paso detras de Pelé, habia llegado a ser una figura tan Grande, tan pero tan Grande (destrozó al favorito del mundo: Messi) que habia comenzado ya hace rato a hacer sentir en muy segundo plano a mucha gente a quien por lo general el solo hecho de ser algo del Real Madrid (presidente, socio, jugador, leyenda...) es suficiente combustible para encender la llama del ego.
CR7 le quitó de las manos a muchos madridistas un escudo con el cual cubrian su vulnerabilidad ante anteriores futbolistas enormes: Alfredo Distefano, uno de los mas Grandes de la historia; bastaba con decirle a una emergente y grandiosa figura nueva: "no eres mas Grande que Distefano" para sentirse protegidos de sentirse menos que alguien; era uno de los grandes escudos: Distefano para enrostrarle a cualquiera que en Madrid nadie podia sentirse mas que nadie; pero seamos sinceros, CR hace rato habia superado con creces a Distefano aunque muchos se negaban a admitirlo por celos y por miedo a algo mas abrumadoramente grande; y las Champions, el palmarés para mirar por sobre el hombro a cualquier aficionado de cualquier otro club. Y es que el madridista corre peligro de sentirse excesivamente orgulloso y caer presa de la arrogancia y la soberbia.
Y CR hace rato habia comenzado a hacer sentir menos a muchos, hasta el punto que amenazaba con convertirse en la encarnación individual de ese madridismo enfermo al cual nos estamos refiriendo; CR estaba dejando a muchos sin derecho ni motivo a sentir soberbia, a ser arrogante, pues CR7 es tan autosuficiente chulo y prepotente que hacia a sentir poco a quienes gustan de vestirse de camiseta del Madrid para sentirse chulos y prepotentes.
Y esos, o ese aspecto escondido del madridismo es lo que lógicamente siempre, y ultimamente mas, levantó un muro entre ese sector de la afición y de socios del club y la fulgurante estrella madridista.
Hoy a CR todos le van admirar; de lejos es mejor admirarle, no sea que estando muy cerca haga sentir pequeño a muchos.
Hoy ha comenzado el proceso de mitificación de Cristiano Ronaldo como idolo mas grande de la aficiòn madridista.
Al ente abstracto de lo que significa el Madrid le han separado de su imagen visible, le han separado de su personificación, de la imagen de su sustancia: el altivo y orgulloso CR7; pero de la misma manera que no se puede separar las cosas de su sustancia, igual éste Madrid eterno ira poco a poco siendo identificado en la figura de Cristiano Ronaldo.
Para comenzar, este Madrid no sera recordado como el Madrid de Florentino, este Madrid sera recordado por la historia, solo por joder a Florentino y darle la contra, y ya lo estamos viendo, como el Real Madrid de Cristiano Ronaldo.
Se va un gran jugador por lo competitivo que es y por la gran cantidad de goles que mete cada año. Pero analizo: tiene 33 años, y la edad siempre pasa factura, le quedan tres años más de contrato pero ha querido irse, técnicamente no es un portento (en el Madrid actual los hay mejores que él) y se demuestra en que no tiene en el lanzamiento de faltas directa la calidad de otras figuras mundiales tanto presentes como pasadas (Schuster, Maradona, Koeman, etc), en el uno contra uno es bastante flojo (como Hugo Sánchez). Enfín, es un gran jugador, con un espíritu competitivo brutal, que es la clave para haber triunfado.
Una anotación: para valorar a un jugador de verdad es imprescindible verle en vivo y no en televisión, y yo solamente le juzgo por lo que veo en la tele, aclaro esto. La diferencia es abismal y por eso lo remarco.
¿Algo más sobre Ronaldo? Es muy muy difícil aguantar la presión de la prensa española, que es muy antimadridista, mucho. Recuerdo que al poco de llegar ya le insultaron con la famosa "espaldiña", la misma que hicieron Ibrahimovic y Etoo (si no me equivoco) y que provocó la admiración de la prensa nacional.
Cómo no recordar, por ejemplo, la respuesta de Yon Sistiaga a un periodista sobre si prefería a Messi o a Ronaldo y el porqué...de vergüenza la respuesta (en internet la pueden escuchar).
Gracias, Cristiano, por no renovar cada temporada, como hizo otro grande que haga lo que haga está bien para la prensa. Gracias, Cristiano, por no echar a ningún jugador de la plantilla por no ser de tu cuerda.
Me encantaría conocerte en persona, pero fuera del mundo del fútbol, creo que la impresión que me llevaría sería muy pero muy distinta a la que mediáticamente te han dado.
Creo que la indignación con Hacienda y la reacción de los medios ante esto ha sido determinante.
Mis respetos, don Cristiano.
No echo a ningún jugador pero puso su granito de arena para que Mou saliera por la ventana
Buenas tardes y bien tirada
Tal cual.
"Fue el principio de algo hermoso, y terrible, algo que hoy se termina: una década salvaje que salvó al Madrid de la benfiquización y lo devolvió a la senda del liderazgo en el nuevo siglo, el siglo de Messi, de Abramovich y de las petromonarquías del Golfo".
Aquél fue el mejor partido que he visto en mi vida, y uno de los que más me emocionaron, quizá sólo por detrás de la final de Ámsterdam en 1998.
Siguiendo con los superlativos, Cristiano es el mejor jugador que he visto en el Madrid. Y no es —no era— perfecto; ni como persona, ni como futbolista. Lo digo porque no me gustan las mitificaciones ni las santerías.
Sabíamos que este día llegaría, pero a muchos nos ha cogido desprevenidos. Sigamos adelante, con confianza en nuestros jugadores y en la dirección del club.
Gracias señor Valderrama por el artículo, ha sido francamente emocional y emocionante.
Eres muy grande, Maestro!. Me ha encantado ver ahí la arenga de Enrique V, que me sigue poniendo los pelos como escarpias. Y vuelve la melancolía...
Permítanme que diga mi opinión sobre este tema de la venta de CR por el presidente Florentino Pérez.
Lo mismo que hay que agradecer a Cristiano los goles, ya que parece ser que este ultimo jugaba solo contra los contrarios, hay que agradecer a Florentino el que estemos donde estamos.
Si me da pena que se haya ido Ronaldo, como me dio pena que se fueran en su momento Zidane y Ronaldo Nazario, pero es lo que hay.
Hay varios motivos por lo que CR se quería ir, a saber:
1- Quería irse si o si por falta de cariño, Edu Aguirre dixit. Esa falta de cariño parece ser que al final era dinero exclusivamente y no que Don FP le arropase por las noches.
2- En Italia la fiscalidad es más leve que aquí para los extranjeros que vayan a trabajar allí y ganen dinero fuera de Italia, o sea que paga 100.000 euros en plan tarifa plana, un señor que gana millones ( esta información la he recogido de Jugones.)
3- Se queda con sus derechos de imagen al 100%, con lo cual gana más obviamente.
Y seguro que alguna razón deportiva más, por eso cuando dicen que le pagaba el Real Madrid lo mismo y no se ha quedado, es una verdad a medias.
Y razones, que deduzco por lo que oigo a los periodistas, por las que el RM ha vendido a CR.
La edad de él, ahora el RM tiene la tripa llena, 4 champions en 5 años etc. Si se va a acometer una reestructuración es mejor ahora, yo me imagino sino se hace nada el tirarnos 2 años sin ganar nada y tener que acometerla igualmente, sería imposible. Se ha sacado 100 millones que no están nada mal por un jugador que NO TENIA A NINGUN CLUB QUERIENDOLE FICHAR, no olvidemos que no ha tenido ni una sola oferta seria, salvo una de China, si eso es serio futbolísticamente hablando.
No me meto en su carácter y su forma de ser, que si le hizo muecas al presidente, que si dijo “me voy” cuando se gano la 3ª etc., Cá uno es cá uno y seis son media docena.
Pero seguro que ayudan también un poco.
Pero es solo mi opinión y la digo porque desde mi parecer se está menospreciando al verdadero crack que para mí es Florentino Pérez.
El retrato de Inocencio X es troppo vero = demasiado realista = hiper realista, como Cristiano, como el madridismo de verdad!!! Buenísimo el artículo.
Los madridistas de verdad, los auténticos fanáticos, siempre hemos apoyado a Cristiano Ronaldo. Otra cosa son los piperos, que en realidad son primero de ''la roha'', segundo de un equipo de pueblo o de barrio, y tercero, del Real Madrid. Los piperos que pitaban a Cristiano minutos antes de meterle un hat-trick al Atlético en Champions, y que aplaudieron a rabiar a Ronaldinho y mojan las bragas por ''iniejtahdemibidah''...
¿Cómo se puede ser algo de verdad siendo un fanatico? Por favor, tenga un poco de respeto con los aficionados de este Club.
¡Hombre! Llamar aficionados a la caterva de piperos con auriculares que sufrimos año tras año en el Bernabéu, me parece un poco exagerado.
Bien dicho!
Qué bien escrito y qué bien sentido. Me ha encantado. Enhorabuena.
Tremendo. El final del artículo me ha puesto los pelos de punta. Mi enhorabuena.
¡¡¡Qué pasada!!!
Sólo le pongo un pero al artículo. Con Florentino no llegó Cristiano. A Cristiano lo fichó Calderón. Al César lo que es del César...
Falso. Calderón no fichó a Cristiano. Firmó un precontrato, con una cláusula de penalidad abusiva, en un Madrid en quiebra económica. Quien lo fichó, definitivamente, fue Florentino Pérez. Al César, de verdad, lo que es del César.
Y, D. Antonio, cuando sepamos más clara y verdaderamente, todas y cada una de las razones de la marcha de Cristiano, es cuando necesitaríamos, ya que estamos con Shakespeare, el discurso de Marco Antonio ante la plebe, tras el asesinato de César.