Hubo un tiempo en que a los actores principales del negocio del fútbol, los jugadores, se les trataba poco menos que como a secundarios. Alguno todavía se sorprenderá, pero los clubes llegaron a gozar del derecho de retención, un mecanismo por el que podían impedir la salida de cualquier futbolista simplemente aumentando un 10% su salario. La situación era del todo insostenible, así que, una vez conformada la AFE (25 de enero de 1978), diferentes huelgas y movilizaciones fueron configurando la normativa, acercándola a lo que es tal y como la conocemos hoy. Una de ellas quedaría para siempre en la memoria de dos madridistas: Míchel y Butragueño.
Estamos en abril de 1981, en plena Transición y después de haber esquivado las balas de golpe de Tejero, cuando la asociación de futbolistas concluye que muchos de sus derechos están siendo conculcados. Entre ellos, la mencionada retención o la prohibición de que en Tercera División jugasen mayores de 23 años. En teoría, la idea era que aquello no se utilizara de retiro dorado a costa de cercenar las canteras, pero terminaba por cortar muchas carreras de los que no podían seguir en la élite. Así se llegó a la convocatoria de paro para esa temporada, justo a tres jornadas de terminar el campeonato. No era la primera vez (ni sería la última) que se recurría a la huelga, ya se hizo en marzo del 79 y en mayo del 81.
Los jugadores del Barcelona se negaron desde el principio a participar junto a sus compañeros porque, según se ha escrito, cobraban en B parte de su salario y no querían verse muy perjudicados. Del resto de equipos, muchos apoyaron la protesta, al menos hasta el viernes anterior a la jornada de Liga, cuando la Real Sociedad se descolgó y con ella fueron muchos detrás hasta sólo quedar Real Madrid, Castellón, Zaragoza y Valencia. Los cuatro jugarían con sus equipos juveniles.
Y así fue como uno de los integrantes de la Quinta del Buitre, Míchel, adelantó su debut una temporada respecto al resto y formó parte del equipo que jugó aquel 11 de abril en Castalia. Boskov alineó para la ocasión a Ochotorena, Juliá, Fraile, Casimiro, Espinosa, Juanito, Salguero, Francis, Míchel (Chendo, 88’), López Miro y Serrano (Bernando, 60’). Debut y gol, pues el madrileño contribuyó con un tanto, de penalti, a la victoria final (1-2).
Real Madrid, Castellón, Zaragoza y Valencia jugarían con sus equipos juveniles a consecuencia de la huelga. Y así fue como uno de los integrantes de la Quinta del Buitre, Míchel, adelantó su debut una temporada respecto al resto y formó parte del equipo que jugó aquel 11 de abril en Castalia
Juegos del destino, cuando Míchel tomó las riendas del Castilla, en la campaña 06/07 (la de las remontadas para los mayores), el primer estadio que visitó fue precisamente el de Castellón, donde su equipo sólo pudo sacar un punto (1-1). Aquella Segunda División, con Valladolid, Almería, Murcia, Alavés o Málaga, entre otros, era muy potente, y el Castilla, aun contando con grandes jugadores (Casilla, Miguel Torres, Javi García, De la Red, Mata, Callejón, Negredo…), no pudo evitar el descenso: terminó 19º, a dos puntos de la salvación.
Pero, volviendo a 1982, en un Castilla que también militaba en Segunda, la huelga facilitó el debut de Emilio Butragueño. Fue en la jornada 33, contra el Linares, en casa. Los blancos perdieron (1-2), pero lograron un meritorio octavo puesto en una competición en la que Celta, Salamanca y Elche subieron a Primera.
Y así fue como, sin saberlo, la unión de los jugadores del Real Madrid a unas reivindicaciones más que justas supusieron un doble hito: un avance de derechos y la aparición de los abanderados de la generación que trajo el fútbol total a España.
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