Buenos días. La llamada Roja ganó 7-0 a Costa Rica. No nos oponemos. Nos habríamos opuesto menos todavía si lo hubiera hecho en otro mundial distinto a este. Las portadas del día lo celebran como si la goleada hubiera acontecido en un mundial digno, por un lado, y como si el rival hubiese sido muy potente, por el otro. La primera plana de Sport incluso viene con la flamenca y el toro colocados encima cual televisión catódica del S. XX.
España debutó en el mundialasco con un equipo que habría firmado el mismísimo Almodóvar. Gavi, Pedri, Simón y otros chicos del montón. Una cosa muy de movida, pero nada madrileña, no fastidiemos. Hay que reconocer a Luis Enrique el mérito de haber alineado a once jugadores sin haberse equivocado al hacer la cuenta, que aunque Helenio Herrera dijera que se juega mejor con diez y que en su casa toda la familia se dedicaba a sus quehaceres completamente desnuda, él siempre alineó a once y se sentó en el banquillo forrado con un chándal Meyba, lo cual era ligeramente menos desagradable para la vista de lo que habría sido verle en pelota picada.
Pero estábamos con los de Luis Enrique Almodóvar y la selección charnega. Salieron los nuestros, es un decir, muy concentrados y dispuestos a llevarse el partido, lo cual es un detalle que les agradecemos. Aunque ya puestos a hacer las cosas bien, podrían haber empezado por presentarse, más que nada para que supiéramos quiénes eran esos jovenzuelos que nos representaban, es otro decir. Porque además de no haber perdido la cuenta hasta once, hay otro mérito que debemos reconocerle a Luis Enrique Almodóvar: haber inventado la selección de incógnito. Una selección de jugadores anónimos. Una selección secreta, que podríamos llamar del servicio de inteligencia si no fuera por lo que es. Y es que uno recita la alineación española y le parece estar pasando la lista de clase de cuarto de Primaria, en lugar de invocar a los elegidos para la gloria.
El caso es que principió el partido, porque todo lo que tiene un final tiene un principio, y lo hizo a la hora prevista. Bueno, a la hora prevista en Catar y a las cinco en punto de la tarde en España, o sea a la hora taurina de cuando Lorca, provincia de Murcia, y a la del té en la pérfida Albión, que aquí no pinta nada. Bien por la organización catarí, mal por la española y peor por la inglesa, por metomentodo. Los chicos de Luis Enrique empezaron a tocar el balón, tuya, mía, tuya, mía, y los goles fueron cayendo. O sea, que más que un tiqui-taca aquello era un tico-tico. Uno de los goles los marcó Asensio, y los otros seis se los repartieron entre un yerno con nombre de yerno y unos imberbes peinados como prepúberes de posguerra y con nombre de merendar bocadillo de chocolate.
Luis Enrique puso caritas, como siempre, con esas pintas entre chulo pera envasado al vacío, arrogante sabelotodo a la violeta, y streamer influencer que va de coleguilla y de enfant terrible al mismo tiempo. O sea, una cosa patética como… como qué sé yo, como Luis Enrique, para entendernos.
Vamos, que todo en este mundialasco, y muy en primer lugar la selección de Luis Enrique Almodóvar, es en plan la ley del deseo. Este humilde portanalista ya está deseando no ver tampoco el próximo partido.
Pasad un buen día.
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