El cero a tres de la Copa me hizo daño de tal modo que tuve que alejarme del bullicio. He vagado unos días absorto, mientras a lo lejos oía los ecos de Mourinho, del Florentino dimisión, de la limpieza de vestuario, de la destitución de Solari, de los reproches variados, de los fichajes...
Hasta ha salido de su escondite Ramón Calderón por si se le echaba en falta en medio de la gresca, ese esquivo y vilipendiado Boo Radley de Matar un ruiseñor: Matar un Calderón. Nada que no fuera previsible.
No podía oír las mismas cosas de siempre. No quería escuchar a los racionales ni a los impulsivos. Tampoco a los agoreros ni a los videntes, ni a los catastrofistas ni a los filósofos. A nadie. No quería escucharme ni a mí mismo, a pesar de no que no tenía nada que decir. Luego pensé que no tener nada que decir era lo que me alejaba del ruido.
Por fin nada me hacía saltar de la silla. Oí a lo lejos el inconfundible timbre de voz de ese defensa central del Barcelona como quien oye ladridos en la noche desde la cama. Era como ver de nuevo la misma función, con los mismos personajes, el mismo argumento y el mismo final.
El mismo ejercicio gandul de zarandeo de la cosa odiada y de la cosa amada. Me di cuenta de que lo que buscaba era la belleza perdida, y de que la belleza (con toda su mala leche adjunta) no estaba por ninguna parte. Ese era el motivo del desconsuelo que sólo se paliaba al pensar entre suspiros en Vinicius y Reguilones: hasta me daban ganas de tejerles una rebequita.
La hermosura y el ataque enterrados, ensuciados por el desconcierto y, sobre todo, por el ruido ensordecedor. No se oye la música. Sólo las voces roncas, las voces de pito. El mal del Madrid saca lo peor de muchos individuos. Gente que nunca vislumbró el halo lanzaroteño de Bale.
Es esa gente que odia salvajemente a Lucas Vázquez, ¡a Lucas Vázquez!, hasta dedicarle piropos mejores que al uruguayo mordedor. Esa gente que golpea cuando la víctima está en el suelo, cuando está herida. Es esa afición infantil lanzando piedras al viejo profesor que le hablaba de la lengua de las mariposas.
Es esa prensa malvada. Esos canales esbirros. Entre todos (también el aire confuso de los jugadores, sobre todo de algunos [diría que es lo de menos]) han creado el ambiente turbio que rodea al Real Madrid. Un ambiente como de pelea de gallos.
Una cosa sucia y sórdida de la que me salí el miércoles para respirar. Ya estoy de nuevo por aquí, recién ventilado. Y les aseguro que el Madrid que se ve ahí fuera puede ser incluso peor, pero no es el mismo que nos presentan por estos andurriales.
Concuerdo. Me siento identificado con tu sentimiento, y yo tampoco quise entrar a comentar aquí hasta hoy. Grande Mario!
Por mi parte yo no se nada con ninguna certeza, pero la visión del Real Madrid me hace soñar. (Parodiando a Vincent van Gogh)
Excelente D. Mario!
Siempre, hala Madrid!!!
Hoy punto de inflexión. El campo tiene que estar a muerte con el equipo. Y si al final caemos, dedicarle un aplauso muy grande a nuestros héroes. Pero ojo, que si pasamos....