Buenos días, amigos. Tras sobrevivir a un martes tedioso, comenzamos un miércoles que en lo relativo al madridismo se prevé tan ilusionante como depilarse las partes blandas con lava en un entorno hostil. Pero el principal cometido, aunque hay más, de esta sección es analizar las portadas de los cuatro principales diarios deportivos patrios. Vamos a ello.
Comenzamos por As. Vemos a Pablo Iglesias en la portada y desistimos al instante de seguir portanalizando. Optamos por el cometido número 33 del Portanálisis: proveer de recetas de repostería al lector de La Galerna.
Receta del blanquito
Ingredientes:
- 500 ml de leche blanca como el Madrid. A poder ser semidesnatada o entera, hagan el favor de no utilizarme desnatada porque con agua el resultado no es el mismo, sería como añadir Eric García a una defensa. Además, por un día que se metan entre pecho y espalda algo contundente tampoco va a pasar nada.
- 500 ml de nata líquida blanquísima. Puede ser nata para cocinar o para montar, da igual, depende de si a ustedes les gusta más cocinar o montar.
- 500 g de Philadelphia (queso crema, por si nos lee algún habitante de tierras ignotas que no esté familiarizado con el producto, mas especifico la marca porque es con la que sale más rico el postre).
- 200 g de azúcar. Aplica lo mismo que con la leche, por un día que tomen azúcar no va a ocurrir nada. Salvo si tienen algún problema de salud que se lo impida, en cuyo caso recomendamos que acudan a la frutería a comprar un brócoli.
- Un sobre y medio de cuajada en polvo. Aquí debajo os dejamos una foto del polvo en cuestión por si hace mucho tiempo que no ven uno. La marca es indiferente y la nuez no viene al caso.
Antes de entrar en harina, o en lácteos, es necesario preparar la base sobre la cual verteremos nuestro preparado cuando esté listo. Para ello necesitamos galletas María, azúcar a discreción y mantequilla. No me utilicen margarina ni porquerías por el estilo. Si tienen algún problema con los ingredientes, mejor que no hagan el postre.
Lo primero que hay que hacer es machacar las galletas con saña, como si se tratasen de Luis Suárez, de Alejo, de Fali o de cualquier otro ser vivo de este pelaje. La manera de hacerlo es indiferente, se pueden golpear con los puños, meter en una bolsa y pasarles un rodillo por encima, como por ejemplo hizo el Madrid al Bayern de Pep en Alemania o, y esta opción es la que recomendamos, añadir en un vaso de batidora las galletas troceadas, el azúcar y la mantequilla y batirlo como si no hubiera mañana. El resultado es un polvo terroso compacto como tierra húmeda al día siguiente de una tormenta, pero a la vez ha de desmoronarse como si fuese el mismísimo Camp Nou.
Esta mezcla de galletas, azúcar y mantequilla la extendemos en el fondo de un recipiente plano y no muy profundo (el clásico recipiente Pyrex de horno es idóneo) hasta formar una capa de aproximadamente un dedo humano de grosor.
Vamos con el meollo, que no Maíllo —que no es más que una fusión de Maffeo y Raíllo—, de la cuestión.
En un bol grande vertemos la leche, la nata, depositamos la Philadelphia, el azúcar y espolvoreamos la cuajada. Introducimos la batidora y batimos. Batimos mucho, pero con cuidado de que no salga desperdigadas gotas blancas por toda la cocina, no vaya a venir luego la prima de Monchi y nos regañe.
Cuando la mezcla es homogénea y sin grumos, la trasvasamos a una olla de capacidad suficiente para contenerla y la ponemos a fuego lento durante veinte minutos.
Ahora viene la parte tediosa de la receta, porque durante esos veinte minutos no hay que dejar de remover. Hay que trabajar para obtener el resultado apetecido, como hace el Madrid, sobre todo en eliminatorias Champions.
Durante el meneíto, hay que estar pendiente de que no se formen burbujas de magma volcánico en la gruesa mezcla, porque al explotar pueden saltarnos y quemarnos. Si aparecen, es necesario bajar aún más el fuego.
Tras los veinte minutos de calor, vertemos con cuidado el mejunje sobre la cama de galletas, azúcar y mantequilla. Dejamos reposar hasta que se atempere e introducimos, al menos una noche, en el frigorífico.
Al día siguiente la mezcla habrá cuajado y podremos cortarla en porciones que nos aportarán ricas calorías suficientes para escalar el Everest sin oxígeno y con una mano atada a la espada, no nos vayan a señalar penalti ahí arriba y la liamos.
Pasad buen día.
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