El Torneo de Navidad fue uno de las fantasías más prolíficas que brotaron de la factoría del Real Madrid de Santiago Bernabéu y Raimundo Saporta. Para muchos que asociábamos el baloncesto con estas fiestas construidas sobre tradiciones, esta competición pronto se convirtió en una ceremonia más. Esta conversión no fue gratuita. Al contrario, por las pistas madridistas pasaron algunos de los mejores equipos FIBA y las mejores selecciones, como la URSS, Yugoslavia y las estelares Cuba (medalla de plata en los JJOO de Múnich-72) y Puerto Rico de la década de los 70.
Hasta tal punto se integró en nuestras costumbres, que lo saboreábamos con meses de antelación, cuando se anunciaba el cartel; y los días anteriores repasábamos el calendario y los protagonistas con fruición, porque no sólo los mejores equipos llegaron por Navidad, sino también los mejores jugadores. Sabonis, Delibasic, Petrovic, Kukoc, Bodiroga, Óscar Schmidt, Bernard King, Bob McCadoo, Nate Archibald y una lista larguísima de algunos de los mejores baloncestistas de los 70 y 80. Por supuesto, con las leyendas madridistas, que casi siempre lograban vencer a cuantos rivales se pusieran en su camino. Desde Emiliano, Sevillano, Luyk y Brabender, hasta Fernando Martín, Corbalán y Romay, pasando por Vicente Ramos y Carmelo Cabrera, Rullán y Walter, Herreros y Angulo.
En resumidas cuentas, a muchos como telón de fondo de los hogares, a unos pocos afortunados en las gradas, estos partidos entre el Madrid y sus oponentes internacionales acompañaron a la mayoría de españoles en la celebración de la Navidad. Para nuestra desgracia, el Torneo no pudo soportar el embate del egoísmo y la ceguera de los nuevos rectores del baloncesto, empeñados de forma incomprensible en hacer tabla rasa con alguna de las causas que habían contribuido a la popularidad del baloncesto. A pesar de ellos, siempre lo mantendremos en nuestra memoria y siempre lo echaremos de menos, como esas pérdidas que nunca ha de volver.
El baloncesto ha sido una parte tan importante en mis Navidades que fue la primera trasmisión televisiva que recuerdo, unos tiros de Clifford Luyk contra un equipo brasileño. Luego fui un ávido espectador y un afortunado de poder jugarlo. Algunos de los mejores recuerdos de mi carrera deportiva están vinculados a este Torneo sin igual. Sin embargo, os quiero anunciar con orgullo que tantos años de sequía navideña terminan para mí en 2019. De una tertulia veraniega brotó la idea de organizar un Torneo para los equipos de jóvenes cántabros, un regalo de Navidad para unos jugadores que se entregan a este deporte con enorme pasión. Dicho y hecho. Este fin de semana, viernes, sábado y domingo jugarán en Guarnizo y Astillero (C.B. Torrelavega, Cantbasket, C.D. La Paz, Kells College y Pas Piélagos) contra los equipos madrileños masculinos y femeninos de los clubs de los colegios Estudio y San Agustín y el Baloncesto Alcalá.
Mi propósito con este Torneo -que jugará su final en el polideportivo de Guarnizo Guillermo Cortés, sito en la calle Paco Gento-, va más allá de la diversión sana, ya de por sí necesaria e importante. Pretendo que los jóvenes baloncestistas refuercen su compromiso con el deporte, elemento clave de su educación y de su salud corporal y cerebral. Por último, dar un minúsculo impulso a la economía local, la de Astillero y Guarnizo, que, como la mayoría de nuestros pueblos, viven de muchos pequeños estímulos que sumamos entre todos.
De bien nacido es ser agradecido, así que en estas líneas dejo plasmado mis infinitos reconocimiento y gratitud a dos entidades sin las que este Torneo de Navidad no hubiera sido posible. Una pública, el Ayuntamiento de Astillero, y otra privada y muy ligada a este medio: los portátiles Dynabook, antes llamados Toshiba. Muchas gracias a ambos, porque la voluntad y el empeño de este escribidor hubieran sido insuficientes sin el apoyo imprescindible de ambos. También sois progenitores de este torneo que lleva el pintoresco nombre de “Ría de Boo”, por cuyas aguas penetra el Cantábrico hasta el corazón de Guarnizo, la patria de La Galerna, don Francisco Gento.
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Gran idea. Aunque aquellas batallas míticas de los viejos torneos de Navidad y no volverán, bien venida sea la iniciativa de Joe, y ojalá prenda esa llama entre la afición cántabra.
Este mensaje ha sido tecleado en un ordenador portátil Toshiba, que acabo de enterarme de que ahora es Dynabook. No termina uno nunca de aprenderse los nombres de las cosas.
Feliz Navidad a los galernautas de todos los continentes. Incluso a los no madridistas.
Gesto encomiable señor Llorente. Le honra.