Mis buenos amigos de La Galerna me han sugerido que me atreviera a articular unas líneas sobre algo que, para mí, después de tantos años de vivir y disfrutar mi madridismo, siempre ha sido quizás la expresión más importante, profunda y verdadera de la historia del club de fútbol más grande que ha existido, existe y, estoy seguro, existirá en el mundo del fútbol: la final de la Copa del Rey que, el 4 de junio de 1980, se disputó en el estadio Santiago Bernabéu entre el Real Madrid C.F. y su equipo filial, el Castilla C.F.
Siempre estaré agradecido a mi respetado presidente, Luis de Carlos, por haberme dado la oportunidad de aportar mi humilde trabajo al Real Madrid al hacerme parte de su Junta Directiva en 1978, pero nunca olvidaré lo que significó aquella final para mí.
Desde entonces siempre he manifestado, porque así pienso que es, que fue la mayor exaltación de madridismo que se puede dar, incluyendo títulos nacionales y extranjeros, pues creo firmemente que nadie podrá repetir aquella efemérides y, además, estoy convencido que todos los grandes clubs del globo futbolístico darían cualquier cosa por protagonizar aquel partido, con sus segundos equipos enfrente; lo siento pues, como casi todo en el planeta fútbol, la pauta la marca el club del Bernabéu y el resto, solamente puede aprender, intentarlo y, principalmente, envidiar y admirar la estela inigualable e irrepetible que, en el océano del balón, va dejando la entidad blanca de la capital de España.
Hoy se cumplen 40 años de todo aquello; me parece mentira, pero puedo recordar la enorme ilusión de los castillistas, sus grandes actuaciones previas frente a equipos teóricamente superiores como el Hércules de Alicante, Sporting de Gijón, Atlético de Bilbao, y la gran Real Sociedad de los años 80.
También puedo recordar, y nunca olvidaré, cuando alguien en el vestuario del primer equipo antes del encuentro comentó: “Habrá que tratar bien a los chavales…”, y el gran Goyo Benito, que desgraciadamente ya no está entre nosotros, gritó: “Nada de eso, hay que darles caña y meterles todos los que podamos; deben darse cuenta de dónde están”; y el resultado lo conocemos todos.
Cómo no hablar de los Agustín, Gallego o Pineda, que llegaron al primer equipo, aunque cualquier otro componente de aquel heroico Castilla podría haber representado lo mismo.
Fue la gran fiesta del madridismo, fue la demostración, que hoy sigue vigente, de que no hay ninguna escuela como la nuestra, de que la formación y la transmisión de valores es el fondo permanente que, con los cambios propios de todo lo que funciona bien, sigue mostrando al universo futbolístico cual es el camino para que, lo que parece solamente un juego de competición deportiva, se convierta en una fábrica de sueños, esperanzas y deseos hechos realidad para muchos jóvenes integrantes de generaciones que, llevando o no nuestros colores, vayan proclamando a lo largo de su existencia lo que significa el Real Madrid. Dentro de lo que es el fútbol y salvando las distancias con las cosas más importantes de la vida, debo decir, para terminar, que siempre he pensado y sentido que el Real Madrid es una de ellas, y me siento orgulloso de haber formado parte de todo lo que representa, aunque haya sido mínimamente.
Fotografías Getty Images.
Recuerdo aquella final, sí señor. De gratísimo recuerdo para el madridismo. Al igual que tengo presente a este señor. Quien forma parte de la historia ,primero como futbolista y luego como directivo, de nuestro amado club. Seguro que en la actualidad también desempeña una labor encomiable en la Asociación de Veteranos. Es de agradecer.
Precioso artículo.
Yo disfruté muchísimo con aquella final, aunque me disgustó lo abultado del marcador, porque los pequeños no se lo merecían. Al año siguiente bien que demostraron en Europa de qué fibra estaba hecha aquella cantera.
Pues si, como ganar tres champions consecutivas, ahí está la marca para que venga un gran equipo y la iguale. No viviremos tanto creo yo.
Yo tambien recuerdo perfectamente esta final y la envidia que provocaba en Barcelona donde vivo, tal era esa envidia, que la prensa deportiva de esta ciudad se dedico a denigrar la final consiguiendo que a partir de entonces se prohibe que los equipos filiales participen en la copa.
Pero estos medios deportivos catalanes si presumian de las eliminatorias que protagonizaba el Barsa B cuando eliminaban a equipos de superior categoria, incluso un año tuvieron que enfrentarse en copa con el Real Madrid y pensanan eliminarlo (Se pueden ver los articulos deportivos de la epoca y observar que estas eliminatorias eran bien recibidas hasta que llego el Castilla a la final).
La envidia es mala compañera y tampoco se recuerda como el Castilla fue campeon de segunda division jugando el ultimo partido de liga contra el Bilbao Atletico en el estadio Santiago Bernabeu quedando el Castilla primero y el Bilbao Atletico segundo la clasificacion ( partido al que asistieron 90.000 espectadores, maxima afluencia que se dio en un partido de segunda division).
Hala Madrid y al que no le guste como diria Maradona a m.m.r.l.