Casi siempre que el Madrid se ha encontrado agotado y sin recursos, acorralado en alguna ratonera real o figurada, ha terminado destrozándola de un martillazo. Especialmente el Madrid de Zidane, quizá la sublimación de ese espíritu agonista que envuelve a la institución como un sudario. Ocurrió cuando tuvo que levantarle la eliminatoria de cuartos de final de la Copa de Europa al Wolfsburgo; cuando parecía que iba a salir machacado de Barcelona, en abril; en la prórroga de Milán, con el viento soplando fuerte en la popa del Atlético tras el empate de Carrasco, y también en su última visita al Calderón. Naturalmente no parece algo predeterminado, pero la Historia dice que el Madrid suele partir por la mitad el iceberg cuando todos se preparan para ver cómo choca con él y se va a pique.
Napoleón estaba atrapado en el centro de Europa y los atrajo a todos hacia Austerlitz, donde les dio con el mazo. Alejandro parecía perdido en mitad del imperio persa, y de un golpetazo barrió a sus enemigos en Gaugamela. Aparentar debilidad siempre fue una estrategia interesante, sobre todo cuando se posee el intangible más poderoso de todos los que hay en el mundo del fútbol: la camiseta blanca. De los gigantes siempre se teme y aguarda un último estertor devastador, por más molidos que parezcan.
Sucede que el Madrid de Zidane no lo parece: tiene a cuatro de sus titulares indiscutibles en la enfermería con cornadas de diversa consideración, y del once que ganó la Undécima hace ocho meses (el equipo por defecto de Zidane) sólo seis están disponibles. Benzema y Morata suman entre ambos menos goles en Liga que Luis Suárez, por poner un ejemplo directo, y tres de los de la Guardia de Reserva de Zidane (Asensio, James e Isco) padecen percances que les impiden estar listos al mismo tiempo. Cristiano da la impresión últimamente de estar atado por cien mil enanos en una playa de Liliput.
Es ahora, en estos trances, cuando las camisetas pesan. Ninguna pesa tanto como la del Madrid. Con toda lógica se puede argüir que la Copa sobra y que el equipo necesita descanso. Ese razonamiento contradice el espíritu que anima siempre a este club, y más con Zidane, cuyo equipo a veces despierta la sensación de estar articulado en torno a arcanos ocultos y misteriosos, incomprensibles para quienes miran desde fuera. Los puntos de giro y de inflexión tienen una relevancia, en el plano emocional, que no conviene subestimar: remontar en Vigo sería uno de ellos, y no uno menor. Hacerlo sin Modric ni Bale, sin Marcelo ni Carvajal, y no sólo eso, sino además, con Danilo y Benzema, con Isco y con Asensio, y hasta con Mariano, tendría consecuencias sensacionales: la inercia moral propulsaría al equipo en un mes liguero que se presume decisivo hasta la eliminatoria contra el Nápoles.
Si algo puede inferirse de la trayectoria como entrenador de Zinedine Zidane es que es un hombre que conoce los oscuros mecanismos que mueven la psique de los futbolistas, por eso es razonable esperar del Madrid en Vigo un planteamiento inteligente y ambicioso. Remontar un resultado tan adverso a un equipo tan extraordinario como el Celta en estas circunstancias sería como revertir de golpe la tendencia fatalista que parece haberse apropiado del ambiente en las últimas horas, reflejada de un modo inequívoco en el lúgubre ánimo del Bernabéu en el partido contra el Málaga. Nada se presta tanto a los golpes de efecto como el fútbol. Si el Pablo Escobar de Wagner Moura tuviera que arengar a los muchachos el miércoles, señalaría el túnel de Balaídos y gritaría sin contemplaciones: con toda.
Mientras más dura y compleja se pone la situación en el Madrid, más argumentos le ofrece a mi confianza por conseguir la remontada.
La verdad es que la copa ha perdido tanto prestigio, sus últimas finales vienen siendo aquelarres vomitivos en vez de partidos de fútbol, que casi sería mejor que el Madrid no se mezclara con semejante inmundicia. Probablemente sería mejor reservar esfuerzos para las competiciones de verdad, Liga y Champions, pero si se va a tirar una competición, no hacerlo de forma grosera. A mi modo de ver, la copa la debiera jugar el Madrid con los jugadores menos habituales y los canteranos que pudiera alinear. No veo porque se debe de prestigiar una competición de la federación española de fútbol, cuando es un organismo abiertamente hostil al club. Lo que no soporto es salir al campo con la actitud que se salió en el partido de ida, eso no es digno del Madrid.
¡qué razón tienes, tocayo¡... pero somos el mejor equipo de la historia del fútbol mundial, y tal condición obliga a ser capaz de dar un golpe en la mesa cuando peor vienen dadas, por el mal resultado del partido de ida y por la plaga de lesiones, y demostrar a España entera que el mejor equipo del país, de Europa lo demostramos en la champñions, es nuestro Real Madrid.
Si, tienen sencillo el estímulo, ......., ahí lo tenéis, no sólo la alegría de los vuestros, los nuestros, sino que está en vuestras manos la alegría o, mejor, el llanto de los que os envidian, os odian, de los que os quieren ver derrotados, y con eso debería bastar si juegas en nuestro equipo, ......., pido disculpas por la arenga, creo que me voy a sentar a verlo con ánimo de remontada, no para ver un partido de vuelta de copa del Rey, .......
A mí no me gustan este tipo de eliminatorias, yo preferiría que la tuviéramos encauzada, pero es lo que hay. No queda otra que la heroica y en este caso no es una frase hecha, tenemos más gente en la enfermería que de la que disponemos para formar un once y en las últimas ahora se ha sumado la baja de Varane.
Dicen periodistas y comentaristas antimadridistas que no podemos excusarnos en las bajas. Seguro que los pitan en el Bernabéu pensarán lo mismo. Tampoco esperemos que nadie más que nosotros nos valore si pasamos esta eliminatoria.
Saludos y Hala Madrid !!!
El Real Madrid lleva dos meses con su mejor jugador lesionado, a lo que se ha sumado un aquelarre de partidos duros en este mes de enero (por obra y gracia de los sorteos federativos de la copa) y una serie de lesiones que han impedido refrescar a nuestras tropas con cambios, lo cual ha provocado, a su vez, nuevas lesiones por agotamiento.
Desde luego el escenario es perfecto para que el Real Madrid de Zidane hinque la rodilla por primera vez, para descanso del antimadridismo periodístico y mediático.
Precisamente porque hay dos equipos antiespañoles (uno de ellos felizmente ya eliminado) que utilizan la copa para insultar a España, con la necesaria connivencia de las autoridades deportivas y políticas de este país, precisamente por eso, la copa no es un torneo menor.
Ningún torneo en el que compita el Real Madrid es un torneo menor.