Por edad no pude ver a Zárraga y tampoco hay muchos partidos completos de su época como jugador. Pero la admiración que le profesaban sus compañeros, la importancia escasamente valorada en aquel Real Madrid de los 50 y su majestuoso palmarés nos dicen que es un centrocampista histórico del cuadro blanco.
A Zárraga, según contó Di Stéfano en una entrevista en 1990, en el vestuario le llamaban ‘El Sordo’. No por un problema de audición, sino por su papel y desempeño en el equipo. Uno de sus compañeros leyó una crónica al día siguiente de un partido en la que se hacía mención a la labor sorda de Zárraga durante el encuentro. Lo contó en el vestuario, gustó y a partir de entonces se quedó con ese mote cariñoso. También Bernabéu le elogió en varias oportunidades. Siempre lo valoró como “una gran persona” e “intachable”, y loaba su “tremenda personalidad porque reúne grandes cualidades, entre ellas una nobleza extraordinaria”.
A Zárraga, según contó Di Stéfano en una entrevista en 1990, en el vestuario le llamaban ‘El Sordo’. No por un problema de audición, sino por su papel y desempeño en el equipo
El guechotarra no era un gran virtuoso del balón ni un medio creativo y organizador. Pero su función en el glorioso Real Madrid de las Copas de Europa fue vital gracias a su regularidad, constancia y sobriedad. Es uno de los hombres que ganó las cinco consecutivas y que, además, participó como titular en todas las finales. Un jugador de equipo cuya versatilidad y ejemplo ante el grupo le hicieron ocupar otros puestos debido a las bajas, como el de defensa izquierdo en la final de la cuarta Copa de Europa frente al Stade de Reims en 1959. Zárraga tenía entre sus principales características la garra, la dureza, la lucha, el trabajo, la valentía, un gran fondo físico, la lectura del juego y el dinamismo. Tenía el don de estar en el sitio apropiado en cada momento, sabía perfectamente su espacio en el conjunto merengue y se dedicaba a labores de contención más que a las ofensivas, donde ya había muchos jugadores de calidad.
Llegó al club madridista procedente del Arenas de Guecho previo paso por el Plus Ultra, donde se curtió durante un par de campañas. Aunque empezó en algún partido con Scarone de entrenador situado como extremo derecha, su posición fue en el mediocampo por el perfil izquierdo. Allí durante más de un lustro compartió zona del terreno de juego con Muñoz, conformando una pareja mítica en la época. Ambos se compenetraban a la perfección y los dos conocían sus funciones al dedillo. Cuando el madrileño colgó las botas, su nuevo socio fue Santisteban, con el que también consiguió una perfecta sintonía.
Zárraga jugó una década en el equipo blanco firmando grandes tardes. Un duelo muy recordado fue el que mantuvo con Schiaffino en la final de la tercera Copa de Europa en 1958. El charrúa era uno de los mejores futbolistas del mundo y durante más de una hora el medio vasco lo vigiló estrechamente y logró frenarlo. También se alabó su papel en la vuelta de la Copa Intercontinental de 1960, cuando se encargó inflexiblemente del gran jugador ecuatoriano Alberto Spencer. Pero si hay que quedarse con un partido que elevó la categoría de Zárraga es con el de la final de la Copa Latina contra el Stade de Reims en 1955 en el Parque de los Príncipes de París. El técnico blanco, Villalonga, le asignó una tarea muy compleja y complicada: marcar a Raymond Kopa. El guechotarra no dejó respirar a la estrella francesa, que apenas pudo despegarse del correoso seguimiento al que le sometió Zárraga. Con Kopa secado y sin poder ayudar a su equipo, la victoria blanca fue más plácida de lo esperado con dos tantos de Rial.
La admiración que le profesaban sus compañeros, la importancia escasamente valorada en aquel Real Madrid de los 50 y su majestuoso palmarés nos dicen que es un centrocampista histórico del cuadro blanco
El palmarés y las estadísticas de Zárraga durante su etapa blanca son extraordinarios. Ganó un total de 15 títulos: 6 Ligas, 5 Copas de Europa, 2 Copas Latinas, 1 Copa y 1 Copa Intercontinental. Además, disputó 303 encuentros oficiales distribuidos en: 217 en Liga, 51 en Copa, 31 en la Copa de Europa, 2 en la Copa Latina y 2 en la Copa Intercontinental. Como su labor era ayudar a la defensa, guardar la posición y cubrir zonas de la medular, no se desenganchaba demasiado al ataque. Por ello, solo consiguió siete tantos: 5 en Liga, 1 en la Copa y 1 en la Copa Latina. En su última temporada, la 1961-62, fue el capitán del Real Madrid tras la retirada del cancerbero Juanito Alonso. Y como el portero apenas tuvo presencia en las alineaciones entre 1959 y 1961, a Zárraga le tocó recoger y alzar la ‘Cuarta’ y ‘Quinta’ Copas de Europa y la primera Copa Intercontinental.
El Real Madrid quiso despedir a lo grande a Zárraga en 1962, cuando colgó las botas, y para su homenaje se trajo nada más y nada menos que al Manchester United. El choque fue para los ‘red devils’, que se hicieron con el triunfo por 0-2, pero lo mejor de la noche fue la prolongada ovación que se llevó jugador vasco de la afición. Zárraga sintió el cariño y el reconocimiento a su estupenda carrera y vivió instantes muy emotivos en su último día en el césped del Santiago Bernabéu.
Fotografías: archivo Alberto Cosín.
Entregas anteriores del serial:
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Zarraga fue un extraordinario medio defensivo, pero en absoluto puede considerarse que llevará la batuta del equipo. Su cometido era más del tipo de Casemiro, Makelele, etc , siempre pendiente de hacer el trabajo sucio y ayudar a los defensas. Esto no quita para que fuera un sensacional jugador, imprescindible en cualquier gran equipo, al que siempre he admirado como es facil comprobar.
Ya.
Me pidieron hablar de Zárraga para este serial de jugadores por ser medio pese a que no cumple con la definición concreta de batuta.
Pero D. Alberto eso no desmerece en absoluto está fantástica serie en la que Vd. recoge este tipo de jugadores , imprescindibles en el engranaje de un gran equipo como el Real Madrid de su época
De Zarraga dijo D. Santiago que era pequeño porque le pesaban demasiado los huevos