“¡La nueva era! ¡La nueva era!” –exclamaban desmesuradamente eufóricos algunos de los jugadores del FC Barcelona, con un júbilo más propio de aquellos que acaban de proclamarse campeones de Europa que no de la supercopa de España que acababan de conseguir en Arabia el año pasado frente al Real Madrid. Dice el sabio refranero patrio que quién escupe hacia arriba alberga bastantes posibilidades de que el gargajo le caiga justo encima, de pleno y sin miramientos, que es exactamente lo que sucedió en este caso cuando tras el 0-4 en la vuelta de Copa del Rey en el Camp Nou, algunos de los jugadores blancos devolvieron a los azulgranas las palabras que estos habían proferido inicialmente.
Con todo el respeto que puedo sentir hacia el club que ha mantenido podrida la competición liguera que he seguido desde que tengo uso de razón (ninguno), tengo que reconocer que me hallo hartamente confundido ante ese lema que promulgaron orgullosos los jugadores culés (y que me han vuelto a recordar los anuncios del documental del Barcelona en ESPN) y elijo atribuirle el único significado que no desembocaría en una posterior carcajada mía más llena de condescendía y vergüenza ajena que de humor.
Entiendo que se referían a una nueva era DENTRO del Barcelona, representada por los jóvenes como Pedri, Gavi, Araujo o Balde como máximos estandartes de la misma; y no a que esta plantilla culé pudiera ser capaz de instaurar una nueva era de dominio del fútbol europeo estableciendo una dinastía similar a la de equipos históricos como los Chicago Bulls de Jordan en la NBA o, por qué irnos tan lejos, el Real Madrid de las 4 Champions en 5 años. El tiempo ha acabado siendo el soberano juez que ha impuesto la cordura en este asunto y si ha establecido que existe una plantilla actual con la juventud y, sobre todo, con la calidad necesaria para establecer una era de reinado glorioso en Europa, esa es la del Real Madrid en la que me gusta denominar la “tercera era de Florentino Pérez”.
Era de los Galácticos
Florentino Pérez ha presidido el Real Madrid durante 20 años separados en dos etapas (no confundir estas etapas con las etapas asador y caudillo del ciclo kármico de Pepe Kollins). La primera, iniciada en el año 2000 tras batir a Lorenzo Sanz en unas ajustadísimas elecciones que el empresario madrileño desniveló gracias a la promesa electoral del fichaje de Luis Figo, por entonces capitán del equipo corruptor. Esta primera etapa coincide con el mandato completo de Florentino hasta su dimisión en 2006 y fue mundialmente conocida como la “Era de los Galácticos”.
Nuestro majestuoso presidente y su equipo de trabajo trazaron una brillante estrategia que tenía como objetivo devolver al club blanco la grandeza que siempre le ha correspondido y colocar al Real Madrid en el centro de los focos mundiales realizando las contrataciones de jugadores legendarios, auténticas superestrellas de las que ya no quedan, de las que llenaban estadios con su mera presencia y las arcas del club mediante sus contratos publicitarios y derechos de imagen.
Florentino arrimó la galaxia a nuestro planeta, bajó a las mismísimas estrellas del cielo y las plantó en el césped del Santiago Bernabéu
Florentino Pérez consiguió lo que hasta entonces parecía una gesta imposible, propia de un club acostumbrado a hazañas de este tipo, por otra parte. Florentino arrimó la galaxia a nuestro planeta, bajó a las mismísimas estrellas del cielo y las plantó en el césped del Santiago Bernabéu para que toda persona de bien (los madridistas) pudieran gozar de ellas con la admiración que despertaban su talento y grandeza. En definitiva, lo que hizo el “Ser superior”, en su infinita magnanimidad, fue bajar el cielo a la tierra y permitirnos al resto de indignos humanos que lo tocáramos con nuestras propias manos. Desde que Prometeo ofreciera el fuego de los dioses a los hombres no se apreciaba en este planeta una gesta similar.
El madridismo se mordía las uñas con la llegada del período estival mientras sentía un mariposeo recorrerle no ya el estómago sino el cuerpo entero, pues sabía lo que se avecinaba en cada verano. Primero fue Figo, al año siguiente le siguió Zidane. En 2002, tras el Mundial de Corea con el Negreira egipcio de turno, los ojos del rey se posaron en Ronaldo Nazario y aquel fichaje se celebró como un título más, no sólo por la emoción que despertaba el brasileño y las ganas de verle desenvolverse en el campo con los Figo, Zizou, Roberto Carlos y Raúl, sino también por la manera en la que se produjo aquella contratación: épica, in extremis, casi con el tiempo de juego ya cumplido y marcando el gol de la victoria con más suspense que en las eliminatorias de la última Champions que conquistamos. Aquel día fueron Florentino, Valdano… ¡y Sandro Rosel! los que se vistieron de corto para hacer las delicias del público blanco con aquella mítica fotografía lejana de los tres en plena acción desde las entrañas de la T4.
El último galáctico en llegar, un año más tarde, fue David Beckham, que supuso la guinda perfecta de aquel proyecto a nivel económico, elevando al Real Madrid a los altares financieros tan sólo 6 años después de que el club se viera obligado a desprenderse de jugadores como Clarence Seedorf para poder pagar las fichas (a nadie se le ocurrió por entonces vender el 49% de los derechos de “Madridvisióndefuturo” por 200 millones a una empresa de dudosa capacidad financiera, lastimosamente).
No tuvo el mismo éxito en lo deportivo, pues aunque se consiguió la novena Copa de Europa en 2002 (de una manera vergonzante, todo ha de ser dicho), la sensación general de la afición vikinga siempre fue que ese equipo que seguramente haya sido el más virtuoso y técnico que jamás se haya visto sobre un campo de fútbol nos dejó a deber al menos una Champions con todos o la mayoría de los galácticos sobre el campo.
Mirandolo con la perspectiva aquel "los he malcriado" de Florentino, todavía no sé con certeza si se refería únicamente a los jugadores o nos incluía a nosotros, los aficionados, en esa cesta
Especialmente dolorosas fueron las derrotas en las eliminatorias frente al Mónaco o la Juventus (aquel penalti errado por Figo y que debió tirar Zidane, ¿por qué diantres no lo tiró Zidane?). Aquel equipo que triunfó como ningún otro en lo publicitario, nunca terminó de ser lo suficientemente sólido en el campo debido a evidentes fallas estructurales como la marcha de Makelele y la ausencia de un sustituto de corte y nivel similar, la calidad física del equipo, la dificultad para encajar a todos los galácticos en un sistema de juego sin que estuvieran incómodos en el campo y la edad y mala elección de los centrales del equipo.
Finalmente, los resultados y (según se dice) las tensiones del vestuario derivaron en la dimisión del presidente, que cerró la puerta con una última y demoledora frase que todavía retumba como un eco lejano en nuestros oídos: “los he malcriado”. Mirándolo con la perspectiva que sólo el tiempo proporciona, hoy, en 2024, todavía no sé con certeza si se refería únicamente a los jugadores o nos incluía a nosotros, los aficionados, en esa cesta.
Era de los jerarcas
Afortunadamente, Florentino volvió a su cargo escasos años más tarde con la lección bien aprendida y en su segunda etapa, desde 2009 hasta la marcha del principal estandarte de esta gloriosa época de las 4 Champions en 5 años (Cristiano Ronaldo), supo confeccionar una plantilla también repleta de jugadores históricos, pero esta vez con una estructura óptima, dotada de un mayor sentido deportivo.
En esta segunda era —para cuya denominación podríamos acudir a esa que se susurra en determinadas áreas de las profundidades de las redes sociales: la “era de los jerarcas”— Florentino Pérez comenzó su segundo mandato trayendo de una tacada a estrellas de renombre como Cristiano Ronaldo, Kaká o Benzema, pero también a otros jugadores como Xabi Alonso, imprescindible en el comienzo de esta etapa y futbolistas de rol como Arbeloa, que acabarían teniendo tan buen desempeño en el campo como en su labor de grupo dentro del vestuario.
Y como para demostrarse a sí mismo que no iba a malcriar(n)los de nuevo, trajo para comandarlos a un sargento al que concedió, por primera vez en cualquiera de sus mandatos, plenos poderes: el entrenador portugués José Mourinho. Un entrenador tan defensivo que cogió a esta plantilla y no se le ocurrió mejor cosa que pulverizar el récord de puntos y goles (que, por supuesto aún sigue vigente, a pesar de haber pasado por la liga no pocos entrenadores de corte ofensivo y fútbol más vistoso).
Sólo la suerte y pequeños detalles impidieron que el equipo que acabó con la hegemonía blaugrana de Negreira, Guardiola y Messi (in that order) alcanzara la gloria en Europa, tan esquiva y caprichosa como solo puede serlo la de una competición tan indómita y salvaje como la Champions League. Sin embargo, el equipo había recuperado la grandeza y la competitividad, y apenas sí restaban detalles para recuperar el amor perdido de nuestra eterna amante.
Florentino volvió a su cargo con la lección bien aprendida y en su segunda etapa, desde 2009 hasta la marcha del principal estandarte de esta gloriosa época de las 4 Champions en 5 años (Cristiano Ronaldo), supo confeccionar una plantilla también repleta de jugadores históricos, pero esta vez con una estructura óptima, dotada de un mayor sentido deportivo
Lejos de aquellos veranos en los que se realizaban 7 u 8 ventas y otras tantas compras, se mantuvo la cabeza fría y la estructura del equipo, a la que tan sólo le faltaban algunos retoques y fichajes para mantenerse en lo alto y dar ese último paso adelante en su camino de vuelta al trono. Así llegó el fichaje de Bale, que junto a los fichajes de Modric (petición de Mourinho), Kroos y Casemiro definieron a la perfección la estrategia de fichajes de la nueva dirección deportiva de Florentino: un galáctico o fichaje de gran inversión como máximo por temporada, aproximarse a los grandes jugadores que finalizan su período de contrato para convencerles de no renovar y abaratar su fichaje y la firma de jóvenes prometedores a los que hacer crecer dentro del equipo o cesión mediante. El resultado fue inmejorable y las 4 Champions en 5 años sirven como aval de la estrategia seguida por el nuevo Florentino, que, lejos de dormirse en los laureles o regodearse en la autocomplacencia ya estaba oteando en el horizonte el nuevo reto que se aproximaba: los clubes-estado.
Tercera era de Florentino Pérez
Su tercera era es más meritoria si cabe, pues si bien en la “era de los jerarcas” el Real Madrid estaba en una posición económica privilegiada gracias precisamente a su gestión económica realizada en la primera, ahora el Real Madrid se ha encontrado en territorio desconocido: ha dejado de ser capaz de ofrecer las mayores cantidades en materia de traspasos y salarios a equipos y jugadores debido a la inflación de mercado derivada de la aparición de grupos de inversión con aparentemente dinero infinito procedente de los países petroleros de oriente que dotan a sus equipos (PSG, Manchester City, ahora también el Newcastle) de fondos que les permiten pagar auténticas barbaridades fuera de mercado.
Que Florentino Pérez haya sabido reinventarse para ser capaz no sólo de plantar cara a estos equipos de inagotables recursos sino incluso de ganarles en su propio terreno arrebatándoles Copas de Europa o fichajes es seguramente la más titánica de las obras de nuestro presidente. Por las obras precisamente comenzó su nueva estrategia: las que han convertido nuestro anciano templo en un nuevo mausoleo de arquitectura vanguardista que ha colocado al estadio en la cima del mundo, esa a la que desean subir los artistas y deportistas a exhibir sus talentos. El nuevo Bernabéu, amén de los conciertos y eventos deportivos ya anunciados, ha demostrado que será una fuente de ingresos extra que permitirá al Real Madrid mantener una potente posición económica incluso frente a los clubes gobernados en la sombra por los jeques.
Que Florentino Pérez haya sabido reinventarse para ser capaz no sólo de plantar cara a los clubes-estado de inagotables recursos sino incluso de ganarles en su propio terreno arrebatándoles Copas de Europa o fichajes es seguramente la más titánica de las obras de nuestro presidente
En cuanto a la estrategia deportiva y de fichajes, el diseño de la misma se ha ido adaptando a los tiempos y circunstancias actuales para ceñirse a lo que siempre ha deseado el Madrid de Florentino: tener a los mejores jugadores. El mejor es Mbappé, el gran anhelo del empresario madrileño desde 2017 y que parece que por fin, esta vez sí, recalará en el club blanco el próximo verano, pero mientras el francés daba calabazas al Real Madrid en favor del dinero catarí, Florentino seguía a lo suyo, construyendo su tercera y más loable obra.
Fiel a su estrategia de realizar una gran inversión en un sólo jugador por año, estudiar a los cracks cuyo contrato estaba cerca de expirar y fichar no a jóvenes promesas sino más bien a futuros “galácticos” a los que moldear en madridismo desde benjamines, Florentino, JAS y Juni Calafat han conseguido, casi sin que el aficionado se diera cuenta, ir llenando la plantilla con las estrellas de esta década que nos abarca: Vinicius, Rodrygo, Camavinga, Valverde, Militao, Tchouaméni y Bellingham. Todos ellos jugadores jóvenes que ya a día de hoy son estrellas mundiales tremendamente competitivas en la máxima competición continental de los cuales varios son estrellas mediáticas con contratos publicitarios de importantes marcas que les convierten en íconos.
Si ya las cifras por las que se obtuvieron a la mayoría de estos jugadores son ridículamente bajas en comparación a lo que le costaría al Real Madrid la inversión de ficharlos en este preciso momento, no digamos el verdadero gran mérito de esta nueva gestión de Florentino: sus salarios. Florentino ha preservado en esta época, así como en la anterior, su famosa “escala salarial”, esa que le valió no pocas burlas y chistes y que ha resultado ser en la actualidad el gran valor estructural del club vikingo. Prácticamente la gran mayoría de la plantilla podría obtener un mejor contrato si marcharan a la Premier League o a un club-estado, pero entra en juego otro factor que el presidente madrileño ha puesto en valor durante sus mandatos y que Valdano esculpió en una frase que suena (o debe sonar) en las cabezas de los jugadores con voz de ultratumba: “el Madrid paga en gloria”.
Sí, los jugadores podrían ganar más dinero en otros equipos en los que también ganarían títulos, pero el Real Madrid es otro mundo. El mundo donde las remontadas imposibles son algo casi rutinario. El mundo en el que la grandeza del fútbol alcanza su máximo exponente. La última Champions del Madrid no sólo demostró al mundo del fútbol que la estrategia de Florentino era la adecuada. También hizo que la próxima generación de estrellas se muera por jugar en el club que desafío a los clubes-estado y las leyes de la lógica para imponerse en la Copa de Europa más épica de todos los tiempos mostrando al fútbol que la gloria de este club es más grande que la vida misma.
La escala salarial es una genialidad que hace que a día de hoy el Madrid pueda permitirse tener a dos de los cinco mejores jugadores del mundo cobrando menos que el portero del equipo vecino
La escala salarial es la fórmula que descubrió Florentino para controlar los egos del vestuario y conseguir que el respeto y el estatus de los jugadores sea algo que se vaya adquiriendo de manera natural a lo largo de las temporadas conforme los méritos deportivos de cada uno lo vayan estipulando. Una genialidad que hace que a día de hoy el Madrid pueda permitirse tener a dos de los cinco mejores jugadores del mundo cobrando menos que el portero del equipo vecino. Y una genialidad que, por supuesto, le ha permitido a Florentino acceder al fichaje de su eterno deseo en esta penúltima etapa, Mbappé, al que parecer haber conseguido rebajar sus pretensiones económicas en favor de la preservación de la escala salarial y del ambiente en el vestuario.
Sé que muchos guardarán resentimiento contra el jugador francés y serán contrarios a su fichaje, mas deben entender dos aspectos: uno, es el deseo de Florentino, y ¿quiénes somos nosotros para interponernos en el anhelo de la persona que más ha hecho por este club y, sobre todo, la persona que mayor visión ha demostrado tener en este país y en este siglo?; y dos, no hay más que oír en el eco que arrastra el viento el deje de pánico con el que el antimadridismo está recibiendo la noticia del posible fichaje del francés para saber que estamos haciendo lo correcto.
No sé cómo denominar esta tercera era, lo de los nombres se lo dejo a gente con más arte que este servidor en dicha materia, ni cuánto durará. Tampoco sé si la retirada de Florentino bastaría para dejar de atribuirle títulos y méritos, pues los cimientos que ha dejado en esta penúltima etapa (nuevo estadio, plantilla, organigrama del club, ingresos…) son tan sólidos que van a dar para mucho.
De igual manera que Nico Almagro dijo que Nadal iba a tener 50 años e iba a seguir ganando Roland Garros, Florentino se irá del Madrid y seguirá ganando títulos, pues muchos de los que se ganen en su ausencia seguirán siendo achacables a su inconmensurable labor. Lo único que sé es que esta nueva era ya ha comenzado, las semillas fueron plantadas hace tiempo, se acerca la primavera y, con ella, la recogida del fruto. Disfrutemos de esta penúltima gran era de Florentino. Larga vida al mejor presidente que hemos tenido jamás. Y hala Madrid.
Getty Images.
Un presidente que supo aprender de los errores de la primera etapa, le pierde su bienquedismo (se ve en su forma de ir con un club corrupto por la dichosa superliga que en sus sobornos ha perjudicado al Madrid de forma directa) aunque en ésto del bienquedismo era peor antes.
Amigo, creo que más que bienquedismo es sentido práctico, aunque reconozco que duele vernos juntos en la Superliga con los corruptos. Pero, por otro lado, estamos personados (el único club, si no me equivoco) como acusación en el caso negreira-barsa que espero de lugar a una sentencia acorde con la gravedad de los delitos cometidos.
A mi no me llames amigo que soy tú por lo tanto si yo me digo amigo a mí mismo en realidad me estoy diciendo amigo a mí mismo porque sólo hablo conmigo mismo.
Lo que quieras, pero yo tengo razón en lo que dije.
Bueno, ya hay algún troll por ahí. Este último post no es mío. Veo que de Vastic que me responde tampoco es suyo.
Que manera más rara de pasar el tiempo tiene la gente!
En cualquier caso un abrazo al Vastic original por sus interesantes comentarios.
Veo que hay un infiltrado utilizando mi buen nombre.Espero que se tomen medidas por el bien de la comunidad.
Excelente artículo. Sólo añadiría una pequeña corrección: las semillas se siembran, no se plantan.
Agradezco la corrección. Estoy viendo además que hay algunos errores ortográficos que se deben al corrector de mi nuevo ordenador y me estoy volviendo loco al ver que me ha cambiado alguna que otra palabra entera de manera gratuita.
Pues tu corrector te ha colado también lo de "ícono" en lugar de "icono".
Es un HP, y no sólo por la marca…
Hank, no te metas con HP que ahora le paga al Madrid por lucir su logo en la manga, hay que tenerle un respeto a los que financian al Madrid.
Vaya por delante que soy madridista por encima del derivado de cualquier otro "ismo".
Ha habido madridistas sublimes como Santiago Bernabéu, Alfredo Di Stefano, Francisco Gento , Raimundo Saporta, Pedro Ferrandiz. Fernando Martín, Delibasic, Drazen Petrovic, "Juanito"...Hay grandes madridistas tan extraordinarios como Emiliano, Santamaría, Pirri, Cristiano Ronaldo, Clifford Luyk, Juan A Corbalán, Sabonis... Y tantísimos otros que no cito (por razones obvias) pero tampoco olvido. Sí, también entre los más destacados del madridismo está Florentino Pérez, ese hombre. Una persona que adopta rasgos de sabio, caballero , héroe e,incluso me atrevería a decir, santo, acompañado de una autenticidad y originalidad que lo convierten en un genio. Me sabe incluso mal escribir estas palabras que están más lejos del halago que de mi humilde esfuerzo por parecer justo.
Si un servidor (no informático) tuviera la poderosa facultad de guionizar el futuro en lo deportivo y social, haría hincapié en convertir a Mbappé a lo más sacrosanto del madridismo, a similar nivel que Vinicius y Bellingham, seguir campeonando con los del baloncesto (otorgando el merecido trato a los Llull, SR, Rudy, Tavares Hezonja, Musa, Deck, Campazzo, Chus Mateo...) y apañárselas para que the Tinglao no impidiera una goleada escandalosa (6-0 o similar) al pérfido y negreiro "més que un club". Entonces, y solo entonces, este primate superior que aquí intenta su expresión , podrá descansar en paz y sin miedo de ningún tipo.
*Vincent Poirier...si se va, que sea por voluntad propia. No por falta de reconocimiento.
Intentemos ser justos.
Florentino es el más grande, no se puede entender al Real Madrid contemporáneo sin la gestión suya, que en mi humilde opinión está a la par de Santiago Bernabéu.
Ahora que estoy en la intimidad, cuando se que a nadie le importa ni le va a importar,quiero mandar un sentido recuerdo a mí abuelo, que me dejó estas sabias palabras: "Joan,si no eres fuerte, al menos sé listo", y así me ha ido en la vida.
No tengo familia, pareja ni amigos.Me paso los días aquí encerrado escribiendo con distintos nombres inventados.No me lavo porque es una perdida de tiempo, quién me va a querer ver,tocar u oler?
Soy un fracasado.Y voy a morir sólo, como un perro, que es lo que soy.
Si se nombra a Mourinho, también se debe nombrar a Zidane.
Mourinho fue necesario en una etapa en la que los jugadores del equipo salían al Nou Camp acobardados, sin apenas hacer oposición al Farsa en liga, y tremendamente acomplejados en Europa,donde el equipo salía con una mochila llena de piedras a la espalda, incapaces de soportar la presión de llevar la camiseta en la Champions League.Mourinho levantó a esos jugadores,les inyectó hambre, inconformismo y rabia.Les hizo sentir que eran mejores y que no tenían que sentirse inferiores a nadie.
Zidane recogió ésa herencia, pero ya con un equipo orgulloso y conocedor de su potencial. Les dió confianza, les dejó ser por decirlo de alguna manera "adultos", tuvieron más autonomía dentro del campo.El resultado ya lo sabemos todos.El mejor equipo del mundo en aquel lustro.
No es una crítica ni demérito a alguien,es simplemente reconocimiento tanto a uno como al otro.
A mi no me llames amigo que soy tú por lo tanto si yo me digo amigo a mí mismo en realidad me estoy diciendo amigo a mí mismo porque sólo hablo conmigo mismo.
Decir que el Vastic que hace éste comentario es un troll suplantador. La Galerna debería de poner más cuidado en su sección de comentarios, hace unos meses estaba infestado de trolls y temporalmente cerraron la sección comentarios.
Soy Vastic, pero también puedo ser Carlos, comunero o alekhine o floquet,puedo ser cualquiera porque estoy aquí los siete días de la semana,y como la gente ya sabe cómo estoy, pues aquí sólo me he quedado.Ahora me voy a MD,a mostrarle a los de allí lo mal de la cabeza que estoy